Científicos dicen haber confirmado pruebas de que los humanos llegaron a América mucho antes de lo que se pensaba
Melissa Velásquez Loaiza
(CNN) — Cuando en 2021 se hizo público el descubrimiento de huellas fosilizadas en lo que hoy es Nuevo México, la arqueología vivió un momento explosivo que parecía haber reescrito un capítulo de la historia de la humanidad. Ahora, nuevas investigaciones aportan más pruebas de su importancia.
Aunque parece que podrían haber sido hechas ayer, las huellas fueron prensadas en el barro hace entre 21.000 y 23.000 años, según la datación por radiocarbono de las semillas de una planta acuática que se conservaron encima y debajo de los fósiles.
Esta fecha hizo retroceder drásticamente la cronología de la historia de los humanos en América, la última masa continental en ser colonizada por pueblos prehistóricos. Las 61 huellas fechadas, que se descubrieron en la cuenca de Tularosa, cerca de la orilla de un antiguo lago del Parque Nacional de White Sands, se realizaron en una época en la que muchos científicos creen que las enormes capas de hielo habían sellado el paso de los humanos a América del Norte, lo que indica que los humanos llegaron a la región incluso antes.
Los humanos habrían llegado a Norteamérica mucho antes de lo que se creía, revelan nuevos estudios
Una sola huella humana en el yacimiento. (Crédito: National Park Service)
Sin embargo, algunos arqueólogos cuestionaron la antigüedad de las huellas establecidas por esos hallazgos iniciales. Los escépticos señalaron que plantas acuáticas como la Ruppia cirrhosa —la utilizada en el estudio de 2021— pueden adquirir carbono de átomos disueltos en el agua y no en el aire, lo que puede dar lugar a una datación engañosamente temprana.
En un estudio de seguimiento publicado el jueves en la revista Science, los investigadores afirman haber aportado dos nuevas líneas de evidencia que apoyan sus fechas iniciales.
Huellas humanas rellenas de arena blanca de yeso en el Parque Nacional de White Sands. (Crédito: Servicio de Parques Nacionales)
Kathleen Springer, geóloga investigadora del Servicio Geológico de EE.UU. y coautora principal del nuevo artículo de la revista Science, afirmó en un comunicado de prensa: “Incluso cuando se publicó el trabajo original, seguimos adelante para probar nuestros resultados con múltiples líneas de evidencia”.
“Confiábamos en nuestras edades originales, así como en las sólidas pruebas geológicas, hidrológicas y estratigráficas, pero sabíamos que era fundamental un control cronológico independiente”.
Durante mucho tiempo se ha debatido cuándo y cómo llegaron los primeros humanos a América, y aún no se sabe muy bien. Las estimaciones actuales sobre los primeros habitantes oscilan entre hace 13.000 y más de 20.000 años. Sin embargo, las pruebas arqueológicas más antiguas del poblamiento de la región son escasas y a menudo controvertidas, por lo que las huellas son especialmente importantes.
La confirmación de la antigüedad de las huellas
Para su estudio de seguimiento, los investigadores se centraron en la datación por radiocarbono del polen de coníferas, porque procede de una planta terrestre y evita los problemas que pueden surgir al datar plantas acuáticas como la Ruppia, según el comunicado de prensa.
Los científicos pudieron aislar unos 75.000 granos de polen, recogidos exactamente de las mismas capas que las semillas originales, para cada muestra. Se necesitan miles de granos para alcanzar la masa necesaria para una sola medición de radiocarbono. La edad del polen coincidió con la de las semillas.
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Una zanja en el lugar del estudio con David Bustos, director del programa de recursos del Parque Nacional de White Sands, en primer plano. (Crédito: Servicio de Parques Nacionales)
El equipo también utilizó una técnica de datación conocida como luminiscencia ópticamente estimulada, que determina la última vez que los granos de cuarzo del sedimento fósil estuvieron expuestos a la luz solar. Este método sugería que el cuarzo tenía una edad mínima de 21.500 años.
“La reacción inmediata en algunos círculos de la comunidad arqueológica fue que la precisión de nuestra datación era insuficiente para hacer la extraordinaria afirmación de que los humanos estuvieron presentes en Norteamérica durante el Último Máximo Glacial”, dijo Jeff Pigati, geólogo del USGS y coautor principal del estudio. “Pero nuestra metodología específica en esta investigación ha merecido la pena”.
Este estudio ayuda a esclarecer la gran historia de la evolución humana, pero aún queda mucho por saber sobre cómo se pobló el continente americano.
No está claro si los primeros humanos llegaron en barco o a través de un puente terrestre desde Asia. Tampoco está claro, a pesar de los avances en pruebas genéticas, si fueron una o varias las poblaciones de los primeros humanos modernos que emprendieron el largo viaje.
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Bente Philippsen, profesora asociada y experta en datación por radiocarbono de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, afirmó que determinar la edad de los granos de polen es un “proceso intrincado que conlleva un riesgo de contaminación”.
Es más, señaló en un comentario publicado junto al estudio, las fechas derivadas de la luminiscencia tienen grandes incertidumbres de medición.
Sin embargo, afirmó que los resultados del nuevo estudio “indican claramente” la presencia humana en América en la época del Último Máximo Glacial, un periodo entre 19.000 y 26.000 años atrás en el que dos enormes capas de hielo cubrieron el tercio norte de Norteamérica, llegando tan al sur como Nueva York, Cincinnati y Des Moines (Iowa).
El hielo y las bajas temperaturas habrían hecho imposible un viaje entre Asia y Alaska en esa época, lo que significa que las personas que dejaron las huellas probablemente llegaron mucho antes.
Jennifer Raff, profesora asociada de la Universidad de Kansas y autora de “Origen: A Genetic History of the Americas”, afirma que el hallazgo de las huellas es un “gran avance” en este campo.
“Los continentes americanos fueron el último paso en el viaje global de los humanos modernos a través del mundo”, dijo por correo electrónico. “Es fascinante imaginar cómo debió ser entrar en una nueva región y enfrentarse a los retos (y oportunidades) que habrían presentado los nuevos entornos”.
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