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Una sencilla herramienta puede predecir el riesgo de demencia y depresión, según un estudio

Melissa Velásquez Loaiza

(CNN) — Científicos anunciaron en diciembre la creación con éxito del Brain Care Score, una herramienta para evaluar el riesgo de demencia o ictus sin necesidad de procedimientos médicos.

Según un nuevo estudio, esta puntuación, que también ayuda a pacientes y médicos a identificar cambios beneficiosos en el estilo de vida, también podría predecir las probabilidades de desarrollar depresión en etapas posteriores de la vida.

La puntuación Brain Care Score (BCS), de 21 puntos, mide 12 factores relacionados con la salud física, el estilo de vida y los componentes socioemocionales. Según el estudio publicado este martes en la revista Frontiers in Psychiatry, tener una puntuación BCS más alta se asoció con un menor riesgo de desarrollar depresión en la “tercera edad”, es decir, a partir de los 60 años.

“El Brain Care Score es una herramienta sencilla diseñada para ayudar a cualquier persona en el mundo a responder a la pregunta: ‘¿Qué puedo hacer para cuidar mejor de mi cerebro?”, dijo en un comunicado, el Dr. Jonathan Rosand, cofundador del Centro McCance para la Salud Cerebral del Hospital General de Massachusetts y desarrollador principal del BCS.

“Este trabajo aporta pruebas convincentes de que aumentar el BCS no solo puede hacer que el cerebro esté más sano y sea más resistente a enfermedades como la demencia y el ictus, sino que también ofrece la esperanza de proteger contra la depresión”, añadió Rosand, profesor de neurología de la Facultad de Medicina de Harvard, en Boston.

Los cuatro componentes físicos del BCS son la tensión arterial, el colesterol, la hemoglobina A1c y el índice de masa corporal, mientras que los cinco factores del estilo de vida son la nutrición, el consumo de alcohol, las actividades aeróbicas, el sueño y el tabaquismo. Los tres aspectos socioemocionales se referían a las relaciones, la gestión del estrés y el sentido de la vida. Cuanto mayor era la puntuación de un participante, menor era su riesgo de enfermedad cerebral.

Según los autores, hasta un tercio o más de las personas mayores de 60 años sufren depresión tardía, en cuyo riesgo pueden influir los hábitos de vida.

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Hacer ejercicio aeróbico es uno de los 12 factores que podrían ayudar a reducir el riesgo de desarrollar depresión en etapas posteriores de la vida, según un nuevo estudio. (Crédito: Elena Popova/Moment RF/Getty Images)

El equipo utilizó datos sanitarios de más de 350.000 personas que habían sido reclutadas para el estudio UK Biobank entre 2006 y 2010 y participaron en evaluaciones de seguimiento tres veces a lo largo de la década siguiente. El estudio UK Biobank ha seguido los resultados de salud de más de 500.000 personas de entre 40 y 69 años en general en el Reino Unido durante al menos 10 años.

Para los participantes en el nuevo estudio, cada diferencia positiva de cinco puntos en su BCS se asoció con un 33% menos de riesgo de depresión tardía, así como con un 27% menos de riesgo compuesto de depresión tardía, demencia e ictus durante un periodo de seguimiento de 13 años de media.

“La gente considera el cráneo como un factor de separación del cerebro, como si éste fuera algo individual”, afirma el Dr. Richard Isaacson, neurólogo preventivo del Instituto de Enfermedades Neurodegenerativas de Florida, que no participó en el estudio. “Pero está claro, basándonos en este estudio y en otros, que si podemos mantenernos físicamente activos, seguir una dieta sana, reducir al mínimo el consumo de tabaco y alcohol, mantener un peso saludable y mantenernos socialmente comprometidos, habrá beneficios derivados, no solo en la salud vascular y la demencia, sino también para la salud mental y la salud emocional”.

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La importancia de cuidar el cerebro durante toda la vida

Los autores también hallaron una relación sustancial entre el BCS basal y el riesgo de depresión entre los menores de 50 años, algo que consideraron sorprendente, ya que esperaban que solo los adultos mayores pudieran presentar cambios neurodegenerativos e inflamatorios que pueden conducir a la depresión, la demencia y el ictus.

Pero la asociación entre los adultos más jóvenes coincide con la trayectoria vital de otras enfermedades asociadas a la edad, dijo Isaacson.

“En nuestra clínica de prevención del Alzheimer, hemos estado viendo a personas de 25 años en adelante”, dijo Isaacson. “Este hallazgo no me sorprende, porque hay factores de riesgo de demencia en la primera, la segunda y la última etapa de la vida. (En el caso de) la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo, la patología comienza en el cerebro décadas antes de que aparezcan los síntomas de pérdida de memoria. Si una persona tiene 65 años y se le diagnostica demencia, eso significa que la enfermedad empezó en su cerebro entre los 35 y los 45 años”.

El proceso es similar en el caso de un infarto de miocardio o un ictus que sufra un adulto mayor después de tener el colesterol alto a los 30 años, añadió, por lo que los hallazgos subrayan la importancia de cuidar el cerebro durante toda la vida.

“Todavía queda mucho por saber sobre las vías que contribuyen a la depresión, la demencia y el ictus en la vejez”, afirma en un comunicado de prensa la Dra. Sanjula Singh, primera autora del estudio e instructora del Centro McCance para la Salud Cerebral. “Nuestros resultados subrayan la importancia de una visión holística del cerebro para comprender mejor las conexiones subyacentes entre las distintas enfermedades cerebrales”.

Si eres un adulto mayor que experimenta depresión, aprende a ser abierto. Buscar atención es fundamental, dijo Isaacson.

“Las generaciones mayores pueden haber sido preparadas para simplemente luchar contra ella, (pensando) que es la mente sobre la materia”, dijo Isaacson. Pero no siempre es así, añadió, de modo que hay que aceptar que uno no se siente bien y hablar con el médico sobre las opciones de tratamiento, como la terapia o los antidepresivos.

Estos últimos podrían tener un beneficio añadido para su función cognitiva a medida que envejece, ya que algunas investigaciones preliminares han empezado a indicar que algunos antidepresivos, como el escitalopram, pueden ralentizar la acumulación de proteína beta-amiloide en el cerebro, añadió Isaacson. Una cantidad elevada de amiloide es un signo distintivo de la enfermedad de Alzheimer.

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