ANÁLISIS | Democracia en Rusia, de los soviets a la Duma: radiografía de una elección peculiar
Sofía Benavides
(CNN Español) — En torno a la actualidad de Rusia hay una serie interrogantes que abarcan la economía, el futuro de la guerra que libra en Ucrania, la seguridad de los opositores dentro del país y la posibilidad de un enfrentamiento nuclear. Pero sobre todas esas incógnitas pesa una certeza: en las elecciones de esta semana, que concluyen este domingo, el presidente Vladimir Putin obtendrá una contundente victoria que extenderá su mandato al menos hasta 2030.
Para que eso ocurra, el actual mandatario ha despejado su camino de obstáculos, desde eventuales candidatos opositores con cierta popularidad hasta cláusulas constitucionales que hubieran impedido su reelección.
La muerte de Alexey Navalny el mes pasado en circunstancias no aclaradas mientras cumplía una condena en Siberia se sumó así a las prohibiciones de una serie de candidatos por parte de la Comisión Electoral Central (CEC), entre ellos el pacifista Boris Nadezhdin y, antes de él, la experiodista Yekaterina Duntsova. En ambos casos el organismo argumentó cuestiones administrativas como falta de firmas e incumplimiento de algún requisito.
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En 2021, Putin promulgó una ley que lo habilitó para postularse para dos mandatos más, después de que un referéndum el año anterior le permitiera reiniciar el reloj de los límites de su mandato. En 2008, una enmienda constitucional había ampliado los mandatos presidenciales de cuatro a seis años, y un intercambio temporal de puestos con su entonces primer ministro le permitió volver a la presidencia en 2012, después de ocupar ese cargo entre el 2000 y el 2008.
Ya sea porque los resultados están cantados de antemano o porque los candidatos opositores son muy impopulares, lo cierto es que los rusos no consideran que las elecciones de esta semana sean un evento demasiado interesante. Así lo asegura el observador político de Meduza —un sitio opositor en Rusia— Andrey Pertsev. Basándose en las encuestas semanales de FOM, dijo a CNN que solo el 1% de los ciudadanos mencionaron las elecciones como uno de los eventos significativos por venir. “Incluso los partidarios de Putin tienen poco interés en las elecciones porque, después de todo, la propaganda indica que nada amenaza el poder de Putin”, indica Perstev.
Mujeres posan frente a un mural que representa al presidente Vladimir Putin, después de votar en las elecciones presidenciales de Rusia en un colegio electoral en una escuela local en Donetsk, en los territorios de Ucrania controlados por Rusia, el 15 de marzo de 2024. (Foto de STRINGER/AFP vía Getty Images)
¿Qué pasa en Rusia?
Es una respuesta difícil de responder, debido a que “hoy en Rusia nadie dice la verdad”, como advierte un académico que trabaja en la Universidad Estatal de San Petersburgo y que pidió a CNN preservar su identidad. Se refiere al Gobierno, por un lado, y a la población por el otro.
“Al principio de la era Putin se selló una especie de contrato social: Putin trajo bienestar económico y el pueblo dejó de meterse en la política. Sobre todo, la clase media y los intelectuales. En ese momento, además, no había represión en la vida privada, ni leyes homofóbicas, ni guerra nacionalista. El Estado no se metía en los asuntos de nadie y lo que se decía en la Duma (parlamento) no importaba. Hubo un proceso de desprestigio adrede de los mecanismos democráticos, de los medios y del parlamento, entre otros. Fue la estrategia de Putin: todos mienten, incluso yo. Eso impulsó la apatía que vivimos hoy”, explica el académico.
Algo similar describió una joven estudiante de 23 años que dejó Rusia en mayo del 2022 y que actualmente vive en Europa, al ser consultada por las encuestas que atribuyen a Putin en torno a un 80% de apoyo popular. Una de esas encuestas es la del Centro Levada, una organización no gubernamental cuyos números indican que la aprobación del presidente oscila entre el 80% en septiembre de 2023 y el 86% de febrero de 2024, el mismo mes de la muerte de Navalny.
