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OPINIÓN | Liz Cheney está haciendo justo la pregunta correcta sobre Bannon, Trump y el 6 de enero

Alexandra Ferguson

Nota del editor: Frida Ghitis, exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora de opinión semanal de CNN, columnista colaboradora de The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente las de la autora.

(CNN) — La representante republicana Liz Cheney hizo una interesante observación este martes sobre los argumentos legales del equipo de Donald Trump. Durante una reunión de la comisión que investiga el ataque del 6 de enero en el Capitolio, recordó implícitamente el aspecto más importante del trabajo del panel, la parte que debe permanecer al frente de sus esfuerzos, y una guía clave para el ritmo de su investigación. Ante todo, la comisión debe tratar de determinar con precisión el papel que desempeñó Trump en los acontecimientos del 6 de enero, un violento asalto al Congreso en el día en que éste certificaba los resultados de las elecciones de 2020. Para muchos, fue un momento clave en un intento de golpe de Estado sin precedentes contra Estados Unidos.

La comisión se reunió este martes por la noche para discutir qué hacer con Steve Bannon –un aliado de Trump– y su negativa a testificar a pesar de una citación del panel en el que Cheney es vicepresidenta. (La comisión aprobó una medida que busca declarar a Bannon en desacato al Congreso).

Declararán a Steve Bannon en desacato por desafiar una citación judicial en la investigación por el asalto al Capitolio

Este es el punto interesante que hace Cheney: Bannon y Trump luchan contra los esfuerzos del comité para obtener documentos y testimonios invocando el privilegio ejecutivo, el derecho de un presidente a mantener la confidencialidad a pesar del deber de supervisión del Congreso. Ese derecho ha sido utilizado por otros presidentes para protegerse de la rendición de cuentas.

La afirmación de Bannon es absurda. Ni siquiera trabajó en el gobierno. Pero, en el análisis de Cheney, el que Bannon y Trump invoquen el privilegio ejecutivo “parece revelar una cosa: sugiere que el presidente Trump estuvo involucrado personalmente en la planificación y ejecución del 6 de enero”.

Trump amenaza con usar el privilegio ejecutivo mientras una comisión de la Cámara de Representantes busca documentos de las agencias sobre el ataque del 6 de enero

Las punzantes palabras de Cheney –y tuvo algunas más para sus colegas republicanos– son un recordatorio de que es crucial averiguar cuál fue exactamente el papel de Trump durante los acontecimientos de ese día. Y es muy probable que Bannon sepa mucho al respecto.

Que Trump ha intentado anular el resultado de unas elecciones legales y válidas está fuera de toda duda. Todos lo hemos oído repetir hasta el cansancio la “Gran Mentira”; la afirmación de que ganó. Hemos escuchado las grabaciones en las que presiona a los funcionarios electorales de Georgia para que inventen una victoria en la que él perdió: “Todo lo que quiero hacer es esto. Solo quiero encontrar 11.780 votos, que es uno más de los que tenemos”.

Incluso hemos visto una copia del memorándum de uno de sus abogados, en el que expone un plan de seis pasos para robar las elecciones haciendo que el vicepresidente Mike Pence anule los resultados en siete estados, afirmando que había “electores competidores”, cuando no había tal cosa. Pence no lo hizo, y los partidarios de Trump erigieron una horca y gritaron llamando a Pence a ser colgado mientras irrumpían en el Capitolio el 6 de enero, haciendo que los miembros del Congreso corrieran por sus vidas y retrasaran la certificación hasta más tarde esa noche.

Todo eso es extraordinariamente concluyente, pero si Trump estuvo realmente involucrado en la organización de un ataque al Capitolio, si un presidente en funciones coordinó una insurrección contra el país, eso es un crimen aún mayor.

Trump había convocado a sus partidarios a Washington: las grandes protestas el 6 de enero, según tuiteó en diciembre, “…serán salvajes”. En el mitin de ese día, hizo hervir sus emociones con un discurso intenso: “luchen como el demonio”, les dijo, y luego los animó a dirigirse al Capitolio.

En cuanto a la participación de Bannon, el presidente de la comisión, el representante demócrata Bennie Thompson, dijo que creía que tenía un conocimiento significativo del ataque.

Cheney dijo que la investigación de la comisión ha descubierto que tenía “un conocimiento sustancial y avanzado de los planes para el 6 de enero, y probablemente tuvo un papel importante en la formulación de esos planes”.

El 5 de enero, anunció en su podcast: “Mañana se va a desatar el infierno”, explicando crípticamente que sería, “extraordinariamente diferente de lo que la mayoría de los estadounidenses esperan”.

Pero, ¿qué pasa con Trump? ¿Qué sabía él?

En su libro “Peril”, los periodistas Bob Woodward y Robert Costa informaron que Bannon, que en su día fue el principal estratega de Trump, habló con éste antes del 6 de enero y le dijo que debía estar en Washington ese día. Le dijo al entonces presidente: “Vamos a matarlo en la cuna. Matar la presidencia de Biden en la cuna”. Según los autores, Bannon le dijo a Trump: “Vamos a enterrar a Biden… enterrarlo de una p*** vez”.

Trump dijo a sus partidarios que marcharía con ellos hasta el Capitolio, y luego se dirigió a la Casa Blanca, para ver cómo se desarrollaba todo por televisión. Vio las imágenes del caos, sus partidarios chocando violentamente con la policía, rompiendo ventanas, derribando puertas; los miembros del Congreso encogidos de miedo mientras la turba gritaba “¡Lucha por Trump!” y “Cuelga a Mike Pence”.

Según “Peril”, la hija de Trump, Ivanka, que fungió como asesora presidencial, y otras personas lo instaron a detener a sus partidarios, pero él se negó. El general retirado Keith Kellogg le dijo: “esto está fuera de control… una vez que una turba empieza a actuar así, la has perdido”, y le aconsejó: “Realmente deberías enviar un tuit”. Al parecer, Trump parpadeó y volvió a ver la televisión.

Finalmente, horas después de que los insurgentes rompieran las barricadas e irrumpieran en el Capitolio, Trump cedió y publicó un video en el que le decía a sus seguidores que comprendía su dolor, mintiendo de nuevo sobre el robo de las elecciones, y añadiendo: “Vayan a casa, los queremos, son muy especiales”.

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Hay mucho que la comisión selecta del Congreso del 6 de enero debe establecer. Pero como nos recuerda el comentario de Cheney, nada es más importante que las acciones precisas del entonces comandante en jefe.

Saber qué papel jugó Trump es crucial para la impartición de justicia y establecer el registro histórico, pero aún más que eso… porque este capítulo aún no está relegado a las páginas de la historia. Trump sigue negando que haya sido el perdedor en las elecciones de 2020, y parece dispuesto a postularse de nuevo a la presidencia, y potencialmente afirmar que ganó sin importar lo que decidan los votantes estadounidenses.

La comisión del 6 de enero tiene que acelerar el ritmo y afinar su enfoque. Cada segundo cuenta.

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