Los principales generales de EE.UU. temían que Trump intentara un golpe de Estado después de las elecciones, según un nuevo libro
Mariana Toro
Washington (CNN) — El principal oficial militar estadounidense, el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, estaba tan preocupado por que el entonces presidente Donald Trump y sus aliados pudieran intentar un golpe de Estado o tomar otras medidas peligrosas o ilegales después de las elecciones de noviembre que él y otros altos funcionarios planificaron informalmente diferentes formas de detener a Trump, según extractos de un próximo libro obtenidos por CNN.
El libro, de los periodistas de The Washington Post y ganadores del premio Pulitzer Carol Leonnig y Philip Rucker describe cómo Milley y otros jefes militares discutieron un plan para renunciar, uno por uno, en lugar de cumplir las órdenes de Trump que consideraban ilegales, peligrosas o imprudentes.
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“Fue una especie de Masacre del Sábado por la Noche al revés”, escriben Leonnig y Rucker.
El libro, “I alone can fix it”(“Yo solo puedo arreglarlo”), programado para ser publicado el próximo martes, narra el último año de Trump como presidente, con una mirada detrás de escena de cómo los altos funcionarios de la administración y el círculo íntimo de Trump navegaron por su comportamiento cada vez más desquiciado después de perder las elecciones de 2020. Los autores entrevistaron a Trump durante más de dos horas.
El libro relata cómo, por primera vez en la historia moderna de Estados Unidos, el principal oficial militar de la nación, cuya función es asesorar al presidente, se estaba preparando para un enfrentamiento con el comandante en jefe porque temía un intento de golpe de Estado después de que Trump perdió las elecciones de noviembre.
Los autores explican la creciente preocupación de Milley de que los movimientos de personal que colocaron a los acólitos de Trump en posiciones de poder en el Pentágono después de las elecciones de noviembre de 2020, incluido el despido del secretario de Defensa Mark Esper y la renuncia del secretario de Justicia William Barr, fueron el signo de algo siniestro por venir.
Milley habló con amigos, legisladores y colegas sobre la amenaza de un golpe, y el jefe del Estado Mayor Conjunto sintió que tenía que estar “en guardia” por lo que podría venir.
“Pueden intentarlo, pero no lo van a lograr”, dijo Milley a sus ayudantes, según los autores. “No se puede hacer esto sin los militares. No se puede hacer esto sin la CIA y el FBI. Somos los tipos con las armas”.
En los días previos al 6 de enero, escriben Leonnig y Rucker, Milley estaba preocupado por el llamado a la acción de Trump. “Milley le dijo a su personal que creía que Trump estaba avivando los disturbios, posiblemente con la esperanza de encontrar una excusa para invocar la Ley de Insurrección y llamar a los militares”.
Milley vio a Trump como “el líder autoritario clásico sin nada que perder”, escriben los autores, y vio paralelismos entre la retórica de Adolf Hitler como víctima y salvador y las falsas afirmaciones de Trump de fraude electoral.
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“Este es un momento del Reichstag”, dijo Milley a sus asistentes, según el libro. “El evangelio del Führer”.
Antes de una “Marcha del millón de MAGA (Make America Great Again)” pro-Trump en noviembre para protestar por los resultados de las elecciones, Milley dijo a sus asistentes que temía que “pudiera ser el equivalente estadounidense moderno de ‘camisas pardas en las calles'”, refiriéndose a la milicia pro-nazi que impulsó el ascenso de Hitler al poder.
‘Todo esto es real, hombre’
Rucker y Leonnig entrevistaron a más de 140 fuentes para el libro, aunque a la mayoría se les dio el anonimato para hablar con franqueza y reconstruir eventos y diálogos. Milley es citado extensamente y aparece de manera positiva como alguien que trató de mantener viva la democracia porque creía que estaba al borde del colapso después de recibir una advertencia una semana después de las elecciones de un viejo amigo.
“Lo que están tratando de hacer aquí es derrocar al gobierno”, dijo el amigo, que no se menciona, según los autores. “Todo esto es real, hombre. Eres uno de los pocos tipos que están entre nosotros y cosas realmente malas”.
