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Japón se prepara para un “gran terremoto” tras el impacto de uno de magnitud 7,1. ¿Es necesario?

Rocío Muñoz-Ledo

Tokio (CNN) — Cuando los temblores sacudieron algunas zonas del oeste de Japón el pasado jueves, los organismos gubernamentales locales y nacionales entraron en acción.

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Los meteorólogos se reunieron y emitieron un aviso temporal de tsunami. Un comité especial advirtió que podría producirse otro “gran terremoto” la próxima semana, era la primera vez en su historia que el organismo emitía este tipo de aviso a escala nacional. Los trenes de alta velocidad redujeron la velocidad por precaución, lo que causó retrasos en los viajes, y el primer ministro del país canceló sus viajes al extranjero.

Al final, el gobierno levantó la mayoría de las advertencias y no informó de daños importantes por el sismo de magnitud 7,1. Sin embargo, gran parte del país sigue en alerta máxima y se prepara para una posible emergencia durante la temporada alta de viajes de las vacaciones de verano, lo que refleja la gran atención que Japón presta a la preparación contra los terremotos.

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Sin embargo, algunos expertos ponen en duda la necesidad, o incluso la exactitud, de este tipo de adevertencias, y el riesgo de que se detraigan recursos de las comunidades consideradas de menor riesgo.

Japón no es ajeno a los terremotos graves. Se encuentra en el Anillo de Fuego, una zona de intensa actividad sísmica y volcánica a ambos lados del océano Pacífico.

“Japón se encuentra en los límites de cuatro placas tectónicas, lo que lo convierte en una de las zonas más propensas a los terremotos del mundo”, explica Shoichi Yoshioka, profesor de la Universidad japonesa de Kobe.

“Alrededor del 10% de los terremotos de magnitud 6 o superior del mundo se producen en Japón o sus alrededores, por lo que el riesgo es mucho mayor que en lugares como Europa o el este de Estados Unidos, donde los terremotos son poco frecuentes”, explica Yoshioka.

Residentes pasan por una calle devastada en Ishinomaki, prefectura de Miyagi, después de que Japón fuera golpeado por un devastador terremoto y tsunami, el 15 de marzo de 2011. Crédito: Kim Jae-Hwan/AFP/Getty Images

El peor terremoto de la historia reciente de Japón fue el de Tohoku, de magnitud 9,1, en 2011, que desencadenó un gran tsunami y una catástrofe nuclear. Murieron unas 20.000 personas.

Además, está la amenaza inminente del megaterremoto de la Fosa de Nankai, el más potente de este tipo, con magnitudes que pueden superar los 9 grados. Los sismólogos afirman que podría producirse en unas pocas décadas, aunque los datos científicos siguen siendo controvertidos.

El gobierno japonés lleva tantos años advirtiendo de la posibilidad de que se produzca un sismo en la Fosa de Nankai que ya es de dominio público. Pero también es controvertido: algunos científicos sostienen que no es eficaz centrarse únicamente en las escasas probabilidades de un hipotético terremoto en una zona concreta de Japón, sobre todo cuando otras partes del país se enfrentan a amenazas similares pero reciben mucha menos atención.

El “grande”

La Fosa de Nankai es una zona de subducción de 700 kilómetros de longitud, es decir, cuando las placas tectónicas se deslizan unas bajo otras. La mayoría de los terremotos y tsunamis del mundo se deben al movimiento de las placas tectónicas, y los más potentes suelen producirse en las zonas de subducción.

En este caso, la placa tectónica ubicada bajo el mar de Filipinas se desliza lentamente bajo la placa continental donde se encuentra Japón, desplazándose varios centímetros cada año, según un informe de 2013 del Comité de Investigación de Terremotos del gobierno.

Según el comité, en la depresión de Nankai se han registrado terremotos graves cada 100 o 200 años. Los últimos sismos de este tipo tuvieron lugar en 1944 y 1946, ambos de magnitud 8,1; devastaron Japón, con un total de al menos 2.500 muertos y miles de heridos, así como decenas de miles de viviendas destruidas.

Al calcular los intervalos entre cada gran sismo, el Gobierno de Japón advirtió que hay entre un 70% y un 80% de probabilidades de que el país se vea sacudido por otro terremoto de la Fosa de Nankai dentro de 30 años, que se espera sea de magnitud entre 8 y 9.

Sin embargo, estos pronósticos, y la utilidad incluso de hacer predicciones imprecisas a largo plazo, se enfrentan a un fuerte rechazo por parte de algunos sectores.

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Yoshioka, de la Universidad de Kobe, dijo que la cifra del 70%-80% era probablemente demasiado alta, y que los datos se basaban en una teoría específica, lo que los hacía potencialmente más propensos a errores. Sin embargo, no duda de que en el futuro se producirá “un gran terremoto en esta zona”.

“Yo les digo (a mis alumnos) que el terremoto de la Fosa de Nankai llegará sin duda, ya sea en su generación o en la de sus hijos”, afirmó.

Robert Geller, sismólogo y profesor emérito de la Universidad de Tokio, se mostró más escéptico y calificó el terremoto de la Fosa de Nankai de “construcción inventada” y de “escenario puramente hipotético”.

También argumentó que los terremotos no se producen en ciclos, sino que pueden suceder en cualquier lugar y momento, lo que significa que no tiene mucho sentido calcular cuándo se producirá el próximo sismo con base en cuándo se han producido los anteriores.

Los sismólogos se han basado durante mucho tiempo en la idea de que la tensión se acumula lentamente a lo largo de una falla entre dos placas tectónicas y luego se libera repentinamente en terremotos, un ciclo conocido como proceso de “stick-slip”, aunque estudios más recientes demuestran que no siempre es así.