“No es que esos números sean inventados, pero debes saber que si llamaran a mi casa a preguntarme si respaldo a Putin no respondería que no, simplemente colgaría el teléfono. Jamás hablaría de eso con encuestadores, básicamente porque podría traerme problemas”. Ella es otra de las personas que ha pedido no dar su nombre real en este artículo, por miedo a no poder regresar a su país en el futuro.
En esta fotografía distribuida por la agencia estatal rusa, el presidente Vladimir Putin (R) se reúne con residentes locales después de una visita al complejo de invernaderos Solnechniy Dar, parte del holding agroindustrial ECO-Culture, en Stavropol el 5 de marzo de 2024. (Foto de MIKHAIL METZEL/POOL/AFP vía Getty Images)
Además de quienes prefirieron preservar su identidad, otras cuatro personas contactadas por CNN rechazaron dar su opinión bajo el argumento de que es peligroso.
La estudiante reconoce, sin embargo, que sí existe un amplio sector que respalda a Putin. “Creo que en muchos casos no hay alternativa. Sobre todo, entre gente menos educada, o adultos mayores que miran mucha televisión”.
Los medios de comunicación constituyen otro elemento central del peculiar sistema ruso. Los que existen tienen características propagandísticas en favor del Gobierno y los independientes se encuentran prohibidos. Así, mientras que en muchos países del mundo la televisión atraviesa un declive producto de la caída de las audiencias, en Rusia se trata del principal medio de comunicación consumido por los adultos y los adultos mayores. En el caso de los jóvenes, muchos apelan a los VPN para acceder a sitios prohibidos.
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Orgullo herido y guerra
Hay algo más compartido por muchas personas mayores en Rusia y que podría explicar su respaldo a Putin, vinculado a la recuperación del orgullo ruso. La periodista argentina Hinde Pomeraniec, autora del libro “Rusos de Putin. Postales de una era de orgullo nacional y poder implacable” (Ariel, 2009) lo explica para CNN: “Es un sentimiento de pertenencia a una patria que tuvo a León Tolstoi, que hizo la Revolución Rusa y que lideró una exitosa campaña espacial durante la era soviética. Y ese orgullo fue herido porque, por ejemplo, pocos jóvenes en cualquier lugar del mundo hoy saben que fueron ellos quienes derrotaron a los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Por eso los valores son para los rusos una cuestión religiosa pero también conceptual, y por lo tanto importante”.
De acuerdo con Pomeraniec, esos valores nacionales están por encima de los sentimientos o aspiraciones democráticas. “Tanto la religión como los valores son fundamentales entre la ciudadanía rusa y los políticos del Kremlin lo saben. Son valores que los enfrentan a Occidente y que están en la base del apoyo a la guerra y en la sustentabilidad del sistema. Por eso, más allá de todo, sostengo que la base política de Putin es la recuperación del orgullo herido ruso”.
Además, la pobreza disminuyó durante la guerra, porque –en su mayoría- fueron los pobres los que fueron al frente. “La labor de los soldados está muy bien paga. Representa el triple que un buen salario en las ciudades grandes del país. Además, el Estado paga una importante indemnización a la familia de un soldado que muere en batalla. La gente con ese dinero puede hacer muchísimas cosas, como resolver su hipoteca”, explica el académico consultado por CNN sobre los sentimientos encontrados que hay en Rusia al respecto del conflicto con Ucrania.
La guerra también ha enfrentado a Putin a una situación de precariedad. “La guerra fue un crimen de Putin contra sí mismo, por varios motivos. Un millón y medio de personas dejaron el país desde el comienzo del conflicto en febrero de 2022, en el que es el mayor exilio desde la Revolución Rusa”, indica el académico.
En esta fotografía distribuida por la agencia estatal rusa, el presidente ruso Vladimir Putin (C) posa con las graduadas de la Escuela Superior de Pilotos de Aviación Militar de Krasnodar en Krasnodar el 7 de marzo de 2024. ( Foto de MIKHAIL METZEL/POOL/AFP vía Getty Images)
Según él, aunque no existe un sentimiento antibélico demasiado extendido, la guerra sí tuvo efectos como limitar los viajes de la clase media y también instaló la idea del peligro inminente. “Hay miedo ante la posibilidad de otra movilización militar, lo que preocupa tanto a los jóvenes como a sus padres”.