La reputación de Milley sufrió un gran golpe en junio de 2020, cuando se unió a Trump durante su controvertida sesión fotográfica en la Iglesia de San Juan, después de que las fuerzas federales dispersaron violentamente a una multitud pacífica de manifestantes por la justicia social en Lafayette Square, frente a la Casa Blanca. Para empeorar las cosas, Milley usó uniformes militares de camuflaje durante todo el incidente. Más tarde se disculpó diciendo: “No debía haber estado allí”.
Mark Milley testifica durante una audiencia de la Comisión de Servicios Armados del Senado el 4 de marzo de 2020.
Pero detrás de escena, el libro dice que Milley estaba en la primera línea de tratar de proteger al país, incluido un episodio en el que trató de evitar que Trump despidiera al director del FBI, Chris Wray, y a la directora de la CIA, Gina Haspel.
Leonnig y Rucker relatan una escena en la que Milley estaba con Trump y sus principales ayudantes en una suite en el juego de fútbol del Ejército y la Armada en diciembre, y se enfrentó públicamente al jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows.
“¿Qué está pasando? ¿Se están deshaciendo de Wray o Gina?”, preguntó Milley. “Vamos jefe. ¿Qué diablos está pasando aquí? ¿Qué están haciendo ustedes?”
“No se preocupe”, dijo Meadows. “Solo algunos movimientos de personal”.
“Solo ten cuidado”, respondió Milley, lo cual Leonnig y Rucker escribieron que fue dicho como una advertencia de que él estaba observando.
‘Eso no tiene ningún sentido’
El libro también arroja nueva luz sobre el descenso de Trump a un vacío oscuro y aislado de teorías de conspiración y delirios egoístas después de que fue declarado el perdedor de las elecciones de 2020.
Después de la insurrección del 6 de enero, el libro dice que Milley realizó una conferencia telefónica todos los días con Meadows y el entonces secretario de Estado Mike Pompeo. Leonnig y Rucker informan que los funcionarios utilizaron las llamadas para comparar notas y “examinar colectivamente el horizonte en busca de problemas”.
“El tema general de estas llamadas fue que, contra viento y marea, habrá una transferencia pacífica de poder el 20 de enero”, dijo un alto funcionario a los autores. “Tenemos un avión: nuestro tren de aterrizaje está atascado, tenemos un motor y no tenemos combustible. Tenemos que aterrizar esto”.
El jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, y el secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo, llegan para una ceremonia de la Medalla Presidencial de la Libertad para el general retirado del Ejército de cuatro estrellas Jack Keane en el Salón Este de la Casa Blanca el 10 de marzo de 2020 en Washington.
Milley les dijo a sus asistentes que veía las llamadas como una oportunidad para vigilar a Trump, escriben los autores.
Leonnig y Rucker también relatan una escena en la que Pompeo visitó a Milley en su casa en las semanas previas a las elecciones, y los dos tuvieron una conversación sincera sentados en la mesa del general. Se cita a Pompeo diciendo: “Sabes que los locos están tomando poder”, según personas familiarizadas con la conversación.
Los autores escriben que Pompeo, a través de una persona cercana a él, negó haber realizado los comentarios que se le atribuyen y dijo que no reflejaban sus puntos de vista.
En las últimas semanas, Trump ha atacado a Milley, quien todavía es el jefe del Estado Mayor Conjunto en la administración Biden, después de que testificara ante el Congreso alrededor del 6 de enero.
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‘Tú hiciste esto, carajo’
El libro también contiene varias anécdotas sorprendentes sobre prominentes mujeres durante la presidencia de Trump, incluida la representante republicana Liz Cheney, la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, la canciller de Alemania Angela Merkel y la ex primera dama Michelle Obama.
El libro detalla una llamada telefónica el día después de la insurrección del 6 de enero entre Milley y Cheney, la republicana de Wyoming que tiene estrechos vínculos militares. Cheney votó para impugnar a Trump y ha sido una crítica abierta de sus mentiras electorales, lo que la llevó a su destitución del liderazgo republicano de la Cámara de Representantes.
Milley le preguntó a Cheney cómo estaba.
“Ese pu*o tipo Jim Jordan. Ese hijo de pu*a”, dijo Cheney, según el libro.
Cheney le contó sin rodeos a Milley lo que experimentó en la plenaria de la Cámara el 6 de enero mientras los alborotadores pro-Trump embistieron a la policía y violaron el edificio del Capitolio, incluido un enfrentamiento con Jordan, un firme aliado de Trump en la Cámara que trató febrilmente de revocar las elecciones.