Aunque exista una amenaza posible en el horizonte, las probabilidades son muy bajas, y tanto Yoshioka como Geller califican de excesivas o innecesarias las medidas de seguridad pública adoptadas la semana pasada.

Es cierto que después de un terremoto puede producirse otro de mayor magnitud, razón por la cual las autoridades emitieron el jueves pasado una advertencia sin precedentes, según Yoshioka. Pero incluso entonces, la probabilidad de que el sismo de la Fosa de Nankai se produjera al día siguiente era baja, tal vez aumentando del riesgo típico de uno entre 1.000 a uno entre unos cientos. Sigue siendo una probabilidad inferior al 1%.

El peligro de exagerar estas bajas probabilidades es que “sería como el niño que gritó lobo”, dijo Geller. “Estarías emitiendo estas advertencias de una probabilidad ligeramente superior a la normal una y otra vez, y el público se cansaría de ti a toda prisa”.

Un aviso en una estación de ferrocarril anuncia que los trenes circularán a velocidad reducida tras un aviso de terremoto el 9 de agosto de 2024 en Tokio. Crédito: The Asahi Shimbun/Getty Images

La gente se prepara

Sin embargo, todavía no hay signos de cansancio en la población, que se mantiene en alerta máxima en todo el país.

Yota Sugai, un estudiante universitario de 23 años, dijo que ver la advertencia en televisión “me hizo sentir una sensación de urgencia y miedo, como una llamada de atención”. Tras el sismo del jueves, aseguró suministros de emergencia como comida y agua, vigiló los mapas en internet de las zonas peligrosas y consideró la posibilidad de visitar a sus familiares en las zonas costeras para ayudarles a planificar las rutas de evacuación.

“El reciente terremoto del día de Año Nuevo me recordó que nunca se sabe cuándo va a golpear. Me hizo darme cuenta del aterrador poder de la naturaleza”, dijo, al referirse al sismo de magnitud 7,5 que sacudió la península de Noto el 1 de enero de este año que dejó a cientos de personas muertas, incluidas docenas que murieron después por causas relacionadas con el sismo.

Sismo de magnitud 7,1 sacude Japón y se emiten alertas de tsunami

La estudiante Mashiro Ogawa, de 21 años, tomó precauciones similares, y preparó un “kit de emergencia” en casa e instó a sus padres a hacer lo mismo. De momento, evitará las playas y cambiará el mobiliario de su casa, por ejemplo, alejando las estanterías de su cama y bajando su altura, dijo.

“Antes no me parecía un problema cercano, pero ahora me parece muy real”, afirma.

Parte de la razón por la que la gente se toma esto tan en serio es por la cantidad de terremotos que sacuden Japón, y lo recientes que se sienten. El desastre de 2011 dejó grandes cicatrices en la psique nacional, que se ven agravadas por nuevos terremotos de gran magnitud cada pocos años.

“Cada vez, somos testigos de la trágica pérdida de vidas, de edificios aplastados y de tsunamis que causan devastación, y dejan una impresión duradera de miedo”, dijo Yoshioka, de la Universidad de Kobe. “Es probable que este miedo sea compartido por muchos ciudadanos. Creo que esto contribuye significativamente a que Japón esté tan preparado”.

Por eso “el gobierno japonés también hace hincapié en la preparación para evitar otra gran tragedia como el terremoto de 2011”, añadió. Japón es ampliamente reconocido como líder mundial en preparación y resistencia ante terremotos, desde sus infraestructuras y códigos de construcción hasta sus sistemas de socorro y rescate.

Megumi Sugimoto, profesora asociada de la Universidad de Osaka especializada en prevención de catástrofes, afirmó que la preparación empieza en la escuela, e incluso en los jardines de infancia se realizan simulacros de evacuación y terremotos para los más pequeños.

“No se trata solo de terremotos y tsunamis, sino también de otras catástrofes que ocurren con frecuencia, sobre todo en verano”, afirma, al referirse a tifones, lluvias torrenciales e inundaciones. La concienciación pública y las precauciones, como abastecerse de suministros de emergencia, pueden ayudar a proteger a la gente de “cualquier tipo de catástrofe”, afirmó.

Trabajos de demolición el 10 de julio en la ciudad japonesa de Wajima, una de las localidades más afectadas por el terremoto de Noto a principios de 2024. Crédito: Shuhei Yokoyama/AP

Sin embargo, aún queda trabajo por hacer. Sugimoto y Geller, de la Universidad de Tokio, señalaron que el terremoto de Noto puso de manifiesto las lagunas de los sistemas de respuesta de Japón, con derrumbes de carreteras que dejaron varadas a las comunidades más afectadas y muchos residentes desplazados que siguen sin hogar meses después.

Y, según ellos, los obstáculos de Noto señalan el riesgo de enfocar demasiado la atención en la cuenca del Nankai, cuando otras partes del país están igual de amenazadas.

Por ejemplo, Sugimoto solía trabajar en Fukuoka, en la isla suroccidental de Kyushu. La zona en la que vivía sufiró terremotos destructivos en el pasado, a pesar de no estar catalogada como una de las zonas de alto riesgo cercanas a la Fosa de Nankai.

Por eso, “la gente no se preparó bien”, afirma. Y mientras que la zona de la Fosa de Nankai recibía financiación gubernamental para los preparativos ante terremotos, “la zona de Fukuoka donde yo vivía no recibe ayudas del gobierno central”.

Geller añadió que aunque el énfasis en Nankai ha hecho que la gente de esa región esté bien preparada, es “malo para el resto del país. Porque la gente piensa que Nankai es muy peligroso, pero nosotros estamos bien aquí en Kumamoto, o en la península de Noto”, comentó.

“Así que tiene el efecto de adormecer a todo el mundo con una falsa sensación de seguridad, excepto en la zona supuestamente inminente”.

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