OPINIÓN | Etiqueta: de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso… ¡pero hay que vigilar ese paso!
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Nota del editor: Mari Rodríguez Ichaso ha sido colaboradora de la revista Vanidades durante varias décadas. Especialista en moda, viajes, gastronomía, arte, arquitectura y entretenimiento. Productora de cine. Columnista de estilo de CNN en Español. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivamente suyas. Lee más artículos de opinión en cnne.com/opinion
(CNN Español) –– La etiqueta es un conjunto de reglas de comportamiento. Y el vestir adecuadamente ––para cada tiempo o lugar–– es una de ellas.
Y estamos hablando de esto porque hace unos días el senador Chuck Schumer, del estado de Nueva York y líder de la mayoría demócrata en el Senado de Estados Unidos, decidió establecer una regla de vestir más relajada para sus integrantes. Un código de etiqueta en el que los senadores pueden ir vestidos menos formales y más relax. Y aunque no existía ninguna regla escrita desde que se instituyó el Congreso siglos atrás–– siempre se observaba un comportamiento más formal en el vestir de los senadores, usando chaqueta y corbata.
Y ahora, desde hace un tiempo, esa informalidad excesiva ya estaba ocurriendo, porque el senador demócrata John Fetterman, de Pensilvania, un hombre muy alto y corpulento, destaca con sus atuendos superinformales. Antes de ser elegido, Fetterman había sufrido una embolia ––y estuvo varios meses sin asistir al Senado debido a un tratamiento contra la depresión. Y cuando empezó a ir llevaba hoodies, chándals, shorts y era una figura disonante en medio de los senadores con saco y corbata, y mucho más formales. ¡Y de esto se ha comentado mucho en la televisión y en la prensa!
Y pronto otros senadores, cuando regresaban al Senado de sus respectivos estados, comenzaron a hacerlo, también mucho más informales. Y los legisladores republicanos comenzaron a criticar esto de una forma tan intensa que ya se ha convertido casi en una batalla política.
Sin embargo, hay que notar que muchas reglas de etiqueta ¡son reglas que muchos consideran obsoletas y anticuadas y están siendo rotas desde hace mucho tiempo!
Son ejemplos de exceso de informalidad que veo cada vez que voy a un teatro de Broadway, o a la ópera, al ballet y hasta restaurantes muy lindos y con gran atmósfera. ¡Y me sorprende porque la gente no se viste apropiadamente! Y, por ejemplo, en una función de ópera hay gente vestida con chándal y zapatillas de deporte, ¡como si estuviera lista para correr un maratón! ¡Y ocurre que estar vestida con un lindo conjunto y lucir elegante, más de una vez me ha hecho sentir fuera de lugar!
Estas reglas de comportamiento son voluntarias, cierto, y por supuesto que existe la libertad de hacer lo que uno quiera. Pero yo creo que se está llevando todo a un exceso de relax y es ahí cuando el refrán “de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso” entra en acción… ¡porque ese paso hay que vigilarlo! Y hay que considerar que todo en la vida tiene su tiempo y su lugar.
También hay que notar que, aunque hay reglas de etiqueta y de protocolo absolutamente obsoletas, ridículas y tan antiguas que dan risa, como las que observamos en muchos detalles de la coronación del rey Carlos III en el Reino Unido, al mismo tiempo debemos notar que está ocurriendo una ruptura casi total con la etiqueta más clásica en nuestro estilo de vida.
Esto me hace recordar que los tiempos cambian y muchas veces evolucionan para mejor. Recuerdo en los años 70 aquí en Nueva York, cuando todavía era mal visto que las mujeres usaran pantalones, y en restaurantes famosos como el 21 y La Cote Basque no permitían la entrada a mujeres que llevaran pantalones. ¡Había que ir con vestidos! Y le ocurrió una vez a la famosa socialite Nan Kempner, que llegó a La Cote Basque con un precioso tuxedo acabado de diseñar por Yves Saint Laurent y le dijeron que no podía entrar en pantalones, a lo que ella ––era una mujer muy atrevida, la conocí mucho-–– procedió inmediatamente a quitárselos y dejarse la chaqueta larga ¡como una fuera un vestido minifalda! Y cosas parecidas, me contó una vez nuestra amiga en común Carolina Herrera, le ocurrieron a Jackie Kennedy, ¡a quien le encantaba usar pantalones! Hoy día esos dos famosos restaurantes tan estrictos han cerrado, ¡pues eran tan difíciles y tan esnob que con el paso de los años dejaron de existir!
La etiqueta tiene sus más y sus menos, y hay cosas que son exageradas, pero yo creo que, en general, le trae a la vida una disciplina de comportamiento y una belleza visual muy agradable. La gente bien vestida, las personas educadas y con buenas maneras al comer en una mesa, son cosas muy lindas que le enseñan a uno desde pequeño en la casa, y que cuando crecemos nos damos cuenta son muy agradables. ¡Y no hay nada malo con ser bien educados!
Ah, pero no hay duda de que, en el siglo XXI, desafortunadamente, muchas reglas de comportamiento han caído en desgracia. Y nuevas generaciones (igual que otras más viejas) han decidido no seguirlas y hasta burlarse de ellas. Y este es un tema que trae siempre controversias, pero es un asunto interesante del que podemos hablar y compartir con la familia y los amigos ¿Hasta qué punto debe- o no debe- desaparecer esa etiqueta clásica y hasta qué punto debemos traerla de nuevo a nuestras vidas?
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