¿Por qué la ultraderecha estadounidense adoptó al expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro?
Sofía Benavides
(CNN) — Este sábado, cuando los conservadores estadounidenses acudan en masa a la Conferencia de Acción Política Conservadora en Maryland, probarán hasta qué punto se han extendido sus propias ideas. El expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, habló desde el mismo escenario donde el exlíder estadounidense Donald Trump pronunciará las palabras de clausura del evento, un hombre que el exmandatario brasileño ha imitado intencionalmente desde el comienzo de su presidencia.
Lejos de su país de origen, Bolsonaro ha encontrado una cálida recepción en Estados Unidos: en las redes sociales, la mayoría de los seguridores brasileños publican videos de encuentros con Bolsonaro afuera de la casa que alquila en el sur de Florida y encuentros con él en estacionamientos, patios de comidas y supermercados, donde el expresidente aparece en pantalones cortos y sandalias, sonriendo y posando en fotos con niños.
Bolsonaro ha hecho varias apariciones en salas de conferencias de hoteles de EE.UU. e iglesias evangélicas dirigidas a expatriados brasileños, dando discursos que parecen tímidos e incómodos, mientras hace pausas para esperar a que los intérpretes lo alcancen, no siempre luciendo seguro de lo que se está diciendo.
Los seguidores de Bolsonaro lo esperan afuera de su casa en Kissimmee, Florida, EE.UU.
A principios de febrero, habló en el auditorio de un hotel Trump en las afueras de Miami, presentado nada menos que por el activista conservador y organizador de ultraderecha Charlie Kirk. Aunque Kirk admitió no saber mucho sobre Brasil, estaba flanqueado por las banderas de ambas naciones: un estandarte con flecos dorados y estrellas y la inconfundible bandera verde brillante de Brasil con un diamante amarillo y un círculo azul en el centro. “La lucha contra el socialismo y el marxismo no conoce fronteras”, afirmó Kirk a modo de introducción a una audiencia compuesta en su mayoría por brasileños que estaban allí para ver a Bolsonaro, “el mito” o leyenda, como lo llaman.
En una entrevista de podcast, Kirk y Bolsonaro habían hablado con entusiasmo sobre los puntos en común entre la derecha brasileña y estadounidense. Al describir su decisión de no asistir a la posesión del presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, Bolsonaro dijo: “No quería que me acusaran de colaborar con la forma torpe en que comenzaron su mandato, porque tenemos posiciones políticas completamente opuestas: conservadoras, en la derecha, y la de ellos, más cerca del socialismo por la izquierda”.
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“Suena muy similar a lo que estamos lidiando en Estados Unidos”, respondió Kirk.
Los puntos en común continúan. Desde expandir los derechos de portación de armas y desestimar el covid-19, hasta oponerse al aborto y abogar por políticas de inmigración más estrictas, Bolsonaro y Trump tuvieron mucho en común mientras estuvieron en el cargo. Las similitudes continaron después de eso; ambos rehuyeron las ceremonias de toma de posesión de sus sucesores y, en cambio, huyeron al abrazo de los círculos de la sociedad conservadora en Florida, donde Trump trasladó su residencia y donde Bolsonaro vive desde hace más de dos meses.
Pero hay otra razón para la gira de Bolsonaro por Estados Unidos: sus continuas apariciones en los escenarios estadounidenses tienen propósitos estratégicos para los movimientos de ultraderecha en ambos países.
Una asociación de ultraderecha que beneficia a ambas partes
Para Bolsonaro, participar en eventos políticos estadounidenses refuerza sus dichos de que continúa en la política y eventualmente asumirá nuevamente el liderazgo de la oposición de derecha de Brasil, a pesar de su estadía actual en el extranjero.
Para la derecha estadounidense, aliarse públicamente con una figura extranjera ayuda a expandir su alcance y crea la apariencia de estar confirmando teorías conspirativas que se originan en EE.UU. En 2022, fue el líder húngaro de línea dura Viktor Orban quien ocupó los titulares en CPAC. Este año, es Bolsonaro.
Bolsonaro posa para una fotografía en un evento en unrestaurant en Orlando, Florida, el 31 de enero de 2023.
La subdirectora de respuesta rápida de Media Matters, Madeline Peltz, que investiga los medios de comunicación de derecha y ha rastreado la forma en que figuras de ultraderecha como Steve Bannon, Tucker Carlson y Alex Jones hablan de Brasil, dice que los activistas estadounidenses y brasileños pueden ver los países ajenos como laboratorios en los que probar y observar tácticas.
Después de una dolorosa elección intermedia, agrega Peltz, los republicanos ahora se preguntan si continuar por el camino de ser empujados más a la derecha o adoptar un enfoque más mesurado, distanciándose del negacionismo electoral y los actos violentos del 6 de enero de 2021, convenientemente atribuyendo ese tipo de comportamiento al ala radical del partido.
“El Partido Republicano estaba evaluando esta tesis sobre si continuar por el camino del trumpismo, de negación electoral extrema, y eso también se refleja en los comentarios de los medios de comunicación de derecha sobre Brasil: estaban probando esa tesis tanto en las elecciones estadounidenses como en las elecciones brasileñas”, dijo Peltz.
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El plan no ha mostrado los resultados esperados, indicó. “Los republicanos tuvieron un desempeño inferior, para decirlo de forma amable, y Bolsonaro perdió las elecciones”.
