El operativo de Ecuador en la embajada de México conmocionó a Latinoamérica. ¿Por qué Noboa aún puede beneficiarse de eso?
Alexandra Ferguson
Bogotá (CNN) –– Latinoamérica ha sido testigo de muchas luchas diplomáticas en las últimas semanas, desde el presidente de Argentina llamando a su homólogo colombiano “asesino terrorista” hasta el último intento de Venezuela de recuperar un territorio gobernado por la vecina Guyana. Pero nada de esto ha tenido tanta repercusión como la controvertida decisión de Ecuador de irrumpir en la embajada de México, una grave violación de las normas diplomáticas que sigue resonando en toda la región.
Las imágenes de vigilancia del incidente ocurrido en Quito la semana pasada mostraban a la policía ecuatoriana forcejeando con el principal diplomático de la misión mexicana mientras detenían a Jorge Glas, exvicepresidente de Ecuador que había solicitado asilo a México en el momento del operativo.
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Las dramáticas escenas también apuntan a un nuevo enfoque de la delincuencia en la región y subrayan cómo el líder más joven de Latinoamérica, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa, puede estar echando por tierra la sabiduría convencional, para disgusto probablemente de su septuagenario homólogo mexicano Andrés Manuel López Obrador.
Dos políticos muy diferentes
Noboa, de 36 años, llegó a la presidencia de Ecuador en un chasquido de dedos político. Su predecesor, Guillermo Lasso, dimitió y convocó elecciones anticipadas en medio de una crisis constitucional en mayo del año pasado. La carrera electoral resultante estuvo dominada por la creciente ola de delincuencia del país, demasiado evidente cuando un candidato anticorrupción, Fernando Villavicencio, fue asesinado el 9 de agosto.
Noboa, hijo de un magnate del sector bananero y con escasa experiencia política, aprovechó el voto a favor de un enfoque de mano dura contra la delincuencia. Menos de dos meses después de su toma de posesión, la crisis de seguridad de Ecuador saltó a los titulares de todo el mundo cuando unos hombres armados irrumpieron en vivo en un estudio de televisión poco después de que uno de los delincuentes más infames del país, Alfredo “Fito” Macías, escapara de la cárcel.
El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, durante su toma de posesión en la Asamblea Nacional, en Quito, el 23 de noviembre de 2023. Crédito: Rodrigo Buendía/AFP/AFP vía Getty Images
‘Fito’ sigue prófugo, pero desde entonces, Noboa ha mantenido a la nación en estado de emergencia permanente. Declaró un conflicto armado interno contra los cárteles de la droga, envió al ejército a las calles y pidió que se incluyeran en la Constitución medidas de seguridad de emergencia en un referéndum celebrado el 21 de abril. También prometió iniciar una nueva era para Ecuador, una clara ruptura con sus predecesores, que permitieron que el crimen gobernara las calles.
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Esa puede ser una de las razones por las que Noboa ha presionado tanto para detener a Glas. El exvicepresidente había solicitado asilo en México para protegerse de los cargos de malversación de fondos, alegando que las acusaciones tenían motivaciones políticas. Pero Glas, ya condenado dos veces por corrupción y estrecho aliado de su antiguo jefe, Rafael Correa, se había convertido en emblema del pasado que Noboa rechaza, y en una prueba de su determinación de limpiar la casa.
Por un momento, Glas pareció haber encontrado refugio. López Obrador ha utilizado anteriormente los canales diplomáticos de México para rescatar a aliados políticos, desde dar la bienvenida al boliviano Evo Morales en 2019 hasta ofrecer asilo a la familia del peruano Pedro Castillo en 2022.
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López Obrador, un estrecho aliado ideológico de Correa, había permitido desde diciembre que Glas viviera en la embajada mexicana, un territorio que técnicamente está fuera de los límites de las autoridades locales.
Pero entonces pareció echar más leña al fuego. La semana pasada, López Obrador pareció criticar la elección que llevó a Noboa al poder, sugiriendo que el clima de miedo creado por el asesinato de Villavicencio había favorecido a Noboa.
El 5 de abril, el líder ecuatoriano rompió las normas diplomáticas y ordenó una operación sin precedentes para tomar por la fuerza a Glas, provocando una sacudida en las relaciones de Ecuador con México.
Una votación crucial y Noboa busca un impulso
La votación del 21 de abril en Ecuador es crucial para contextualizar la actual crisis diplomática, según los analistas.
Noboa defendió su decisión de allanar una embajada extranjera, una violación de la Convención de Viena, diciendo que la crisis de seguridad en Ecuador requería “decisiones excepcionales” y que no podía permitir que un criminal convicto escapara de la justicia.
En una carta abierta publicada el lunes, vinculó su acción al próximo referéndum, afirmando que “una gran mayoría de ecuatorianos” defendería su decisión con su voto.
“Podría ser que la redada le otorgue un pico de popularidad”, dijo Santiago Orbe, analista internacional ecuatoriano.
“El Gobierno ha estado bajo presión por la fuga de Fito y luego por intentar y fracasar en el envío de armas viejas a Ucrania. Esta acción, aunque impulsiva y francamente desproporcionada, demuestra que no les falta coraje a la hora de tomar decisiones”, dijo Orbe a CNN.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, habla durante una sesión informativa en Palacio Nacional el 12 de marzo en la Ciudad de México. Crédito: Hector Vivas/Getty Images
Mientras López Obrador se encuentra en el ocaso de su carrera política, Noboa apenas comienza y busca una plataforma sólida para postularse a la reelección el próximo año.
“Noboa forma parte de una nueva generación de políticos muy rápidos que actúan primero y escuchan después. Es probable que Ecuador pague un precio en términos de su postura internacional, pero a corto plazo, una acción tan descarada ayudará a Noboa, cuya plataforma gira en torno a la seguridad y la ley contra el crimen”, dijo Orbe.
Otros, como el columnista mexicano Emilio Lezama, han comparado las acciones de Noboa con las de otro joven político que goza de gran popularidad en toda la región por su enfoque de mano dura contra la delincuencia, a costa de infringir algunas normas: Nayib Bukele, de El Salvador.
Pocos líderes en todo el mundo han encarnado mejor la represión en materia de seguridad que el presidente de El Salvador, que lleva más de dos años gobernando con poderes de emergencia.
Aunque su mandato ha estado marcado por la preocupación por los presuntos abusos de los derechos humanos -en algún momento, El Salvador encarceló a cerca del 2% de su población adulta, es justo decir que las políticas de Bukele gozan de una abrumadora popularidad entre sus compatriotas.
Este año, Bukele fue reelegido por un amplio margen.
El apoyo a las medidas autoritarias para abordar los problemas crónicos de la delincuencia y el crecimiento económico en Latinoamérica ha aumentado significativamente desde el cambio de siglo.
Según Latinobarometro, una encuestadora regional que hace un seguimiento de las opiniones en 17 países latinoamericanos diferentes, el 60% de los encuestados creía que la democracia era la forma de gobierno preferida para su país en cualquier circunstancia en 2006, cuando López Obrador presentó su primera candidatura presidencial.
En 2023, el año en que Noboa fue elegido, el porcentaje era del 48%.
Es demasiado pronto para saber si la apuesta de Noboa dará resultado en las urnas, o si Ecuador será sancionado en foros multilaterales, México ya anunció que demandará a Ecuador ante la Corte Internacional de Justicia.
Pero no es demasiado pronto para ver el creciente apetito por acciones tan osadas.
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