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ANÁLISIS | Petro se juega su mandato en las calles

Sol Amaya

(CNN Español) — “Yo aquí no estaré más allá de agosto del 2026, pero el mandato popular me lleva a no estar ni un día menos”, escribió este martes en su cuenta en la red social X Gustavo Petro, presidente de Colombia.

La frase condensa el momento que atraviesa el mandatario luego de las multitudinarias marchas que se registraron el domingo en las principales ciudades del país para protestar por las reformas sociales que impulsa Petro en el Congreso.

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Una de ellas, la de la salud, fue archivada el pasado 2 de abril tras varios debates en el Poder Legislativo y ante la falta de mayorías necesarias para su aprobación.

De inmediato, el Gobierno inició, a través de la Superintendencia Nacional de Salud, la intervención de varias entidades proveedoras de servicios, conocidas como EPS, lo que motivó el rechazo de usuarios y asociaciones de médicos y pacientes que exigen garantías en la atención y la entrega de medicamentos.

Vista aérea de manifestantes marchando contra el gobierno del presidente colombiano Gustavo Petro por las reformas de salud y pensiones en Medellín, Colombia, tomada el 21 de abril de 2024. (Crédito: JAIME SALDARRIAGA/AFP vía Getty Images)

Desde ese momento, a través de las redes sociales, varios voceros de los partidos de la oposición, gremios empresariales, comerciantes, ciudadanos del común y representantes del sector de transporte de carga y pasajeros, entre otros, empezaron a convocar la marcha del pasado domingo.

“El 21 de abril se dio un paso histórico que no puede quedar en un solo día. Colombia habló. El verdadero poder constituyente fue inatajable, pese a las lluvias y tormentas que cayeron en todo el país. Las redes sociales hicieron su magia y más de un millón y medio de personas salieron a manifestarse a lo largo y ancho de Colombia y en varias ciudades del extranjero”, afirmó en su cuenta de X Diego Santos, uno de los principales voceros de la convocatoria.

La reacción de Petro

El Gobierno convocó para el próximo fin de semana una reunión de gabinete en la ciudad de Villa de Leyva, en el centro del país, para analizar los efectos políticos de las marchas.

“Hoy debemos tener la grandeza de reconocer que muchas personas se movilizaron, que lo hicieron con todas las garantías y pudieron expresar su descontento. Esta es una semana que como gobierno debemos afrontar en reflexión y autocrítica”, manifestó tras las marchas Laura Sarabia, directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) y una de las personas más cercanas al mandatario.

Una postura que comparte el ministro del interior Luis Fernando Velasco, quien dijo este lunes a medios locales de comunicación: “Pasar por encima del mensaje político sería una torpeza”.

Esta presión ciudadana parece haber causado división de opiniones en el gobierno de Petro.

Al contrario de algunos de sus funcionarios, el mandatario le restó importancia al número de manifestantes, minimizó las protestas y anunció que el 1 de mayo acompañará a los sindicatos de trabajadores, sectores campesinos, de estudiantes e indígenas que saldrán a las calles en el marco del Día Internacional del Trabajo. Además, informó que en la plaza de Bolívar de Bogotá, epicentro de las manifestaciones nacionales, dará un discurso para defender sus propuestas sociales, entre ellas la reforma pensional, la laboral, la reforma a la educación y la reforma al sistema judicial.

“El principal objetivo de las marchas es gritar ‘fuera Petro’ y derrocar el gobierno del cambio. Este proceso ya se inició y es un golpe blando que anule la decisión popular por el cambio en el año 2022. Algunos sectores de los movilizados quieren un pacto que deshaga las reformas que van a favor del pueblo para mantener la captura de enormes cantidades de dinero público usados como ganancias de particulares”, escribió el mandatario en su cuenta en X el domingo tras las masivas marchas en todo el país. Y además sostuvo el mandatario: “Las manifestaciones contra el gobierno tuvieron más o menos 250.000 personas en todo el país, fueron fuertes en su orden en Medellín, Bogotá y Bucaramanga. En las demás ciudades, alcanzando 18 sitios, fueron débiles”.

