“Un vistazo al infierno”: la guerra de Israel en Gaza le ha costado a esta joven sus mejores amigos
Alexandra Ferguson
(CNN) — Nowara Diab intentaba ahogar los sonidos de los ataques aéreos escuchando música, pero no era suficiente para deshacerse de la sensación de inquietud que sentía en sus entrañas.
Entonces sonó su teléfono. Era una amiga que le decía que había oído que Maimana Jarada, la mejor amiga de Diab, y su familia habían muerto a causa de los bombardeos israelíes.
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Se le hizo un nudo en el estómago y sintió que le entraba el pánico. Diab llamó repetidamente al número de Jarada pero, al no obtener respuesta, se dio cuenta de que era cierto: habían matado a Jarada.
La joven de 20 años dice que rompió en llanto mientras sentía que las paredes se cerraban a su alrededor. El dolor fue aún más intenso para Diab porque solo 10 días antes se había enterado de que otro amigo, Abraham Saidam, también había muerto por los ataques aéreos israelíes.
“Vivir sin ellos es lo peor que he sentido”, dijo Diab. “Me duele el corazón cada día pensando que no están aquí y que ya no van a estar aquí para mí, me duele”.
Recuerda cómo se quedó helada de incredulidad y empezó a llorar cuando recibió el mensaje de texto sobre Saidam.
“Mi madre me miró para preguntarme qué me pasaba. Me tapé la boca con las manos y me quedé callada, todo estaba borroso y yo estaba en completo shock”.
Nowara Diab en Rafah, sur de Gaza. Crédito: CNN
A pesar de los repetidos cortes de las telecomunicaciones en medio del asedio israelí, Diab ha conseguido hablar con CNN desde Gaza a través de notas de voz, mensajes de texto y videos sobre la vida y las amistades que ha perdido desde el 7 de octubre.
A medida que la guerra de Israel se acerca a su cuarto mes, los bombardeos sostenidos de las fuerzas israelíes en Gaza han tenido un impacto devastador en la población civil de la zona. El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, condenó la “totalmente inaceptable” matanza de civiles y renovó su llamamiento a un “alto el fuego humanitario inmediato” para aliviar el sufrimiento de los palestinos del enclave, después de que el número de muertos superara los 25.000, según el Ministerio de Sanidad dirigido por Hamas.
A lo largo de la guerra de Israel, lanzada en respuesta a los ataques de Hamas del 7 de octubre, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han dicho en repetidas ocasiones que solo atacan a los combatientes de Hamas, no a los civiles.
El enclave es una de las zonas más densamente pobladas del mundo, con unos 2,2 millones de habitantes.
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Las condiciones en Gaza son un “infierno”
Al principio de la guerra, Diab vio cómo caían bombas cerca de su casa en la Ciudad de Gaza. Ella y su familia sabían que tenían que marcharse por su propia seguridad.
“Aquella noche fue espantosa, daba tanto miedo que estaba segura de que iba a morir”, relata.
Tras huir varias veces, Diab y su familia viven ahora en Rafah, al sur de Gaza, y forman parte de los casi 1,9 millones de desplazados en todo el territorio, según datos de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNWRA, por sus siglas en inglés).
Los bombardeos israelíes y la consiguiente crisis humanitaria han hecho insoportable la situación en el enclave, y la agencia de la ONU para la infancia, la Unicef, ha afirmado que las condiciones de los menores son un “infierno”. La agencia de la ONU ha descrito Gaza como el lugar más peligroso del mundo para ser niño y ha afirmado que la violencia constante está exponiendo a los jóvenes a traumas emocionales y daños psicológicos devastadores.
Diab explica que, cuando camina por las calles, observa los rostros de sus compatriotas de Gaza y solo ve tristeza y dolor.
Dice que perder a sus mejores amigos y verse obligada a dejar atrás la vida que conocía ha afectado a su propia salud mental.
“Soy incapaz de sentir, no me siento feliz ni triste ni nada”, afirma. “No sé por qué pero todo esto ha consumido mi energía, lloro de vez en cuando pero no como lloraba antes, es muy breve”.
Un vistazo al infierno
Antes de la guerra, Diab estaba en su último año de universidad estudiando Literatura Inglesa y Francesa en la Universidad de Al Azhar. Como la mayoría de los jóvenes, disfrutaba pasando el tiempo con sus amigos y saliendo a comer en la ciudad.
A veces, cuando Diab cierra los ojos, aún puede recordar el tenue olor de la casa de su familia en el norte de Gaza, destruida por los bombardeos desde el 7 de octubre. “Incluso los desperfectos guardan recuerdos”, afirma. “Si mi hermana pequeña dibujaba algo en las paredes, mi madre enfurecía, pero sigue guardando un recuerdo”.
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Diab dice que añora el tipo de problemas que tenía antes de la guerra, como perder el autobús para ir a la universidad o aburrirse en las clases. “Ya no puedo hacerlo porque bombardearon mi universidad, bombardearon mi casa y perdí a mi mejor amiga”, dice.
Diab describe su situación como peor que una pesadilla porque es incapaz de despertar de ella.
