El sistema de un médico argentino que ofrece salud de calidad y económica para los más vulnerables (y que ya atendió a casi 100.000 personas)
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(CNN Español) —Definir al Dr. Jorge Gronda como ginecólogo hoy resulta insuficiente: también es el fundador de un sistema de salud accesible para todos en Jujuy, una provincia en el norte de Argentina con gran población indígena que sufre carencias y discriminación. Y desde allí lo está replicando en distintas provincias del país.
«Fue mucho instinto. Yo era solamente un médico ginecólogo que se dedicó después a la medicina rural y yo no tenía conocimientos de economía. Era imposible que yo hiciera un plan de negocios. Fue conocer, descubrir ese mundo que estaba sumergido, que yo lo tenía muy cerca cuando era niño. Las necesidades que ellos tenían y a partir de ahí dejar que el proceso me lleve”, comienza el Dr. Gronda.
“En ese momento yo era joven y sentía que quería dejar algún legado. Pero me daba cuenta de que como ginecólogo había 1.000, 2.000, 5.000 ginecólogos en Argentina y el mundo que eran igual o mejores que yo. Y creo que quería hacer algo diferente, que me hiciera sentir que la medicina tenía sentido para mí. Así que creo que fue una búsqueda personal”, continúa.
En ese entonces, el Dr. Gronda trabajaba en el hospital provincial por la mañana, y en su consultorio privado por la tarde. Pero también realizaba “giras médicas rurales” con estudiantes de medicina en las que atendía a las mujeres de la zona, además de conocer la cultura y sus costumbres.
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“Nosotros allá en la Puna, medio que no nos tenían en cuenta y de pronto llegó un ‘gringuito’ y teníamos un grave problema en ese entonces, que se morían las mujeres y no sabíamos de qué era. Y este médico, más allá de curar las enfermedades, se ganó la confianza de la gente”, recuerda René Calpanchay, oriundo de la Puna de Atacama y hoy usuario de este servicio.
“Yo tuve que introducirme a un mundo con una cosmovisión distinta, como son las culturas andinas, que tienen 10.000 años, que vienen de un sistema de sojuzgamiento donde ellos me veían a mí como el que los sojuzgaba. Yo representaba el mundo blanco, el mundo del poder, el mundo de la academia”, explica Gronda.
Pensar en grande
La determinación de potenciar esa labor se la dio en 1996 una emprendedora social de esos pueblos originarios, pero en un contexto alejado de la medicina. Gronda quería explorar otras inquietudes y viajó hasta la Puna de Atacama para interiorizarse sobre un posible emprendimiento con vicuñas. Pero allí se encontró con Rosario Quispe.
“Me dijo ‘¿el Dr. Gronda?’ Sí ‘¿Usted es el que vive en la ciudad y cura a las mujeres?’. Bueno, me dijo, déjese de molestar. No me dijo así, me dijo otra cosa. Pero me dijo ‘déjese de molestar con las vicuñas y venga a curarnos porque nos estamos muriendo de cáncer, que usted sabe cómo prevenirlo’. Y ahí cambió mi vida”.
Con ese llamado, el Centro de Estudios Ginecológicos (Cegin), que había fundado en 1988,se convirtió en el germen de un sistema de acceso a la salud a muy bajo costo.
Primero fue para las mujeres indígenas, pero luego se universalizó. Hoy, dice, ya atendieron a casi 100.000 personas, que en su mayoría no tenían otra cobertura de salud.
“Al principio, yo lo hice pensando en las mujeres que yo atendía y en la necesidad que nosotros teníamos de aumentar nuestro caudal de clientes o pacientes. Y yo lo hice con una mirada muy focalizada en la ginecología. El proceso hizo que las mujeres cuando venían acá me pidieran por su hijo y por sus maridos. Y ahí me di cuenta de que el sistema tenía que ser integral. Así que hablé con los otros colegas de otras especialidades, como el pediatra o el clínico, y les conté que tenía una gran demanda de personas que no tenían donde atenderse”.
Así nació la Tarjeta Ser, que hoy se conoce como Umana: una membresía anual de US$ 5 con la que los socios acceden a una amplia cartilla de proveedores médicos, farmacias, laboratorios y centros de diagnóstico a un precio preferencial que pagan al momento de atenderse, pero mucho menor al de una consulta particular.
“Uno viene y puede ser atendido en el momento como cualquier otra persona. Porque nosotros los indígenas también queremos acceder a los niveles de atención, de salud, de primera calidad. O sea, somos indios, pero sonsos no, porque queremos cuidar nuestra salud», afirma Calpanchay.
Umana atiende múltiples especialidades ambulatorias que pueden tratarse en un consultorio. Actualmente, tiene más de 160 médicos en 51 especialidades distintas. Pero no incluye internación, lo que le permite bajar costos en comparación con los planes de salud tradicionales que sí la incluyen.
«Si bien es cierto que hay hospitales en Jujuy que son de altísimo nivel, es para las situaciones graves que vamos. Para la atención cotidiana de los problemas que uno tiene, el hospital se demora mucho tiempo, tienes que hacer fila, ir a las cuatro de la mañana. No es muy humano», asegura Calpanchay.