En este acto de equilibrio, Bolsonaro trata de averiguar dónde puede encajar. Aunque rechazó la invasión de los edificios gubernamentales en Brasilia el 8 de enero por parte de sus partidarios, en los días posteriores a las elecciones dio la bienvenida a manifestaciones pacíficas mientras su partido presentaba peticiones para una auditoría de las máquinas de votación, alegando fraude. Impulsó a sus seguidores con migajas de información errónea sobre el fraude electoral e hizo comentarios vagos que insinuaban un posible golpe de Estado.
Consultada sobre si Bolsonaro no es demasiado problemático y desordenado para ser parte de la política estadounidense —en tanto un presidente que defendió infamemente la violación, la tortura y una dictadura militar y actualmente enfrenta múltiples investigaciones criminales en su país— Peltz bromeó: “Ellos obtienen su poder de ser problemáticos y desordenados”. El valor del shock y la controversia en realidad pueden darle influencia en el universo político estadounidense, explicó.
Destacados conservadores estadounidenses han brindado apoyo a Bolsonaro durante mucho tiempo. “(Steve) Bannon se ha considerado durante mucho tiempo una especie de hombre en saco de la izquierda en términos globales”, y su “próximo acto” después de dejar la Casa Blanca fue formar una especie de coalición global de movimientos de ultraderecha, dijo Peltz. Brasil fue un ejemplo ganador de su penetración política.
Bolsonaro llevó a Bannon como asesor en su primera campaña presidencial en 2018, y Bannon, a su vez, comenzó a mencionar cada vez más al líder sudamericano a su audiencia estadounidense, posó para fotos con los hijos de Bolsonaro en visitas a Estados Unidos y expresó su apoyo al presidente en sus redes sociales cada vez que estaba bajo escrutinio.
Y no es el único. En los días posteriores a las elecciones presidenciales de Brasil en noviembre, cuando Bolsonaro y su partido presentaron peticiones para que se anularan decenas de miles de votos, otra voz conservadora prominente intervino en su favor. El presentador de Fox News, Tucker Carlson, cuestionó si la votación era legítima —a pesar de que los tribunales brasileños rechazaron las denuncias de fraude y una investigación militar no encontró evidencia de que hubo máquinas de votación manipuladas—.
Rodrigo Nunes, profesor de filosofía en la Universidad de Essex y autor de “From Trance to Vertigo”, un libro de ensayos sobre el bolsonarismo, dijo que el valor de Bolsonaro para los conservadores estadounidenses proviene de dos factores.
Primero, “es un expresidente de un país importante. Geopolíticamente, era un aliado relevante de Trump, porque estaba 100% alineado con con él”. Como exlíder de la ultraderecha global y parte de la “ecología”, la voz de Bolsonaro puede amplificarse en Estados Unidos siempre que sus ideas sean relevantes, dijo Nunes.
En segundo lugar, Bolsonaro frecuentemente imita y se hace eco del discurso de la ultraderecha en EE.UU., que puede retroalimentarse en el país norteamericano como una confirmación adicional de lo que dice la ultraderecha allí, explicó Nunes.
“Así es como funciona este enfoque ecológico de la organización política. Cuando usas Internet, ¿cómo haces algo real? Difundes suficientes fuentes para que parezca que viene de varios lugares diferentes al mismo tiempo y, de repente, esto produce un efecto de realidad, parece que es real, porque hay mucha gente diciéndolo y donde hay humo, también hay fuego”.
En cierto modo, el ciclo se ejemplifica en la insurrección en espejo que tuvo lugar en Brasilia el 8 de enero. Es imposible no ver la influencia del 6 de enero de 2021 en las acciones de los alborotadores allí y, sin embargo, “el 6 de enero brasileño” fue defendido por Carlson y Bannon, incluso cuando la reacción de Bolsonaro y muchos en su campo fue contradictoria.
Al día siguiente de los disturbios de Brasilia, Bolsonaro condenó los hechos en un tuit. “Las manifestaciones pacíficas que cumplen la ley son parte de la democracia. Sin embargo, las depredaciones e invasiones a edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, escapan de la regla”, afirmó.
Pero en la política estadounidense, lo que Bolsonaro piensa o dice importa menos que lo que significa la invasión de edificios públicos a miles de kilómetros de distancia para los votantes estadounidenses que creen que les robaron sus propias elecciones.
“La forma en que se construye su narrativa, en gran medida, como una copia o un espejo de la narrativa que tienen en EE.UU. es muy útil en el sentido de mostrarle a la gente que esto también está sucediendo en otros lugares. Esto prueba toda la idea de que hay una conspiración global, una conspiración global de izquierda para mantenernos a nosotros, y las personas que representan a las personas reales, fuera del poder”, dijo Nunes.
En otro evento reciente, Bolsonaro subió al púlpito de una iglesia evangélica en Boca Raton, Florida, y le dijo a una multitud de brasileños: “Mi misión aún no ha terminado”.
Al mismo tiempo que exaltó las maravillas de Brasil (“No hay nada como nuestra propia tierra”), instó a sus seguidores a no desanimarse y dijo que planeaba regresar a Brasil en las próximas semanas para liderar la oposición contra Lula. Si eso es cierto, la CPAC podría ser su última aparición en la política estadounidense antes de regresar a casa con un futuro político incierto.
Para Peltz, sería la conclusión natural de lo que describió como el “desvío extraño y sin rumbo hacia Estados Unidos” de Bolsonaro, dada la influencia menguante del CPAC en el panorama político estadounidense. “La CPAC ya no lanza las carreras de los aspirantes que buscan tener un impacto, sino que ahora es simplemente una casilla para marcar. Y sin mucho más en su lista de cosas por hacer, Bolsonaro también podría marcarlo”.
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