Cheney le describió a Milley su intercambio con Jordan: “Mientras estos maníacos atraviesan el lugar, yo estoy en el pasillo y él dijo: ‘Tenemos que sacar a las damas del pasillo. Déjame ayudarte’. Le di un golpe en la mano y le dije: ‘Aléjate de mí. Tú hiciste esto, carajo'”.
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‘Loco’, ‘peligroso’, ‘maníaco’
El libro revela las conversaciones privadas de Pelosi con Milley durante este período delicado. Cuando Trump despidió a Esper en noviembre, Pelosi fue una de los varios legisladores que llamaron a Milley. “Todos confiamos en ti”, le dijo. “Recuerda tu juramento”.
Después de la insurrección del 6 de enero, Pelosi le dijo al general que estaba profundamente preocupada de que un Trump “loco”, “peligroso” y “maníaco” pudiera usar armas nucleares durante sus últimos días en el cargo.
“Señora, le garantizo que estos procesos son muy buenos”, la tranquilizó Milley. “No va a haber un disparo accidental de armas nucleares”.
“¿Cómo puedes garantizármelo?”, preguntó Pelosi.
“Señora, hay un proceso”, dijo. “Solo cumpliremos las órdenes legales. Solo haremos cosas que sean legales, éticas y morales”.
Una semana después de la insurrección, Pelosi encabezó el segundo juicio político de los demócratas de la Cámara de Representantes contra Trump por incitar a la insurrección. En una entrevista con los autores, Pelosi dijo que teme que otro presidente intente continuar lo que dejó Trump.
“Podríamos quedar con alguien de su calaña que esté cuerdo, y eso sería realmente peligroso, porque podría ser alguien inteligente, estratégico y lo demás”, dijo Pelosi. “Este es un baboso. No cree en la ciencia. No cree en la gobernanza. Es un vendedor de aceite de serpiente. Y es astuto. Dale crédito por su astucia”.
‘Esa perr*’
El libro cita a Trump, quien tuvo una relación tensa con Merkel, diciendo a sus asesores durante una reunión en la Oficina Oval sobre la OTAN y la relación de Estados Unidos con Alemania, “esa perr* Merkel”.
“‘Conozco a los put*s krauts’, agregó el presidente, usando un término despectivo para los soldados alemanes de la Primera y la Segunda Guerra Mundial”, escriben Leonnig y Rucker. “Luego, Trump señaló una fotografía enmarcada de su padre, Fred Trump, que estaba en la mesa detrás del escritorio Resolute y dijo: ‘Fui criado por el kraut más grande de todos'”.
Trump, a través de un portavoz, les negó a la autores haber hecho estos comentarios.
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‘Nadie tiene una sonrisa más grande’
Después del 6 de enero, Milley participó en un simulacro con líderes militares y policiales para prepararse para la toma de posesión del presidente Joe Biden el 20 de enero. Washington estaba bloqueado por temor a que grupos de ultraderecha como los Proud Boys pudieran intentar interrumpir violentamente la transferencia de poder.
Milley le dijo a un grupo de altos líderes: “Este es el trato, muchachos: estos tipos son nazis, son chicos boogaloo, son Proud Boys. Son las mismas personas contra las que luchamos en la Segunda Guerra Mundial. Vamos a poner un anillo de acero alrededor de esta ciudad y los nazis no entrarán”.
Trump no asistió a la toma de posesión, en una notable ruptura con la tradición, y el evento transcurrió sin incidentes.
Cuando terminó la ceremonia de toma de posesión, Kamala Harris, quien acababa de tomar posesión como vicepresidenta, hizo una pausa para agradecer a Milley. “Todos sabemos lo que hicieron usted y algunos otros”, dijo, según los autores. “Gracias.”
El libro termina con Milley describiendo su alivio por que no hubo un golpe, pensando para sí mismo, “Gracias a Dios Todopoderoso, aterrizamos la nave a salvo”.
Milley expresó su alivio en los momentos posteriores a la juramentación de Biden, hablando con los Obama sentados en el escenario de la toma de posesión. Michelle Obama le preguntó a Milley cómo se sentía.
“Nadie tiene una sonrisa más grande hoy que yo”, dijo Milley, según Leonnig y Rucker. “No puedes verla debajo de mi mascarilla, pero yo sí”.
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