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La espiral de costos de la guerra supone un creciente dolor económico para Rusia

KIFI

Juan Pablo Elverdin

Londres (CNN) — “No tenemos restricciones de financiación”, dijo el presidente de Rusia, Vladimir Putin, en una reunión de altos mandos militares en diciembre. “El país, el Gobierno, proporcionará lo que pida el Ejército”. Dieciocho meses después de su guerra en Ucrania, Putin parece estar cumpliendo esa promesa.

Pero lo está haciendo cada vez más a expensas de otro pacto tácito con el pueblo ruso: mantener la estabilidad económica en casa.

Unas semanas antes de esa reunión de diciembre, Putin había promulgado un presupuesto que destinaba 4,98 billones de rublos (US$ 52.000 millones al cambio actual) a la “defensa nacional” en 2023, un poco más que el gasto del año pasado. Pero según un documento gubernamental visto por Reuters a principios de este mes, esa previsión se ha duplicado ahora hasta los 9,7 billones de rublos (US$ 101.000 millones). Eso es casi tres veces lo que Rusia gastó en defensa en 2021, antes de su invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022.

Es probable que esas cifras subestimen el total gastado en el esfuerzo bélico de Rusia. El Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, que rastrea el gasto militar en todo el mundo, estima que la línea de “defensa nacional” en los presupuestos oficiales de Rusia sólo representa alrededor de tres cuartas partes del gasto militar total.

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Richard Connolly, especialista en la economía rusa del Real Instituto de Servicios Unidos para Estudios de Defensa y Seguridad, también sugiere que el gasto militar de este año superará con creces los US$ 100.000 millones. Según Connolly, antes de la guerra Rusia solía gastar en defensa entre el 3% y el 4% de su producto interior bruto anual, pero ahora podría gastar entre el 8% y el 10%.

Si se tiene en cuenta el precio de los bienes y servicios en Rusia, la cantidad equivalente en dólares para 2023 parece aún mayor, probablemente más cercana a los US$ 300.000 millones, estima Janis Kluge, asociada principal del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad.

La generosidad del Kremlin con sus fuerzas armadas ya ha tenido un elevado coste económico.

El déficit presupuestario de Rusia —la diferencia entre gastos e ingresos— ha aumentado drásticamente desde el comienzo de la guerra, ya que los ingresos procedentes de las exportaciones de petróleo y gas se han visto afectados por las sanciones occidentales y los fuertes descuentos para los compradores restantes. La bajada de los precios de la energía este año y los recortes de producción destinados a sostenerlos han aumentado la presión.

Los ingresos del sector del petróleo y el gas fueron un 41% inferiores en el periodo de enero a julio que en el mismo periodo de 2022.

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Esto significa que el Gobierno tiene que pedir más préstamos. La deuda pública, actualmente en el 14,9% del PIB, va a aumentar.

“Vamos a aumentar nuestra deuda, es una situación desesperada. Tendremos que hacerlo porque nuestro capítulo de gastos está creciendo”, declaró el mes pasado la Viceministra de Hacienda, Irina Okladnikova. El plan es mantenerse dentro del “límite de seguridad” del 20% del PIB, añadió. (Rusia sigue siendo uno de los países menos endeudados del mundo gracias, en parte, a sus ingresos procedentes de la energía y otras materias primas).

Las exportaciones de Rusia siguen siendo superiores al valor de sus importaciones, a pesar del impulso que estas últimas reciben del abultado gasto militar. Pero ese superávit cayó un 85% en el primer semestre del año, en comparación con el mismo periodo de 2022, con lo que el país se acerca peligrosamente al déficit.

Los países con este déficit por “cuenta corriente” suelen depender de las entradas de capital extranjero. Pero eso es menos una opción para Moscú, debido a las sanciones, dijo a CNN Liam Peach, economista senior de mercados emergentes de Capital Economics.

“Rusia no puede obtener préstamos del extranjero, está bloqueada en los mercados de capitales occidentales”, dijo Peach.

Una tienda de comestibles en San Petersburgo, Rusia, en junio.

Además, Rusia tampoco puede recurrir a la gran parte de las reservas de divisas de su banco central que están congeladas en Occidente. Esto significa que podría verse obligada a reducir sus importaciones.

La rápida desaparición del superávit ha contribuido a la depreciación del rublo, según el banco central ruso. La divisa ha perdido más del 30% de su valor este año, debilitándose por encima de los 100 rublos por dólar a principios de este mes.

