ANÁLISIS | La explicación de por qué odias el sonido de tu propia voz
Mariana Toro
Nota del editor: Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente de los escritores. CNN presenta el trabajo de The Conversation, una colaboración entre periodistas y académicos para proporcionar análisis y comentarios de noticias. El contenido es producido únicamente por The Conversation.
(The Conversation) — Como cirujano que se especializa en el tratamiento de pacientes con problemas de voz, habitualmente grabo a mis pacientes hablando. Para mí, estas grabaciones son increíblemente valiosas. Me permiten rastrear leves cambios en sus voces de una visita a otra, y me ayuda a confirmar si la cirugía o la terapia de voz condujeron a mejoras.
Sin embargo, me sorprende lo difíciles que pueden resultar estas sesiones para mis pacientes. Muchos se sienten visiblemente incómodos al escuchar que se reproduce su voz.
«¿Realmente sueno así?», se preguntan, haciendo una mueca.
(Sí, así suenas.)
Algunos se inquietan tanto que se niegan rotundamente a escuchar la grabación, y mucho menos a repasar los cambios sutiles que quiero resaltar.
La incomodidad que sentimos al escuchar nuestras voces en grabaciones de audio probablemente se deba a una mezcla de fisiología y psicología.
Por un lado, el sonido de una grabación de audio se transmite de manera diferente a tu cerebro que el sonido generado cuando hablas.
Al escuchar una grabación de tu voz, el sonido viaja por el aire y llega a sus oídos, lo que se conoce como «conducción aérea«. La energía del sonido hace vibrar el tímpano y los huesos pequeños del oído. Estos huesos luego transmiten las vibraciones del sonido a la cóclea, que estimula los axones nerviosos que envían la señal auditiva al cerebro.
Sin embargo, cuando hablas, el sonido de tu voz llega al oído interno de una manera diferente. Si bien parte del sonido se transmite a través de la conducción aérea, gran parte del sonido se conduce internamente directamente a través de los huesos del cráneo. Cuando escuchas tu propia voz cuando hablas, se debe a una combinación de conducción externa e interna, y la conducción ósea interna parece aumentar las frecuencias más bajas.
Por esta razón, las personas generalmente perciben su voz como más profunda y rica cuando hablan. La voz grabada, en comparación, puede sonar más fina y con un tono más alto, lo que muchos encuentran digno de vergüenza.
Hay una segunda razón por la que escuchar una grabación de tu voz puede ser tan desconcertante. Realmente es una nueva voz, una que expone una diferencia entre tu autopercepción y la realidad. Debido a que tu voz es única y un componente importante de la identidad propia, esta discrepancia puede ser discordante. De repente, te das cuenta de que otras personas han estado escuchando algo distinto todo el tiempo.
Aunque en realidad podemos sonar más como nuestra voz grabada para los demás, creo que la razón por la que muchos de nosotros nos retorcemos al escucharla no es que la voz grabada sea necesariamente peor que nuestra voz percibida. En cambio, simplemente estamos más acostumbrados a escucharnos a nosotros mismos sonar de cierta manera.
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Un estudio de 2005 hizo que pacientes con problemas de voz calificaran sus propias voces cuando se les presentaban grabaciones de ellos. También hicieron que los médicos calificaran las voces. Los investigadores encontraron que los pacientes, en general, tendían a calificar de manera más negativa la calidad de su voz grabada en comparación con las evaluaciones objetivas de los médicos.
Entonces, si la voz en tu cabeza critica la voz que sale de un dispositivo de grabación, probablemente sea tu crítico interno el que reacciona de forma exagerada, y te estás juzgando a ti mismo con demasiada dureza.
Neel Bhatt es profesor asistente de otorrinolaringología en la Universidad de Washington. Publicado bajo una licencia Creative Commons de The Conversation.