“Ahora me río de mí misma cuando digo ‘mi vida’, porque ésta no es mi vida, está muy lejos de mi vida”, continuó. “Esto es un vistazo al infierno”.
Maimana Jarada, izquierda, y Nowara Diab en Gaza antes del 7 de octubre. Crédito: Nowara Diab
Rara vez hay un momento en que Jarada y Saidam salgan de la mente de Diab, dice, y piensa en ellos cada vez que mira fotos en su teléfono o ve a otras personas con sus amigos.
“Ahora la necesito más que nunca, pero sé que está en un lugar mejor”, dice Diab.
“Y sé que Abraham es feliz ahora, simplemente lo sé, pero los extraño”.
Mejores amigas
Diab y Jarada eran amigas de la infancia, con un humor y unos intereses comunes que crearon un vínculo como si fueran hermanas. En un video compartido con CNN, están sentadas una al lado de la otra, riendo y haciendo lip-sync con un sonido viral de Tik Tok que se originó en un sketch de Saturday Night Live sobre la amistad.
“¿Cómo describiría a Jarada? Es simplemente única, un alma preciosa y una persona muy artística”, dijo Diab a CNN, añadiendo que Jarada tenía “el corazón más grande” y que creaba cuadros para ella.
El año pasado, Jarada pintó un girasol para el cumpleaños de Diab. Diab dice que lo aceptó sin saber que sería el último regalo que le haría su amiga antes de morir a los 20 años.
Cuando Diab y su familia huyeron de la Ciudad de Gaza, tuvo que dejar atrás el cuadro.
Un girasol pintado por Maimana Jarada para el cumpleaños de Nowara Diab el año pasado. Crédito: Nowara Diab
En la universidad, el interés de Diab por las artes la llevó a participar en un grupo de teatro, donde se hizo buena amiga de Saidam tras pensar inicialmente que era callado.
“Incluso parecía introvertido, pero luego descubrimos que es extrovertido y que era tan divertido y excepcional”, dice.
Diab recuerda cómo ambos participaron en una obra basada en la “Odisea” de Homero. Saidam interpretaba al rey Odiseo y hacía reír a todo el mundo, dijo.
El día que Diab se enteró de la muerte de su amigo de 27 años, lloró mucho, pero decidió ser fuerte porque no podía hacer nada más, dijo.
Abraham Saidam en un ensayo de una obra basada en la Odisea de Homero. Crédito: Nowara Diab
Ayuda “lamentablemente insuficiente”
En Rafah, lo único que Diab intenta es sobrevivir un día más, dice, buscando artículos esenciales como gas para cocinar y agua, ambos muy escasos.
“¿Te imaginas vivir sin agua? Lo más básico, sólo para beber, sólo para seguir viviendo”, dijo Diab. “Ahora todo el mundo está siendo asesinado y si no vas a morir de (los ataques aéreos) vamos a morir de hambre o de sed”.
Pero a pesar de todo lo que está ocurriendo, dice que nunca olvidará la generosidad y amabilidad de los vecinos donde han buscado refugio en Rafah y Khan Younis.
Una vecina de Rafah les daba platos de comida y dejaba que la familia de Diab se duchara en su casa. “Ver a alguien que da tanto en estas circunstancias es sorprendente y ella es muy amable”, dijo Diab.
“Otra familia se acercó y nos ofreció agua para ducharnos y para cargar nuestros teléfonos y, en menos de una hora, nuestros teléfonos estaban completamente cargados”, explicó, algo nada desdeñable en Gaza, donde la escasez de combustible dificulta el acceso a la electricidad.
Nowara Diab en la casa en la que se aloja en Rafah, al sur de Gaza. Crédito: CNN
Aunque la ayuda ha entrado en el enclave, lo ha hecho en condiciones difíciles y la ONU ha advertido en repetidas ocasiones que el volumen que llega sigue siendo “lamentablemente insuficiente”.
Diab afirma que la sed extrema ha llevado a su familia a beber agua solo apta para lavar la ropa o ducharse.
Las familias de Gaza se ven obligadas a consumir agua contaminada debido al asedio israelí, lo que aumenta el riesgo de enfermedades. A principios de este mes, la Unicef advirtió que la intensificación del conflicto ha puesto en peligro la vida de más de 1,1 millones de niños, sumiéndolos en un ciclo mortal de violencia, desnutrición y enfermedad.
Mientras los ataques aéreos azotan el sur de Gaza, Diab teme por su seguridad en Rafah, y afirma que no hay ni un centímetro en el enclave que sea realmente seguro, a pesar de que Israel declaró una zona segura y anuncia periódicamente las horas en que dejará de bombardear para que la gente pueda desplazarse con seguridad. Y aunque desea que la guerra termine, carece de esperanza en el futuro.
“Vamos a ver la Ciudad de Gaza arrasada, vamos a verlo con nuestros propios ojos, lo que será desgarrador”, dijo sobre cualquier futuro regreso a su hogar.
“Imagínate volver, cuando todo esto acabe y no haya nada a lo que volver, ni una universidad, ni una casa, nada. Así que incluso cuando esto acabe, nos espera más agonía y dolor”.
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