Una cifra que contrasta con el balance que dieron a medios locales varios alcaldes, entre ellos el de Medellín, Federico Gutiérrez. “Como alcalde de Medellín doy un balance preliminar de las marchas. Destaco el comportamiento absolutamente pacífico de quienes marchan a esta hora por las calles de la ciudad. Son cientos de miles de personas en las calles a esta hora. Es impresionante. Histórica asistencia. Desde las marchas en contra de las FARC y en contra del secuestro, no salían tantas personas a las calles”, afirmó Gutiérrez en su cuenta en X el domingo.

El oftalmólogo pediatra Pedro Acevedo, uno de los participantes de las marchas, le dijo a CNN una de las razones que lo llevó a protestar: “Por los pacientes, por los colombianos, no por nosotros. Ni siquiera por el dinero de nosotros, por la salud de los colombianos”.

Patricia González, una vendedora ambulante que miraba desde su puesto de dulces el paso de los manifestantes, dijo: “Ahí van los que quieren tumbar a Petro, el único que se ha preocupado por los pobres”.

Razones que animan la protesta

También se sumaron a las razones que detonaron la movilización del domingo los varios anuncios públicos de Petro de convocar una asamblea constituyente en caso de que sus reformas no sean aprobadas en el Congreso, y el decreto de día cívico del pasado 19 de abril —fecha del cumpleaños del presidente y conmemorativa del desmovilizado grupo guerrillero Movimiento 19 de abril, del cual formó parte— con el argumento de ahorrar agua y energía debido a la crisis ocasionada por el fenómeno de El Niño en varias regiones del país.

En Colombia las calles se han convertido en un termómetro político. Allí se miden opositores al Gobierno y también sus seguidores. Las manifestaciones cada vez son más nutridas y la polarización política se respira en el ambiente.

“Las marchas pacíficas como las del domingo sirven para demostrar que hay un inconformismo profundo de los ciudadanos, en la manera como se está gobernando”, afirmó a CNN el analista político Jaime Arango. “Pero el presidente no parece haber escuchado el mensaje o no le importa, y creo que va a radicalizar su discurso y sus acciones”, puntualizó Arango, experto en temas de seguridad nacional.

“Ante su incapacidad de buscar consensos y acuerdos, y aún sin tener una coalición política que le permita mayorías en el Congreso para sacar adelante sus iniciativas, el presidente Gustavo Petro ha decidido apostarle a la incertidumbre y a la polarización política que lo único que genera es más caos en el país”, dijo a CNN Óscar Montes, analista político y columnista del diario El Heraldo.

Además de declarar que detrás de la convocatoria a las marchas hay intención de derrocarlo, Petro asegura —sin presentar pruebas— que también hay planes para matarlo. “Es deber de todo demócrata rechazar con contundencia cualquier llamado a un golpe de Estado, o a atentar contra la vida del presidente Gustavo Petro. Colombia debe ser una democracia. Este Gobierno y su bancada seguirán abriendo espacios de diálogo, en el marco del respeto y la concertación. No con la imposición y mucho menos bajo la amenaza de violencia”, dijo en su cuenta en X la senadora del oficialista Pacto Histórico, María José Pizarro.

Analistas, opositores y seguidores del mandatario coinciden en que se debe permitir que el primer presidente de izquierda de la historia de Colombia termine su periodo el 7 de agosto de 2026, como está previsto. Y que a su vez, Petro respete la Constitución de 1991 que fue, en gran parte, producto de los acuerdos que permitieron la desmovilización del grupo guerrillero M-19 del que formó parte.

Los próximos dos años serán cruciales para el futuro democrático de Colombia y una prueba de fuego para la gobernabilidad de quien, en medio del “estallido social” ocurrido durante el gobierno de su antecesor Iván Duque, le dijo al entonces presidente en un tuit: “Duque, escuche. Un mandatario debe siempre escuchar y corregir si es necesario. La mayor violencia siempre proviene de un gobierno que se vuelve indolente y sordo”. Pero todo parece indicar que una cosa es estar en la oposición y otra muy distinta, con las riendas del Estado. Y más aún cuando alguna de las mediciones y sondeos de opinión más recientes ubican en un promedio del 60% la imagen desfavorable de la gestión del mandatario.

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