Kluge, del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad, afirmó a CNN que el rublo aún puede caer más.

“Lo último que quieren [el gobierno] es que los rusos pierdan la confianza en la moneda rusa y que en algún momento empiecen a cambiar todos los rublos por divisas, porque entonces se crearía un círculo vicioso. Y eso podría crear una especie de crisis monetaria en Rusia”, afirmó.

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Un rublo más débil se traduce en un aumento de los precios, según declaró el Banco Central de Rusia el 15 de agosto, cuando elevó su principal tipo de interés en 3,5 puntos porcentuales, hasta el 12%, en una reunión de urgencia programada a toda prisa. Los responsables de la política monetaria declararon que la decisión, tomada al día siguiente de que el rublo tocara su nivel más bajo en 17 meses frente al dólar, estaba “encaminada a limitar los riesgos para la estabilidad de precios”.

La inflación anual de los precios al consumo alcanzó el 4,3% en julio, superando el objetivo del 4% fijado por el banco central.

Puede que sean necesarias más subidas de tipos, o incluso la reintroducción de controles destinados a mantener los dólares en Rusia, aunque es probable que ralenticen el crecimiento económico.

Por otra parte, el aumento del gasto militar está impulsando la producción industrial de Rusia y, con ella, el PIB. El mes pasado, el Fondo Monetario Internacional elevó su previsión de crecimiento del PIB del país para este año al 1,5% desde el 0,7% que predijo en abril, señalando que “un gran estímulo fiscal” estaba impulsando la fortaleza económica de Rusia.

Sin embargo, “no es el tipo de crecimiento del que deberíamos alegrarnos”, afirmó Alexandra Suslina, economista independiente que abandonó Rusia poco después de la invasión.

“Si produces un tanque, por supuesto que eso supone una gran contribución al crecimiento formal del PIB. Pero ese tanque no arará un campo… no te ayudará a enseñar a la gente o a darles tratamiento médico. No es un estímulo para el desarrollo a largo plazo”, explicó a CNN.

Decisiones difíciles

Los economistas reconocen que la economía rusa ha funcionado hasta ahora mejor de lo esperado. Suslina argumenta que la tradicional resistencia del pueblo ruso ha servido de “recurso extra”.

“La herencia soviética enseñó a la gente a vivir literalmente en la pobreza, a no contar con nada”, dijo. “Y están preparados para permanecer mucho tiempo en ese modo de supervivencia”.

Alexandra Prokopenko, académica no residente del Carnegie Russia Eurasia Center de Berlín, añadió que los responsables políticos y las empresas rusas también eran expertos en gestionar las crisis.

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Pero las tensiones en la economía se están intensificando.

Aunque los precios del petróleo han subido desde finales de junio, siguen muy por debajo de los máximos del año pasado, que ayudaron a Moscú a capear el impacto de las sanciones. Sus ingresos por exportaciones de petróleo en julio fueron US$ 4.100 millones más bajos que hace un año, según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía.

“Rusia se encuentra en una posición en la que sencillamente no puede vivir con un precio del petróleo mucho más bajo. La estabilidad macroeconómica depende de que los precios del petróleo se mantengan en los niveles actuales”, afirmó Peach, de Capital Economics.

Según Prokopenko, Rusia podría financiar la guerra durante un año más, pero si se prolonga, el gobierno tendrá que tomar “decisiones difíciles”.

“Las contrapartidas serán que tendrán que subir los impuestos o recortar el gasto en infraestructuras, como la construcción de carreteras y el mantenimiento de puentes, porque el gasto militar exigirá cada vez más [del presupuesto]”, dijo a CNN.

Peach está de acuerdo y afirma que, en un futuro próximo, Rusia necesitará tapar su déficit presupuestario y podría subir los impuestos a los sectores más rentables de la economía, como los bancos y las empresas energéticas.

“Las empresas más grandes de Rusia estarán cada vez más sometidas a quienes ostentan el poder. El coste de una mayor implicación del Estado, del aislamiento de Occidente y de un compromiso permanente con los objetivos militares será debilitar las perspectivas de crecimiento y el nivel de vida de Rusia”, escribió en una nota el mes pasado.

– Anna Cooban, Tim Lister y Olesya Dmitracova han contribuido a este artículo.

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