En ese sentido, Umana busca tener una lógica distinta a los sistemas públicos y privados de salud, y la pandemia lo probó.
“Cuando los sistemas de salud establecidos entran en períodos de estrés como la pandemia, Umana se fortalece enormemente. Aumenta la demanda. Es contracíclico. Nosotros no hacemos coronavirus, no somos especialistas, así que decidimos seguir cuidando a nuestros pacientes que estaban con cáncer, que necesitaban un control de embarazo, que necesitaban estudio urgente. Y como nadie lo hacía porque todos están con el coronavirus, la gente se adhiere cada vez más al sistema”, explica Gronda.
«Estamos viniendo con toda mi familia para hacer la revisación que los chicos tienen que hacer para el secundario porque, por la pandemia, no se podía hacer en el hospital. Es mucho más rápido y económico para nosotros, por el transporte, principalmente”, relata Clemente Flores, quien llegó al Cegin desde El Moreno, una localidad a 11 kilómetros de San Salvador de Jujuy, donde se dedica a la cría de llamas y a la agricultura.
¿Cómo lo hacen?
Las claves de Umana parecen ser esos nichos que los sistemas tradicionales no llegan a cubrir y eliminar la intermediación: solo actúan como un nexo entre pacientes y médicos, con lo cual deslindan costos y responsabilidades.
En general, el precio pactado con los profesionales es 20% menor que el arancel que les paga el seguro médico provincial, pero con el beneficio de cobrarlo en el momento, sin las burocracias ni demoras de las coberturas tradicionales que pueden demorar el pago hasta 60 días y que en un contexto inflacionario, como el que vive Argentina en la actualidad, lo hace aún más atractivo.
“No los tuve que convencer. Se enamoraron porque el proceso les convenía mucho”, recuerda Gronda, que al igual que sus colegas, se beneficia de esta modalidad. Más allá de las magras ganancias que se obtienen por las suscripciones anuales, con Umana la afluencia a su propio centro, el Cegin, ha aumentado considerablemente.
Con esta modalidad Umana creció como una cobertura de salud inclusiva, que ya funciona en las provincias de Jujuy, Salta y Córdoba, mientras busca consolidarse en Tucumán.
Pero en la expansión no solo estuvieron involucrados los médicos y los pacientes. Gronda recurrió a varias organizaciones internacionales con foco en Latinoamérica como Ashoka, que reúne a emprendedores sociales, a la escuela de negocios Incae y a CAF – Banco de Desarrollo de América Latina.
“Había muchas organizaciones filantrópicas que se acercaban a ayudarme y me decían ‘bueno, nosotros ponemos dinero, pero por ejemplo, no vas a hacer planificación con las mujeres indígenas’. Y lo primero que una mujer indígena de 19, 20 años, que ya había tenido cinco hijos, me decía era ‘Doctor, por favor, haga mi planificación familiar como hace usted en su consultorio en la ciudad’. Y ahí me di cuenta de que el que pone la plata, pone las condiciones. Entonces decidí que para hacer algo transformador para las necesidades de la persona que viene al consultorio, el sistema tenía que ser algo autosustentable y tener un presupuesto propio. Si no, terminaba haciendo lo que otra gente quería y lo que la paciente necesitaba”, sostiene.
Con estas organizaciones trabajaron en las necesidades del proyecto. Entre otras cosas, elaboraron un plan de negocios sustentable y replicable en otros lugares donde no hubiera un centro como el Cegin que en Jujuy, por ser el lugar donde todo nació, tiene una posición preponderante. Y lo lograron.
“Entendieron el proyecto. Generalmente en mi grupo de pertenencia o en mi país, a veces me decían que estaba loco, que no había indígenas. Creo que porque no conocen. Me tuve que conectar con gente que realmente ama Latinoamérica para que este proyecto empiece a volar en serio», reflexiona Gronda.
Con la experiencia de los años y estos apoyos, el proyecto hoy está listo para replicarse en otros lugares.
“Al principio mi vocación o mi objetivo era ayudar a las mujeres indígenas y después de este proceso de 20 años, se hizo tan sofisticado, tan económico y tan simple que hoy le sirve a cualquier persona. Siempre digo que es como la ‘uberización’ de la medicina porque saca los intermediarios, conecta las dos partes y eso simplifica tanto las cosas”, reflexiona Gronda.
Así, Umana llega cada vez a más gente y cumple su cometido: ofrecer atención médica accesible para todos.
“Hay dos conceptos básicos: tiene que ser universal y de excelencia. No puede haber dos o tres sistemas de salud, tanto de lo ético, lo estético, de la accesibilidad y de la integración. Tiene que ser completo. Hoy en Umana se sienta la mujer del empresario con la señora que trabaja en el servicio doméstico en su casa. Y las dos vienen por la misma razón: por la excelencia del sistema, porque le es más barato y porque se le respeta mucho el tiempo”, finaliza el Dr. Gronda.