“La mejor democracia del mundo”
Aunque, como explicaba Pomeraniec, los valores democráticos no suelen estar en el centro de la retórica de los funcionarios del Kremlin, el vocero Dmitry Peskov sorprendió la semana pasada al decir que la rusa era “la mejor democracia del mundo”, durante un foro juvenil celebrado en Sochi, en la costa del mar Negro.
¿Pero se trata verdaderamente de una democracia? La respuesta no es sencilla.
Para Andrey Pertsev lo que hay en Rusia es más un modelo plebiscitario que un sistema democrático. “Las elites gobernantes manejan los grandes medios y los medios opositores del país fueron bloqueados. El conteo de los votos también está controlado por las autoridades, por lo que pueden ajustar los resultados en su favor gracias al voto electrónico y a una votación que se extiende a lo largo de tres días”.
La joven estudiante actualmente en Europa afirma que en Rusia todo el mundo entiende que no se trata de una elección tal y como se la concibe en otros lugares del mundo. “Esto se parece más a un ritual en el que Putin va por un nuevo ciclo. Hasta los otros candidatos lo entienden así. Y por supuesto todos saben que Putin ganará, ya sea que lo respalden o no. Pero es una trampa porque incluso para quienes lo apoyan, no hay nadie que sea capaz de sucederlo algún día, de heredar su lugar”, indica.
“La rusa no es una democracia sino una autocracia”, opina sobre el punto Pomeraniec. “Es una sola persona que controla todo. Si antes había reyes que decían ‘el Estado soy yo’, ahora esos reyes están representados en la figura de Putin”. Según ella, no hay riesgo de fraude en los comicios que se avecinan: “Putin no lo necesita. Porque ya no hay nadie que pueda desafiarlo. Todos fueron borrados de la ecuación previamente”.
Una turista se toma una fotografía con una imagen de cartón que representa al presidente ruso Vladimir Putin en la turística calle Arbat en el centro de Moscú el 11 de marzo de 2024. Las elecciones presidenciales rusas se llevarán a cabo durante un período de tres días, del 15 al 17 de marzo. (Foto de ALEXANDER NEMENOV/AFP vía Getty Images)
El futuro de Rusia
Aunque el resultado de la elección esté claro para todos incluso antes de que se abran las urnas, a muchos les cuesta imaginar un futuro de Rusia sin Putin.
“Me gusta imaginarme a mi país maravilloso libre. Quizás eso sea en 15 o 20 años, o quizás lo vea recién cuando sea vieja. El problema es que los sistemas como el que estableció Putin en Rusia son difíciles de quebrar, incluso si él muere. Pero hay distintos escenarios posibles: hay movilizaciones de las esposas de los soldados en el frente, estuvo el levantamiento de Progozhin, muchísima gente se movilizó para despedir los restos de Navalny… Son cosas que dan alguna esperanza”, dice la estudiante exiliada.
“El líder es como un monarca y su legitimidad está determinada por un apoyo popular abrumador. Cuando ese esquema entra en riesgo empieza el peligro”, se animó a aventurar sobre el futuro el académico.
Y añadió: “Putin necesita estas elecciones para demostrarle al pueblo que él es el líder, pero también para reafirmar su posición entre los grupos de la elite y entre los jefes de las instituciones del orden como la policía secreta, el Ejército, etcétera. El sistema ruso no es tan homogéneo como la gente piensa. Putin no está por encima de todos, sino que más bien es un mediador: sirve y contiene —al menos hasta el momento— entre todos esos sectores e intereses”.
Mientras, Putin sirve como muralla defensiva contra la furia del pueblo. “En Rusia las clases más o menos acomodadas e incluso las clases medias temen a la furia del pueblo ruso, algo que ya se ha visto en la historia del país (por la Revolución de 1917). En ese contexto, Putin aparece como un garante de una cierta estabilidad”.
Pero la resistencia llegará, tarde o temprano, de acuerdo con él. “Quizás sea en la forma que tuvo muchas veces en la historia del país, a través del sabotaje. Era lo que sucedía en la URSS: nadie cumplía las órdenes de las autoridades, ni siquiera las autoridades”.
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