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Trump culpa a Maduro por los migrantes, pero una guerra en Venezuela podría generar millones de refugiados

Por Angélica Franganillo Díaz, CNN

Cuando se le ha preguntado al presidente Donald Trump por qué está presionando al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, para que renuncie y amenazando con una acción militar contra el país, él culpa de manera constante al líder sudamericano por dos cosas: las drogas y los migrantes.

“El asunto es que tenemos que ocuparnos de Venezuela. Ellos enviaron a cientos de miles de personas a nuestro país desde cárceles”, dijo Trump a periodistas el mes pasado en el Despacho Oval, aunque no hay evidencia de que los migrantes venezolanos hayan cumplido penas de prisión de forma desproporcionada.

Mientras el Gobierno de Trump continúa sus ataques contra supuestas embarcaciones de drogas en el mar, el presidente ha amenazado con que los ataques contra los cárteles de la droga en tierra en Venezuela comenzarían “muy pronto”. Expertos que han modelado escenarios en caso de que Trump cumpliera sus advertencias, incluso con ataques limitados, alertan que Venezuela podría sufrir un desplazamiento masivo y una nueva ola de refugiados como la crisis de 2017 que Trump atribuye a Maduro y que llevó a miles de venezolanos a llegar a Estados Unidos.

Un estudio del Niskanen Center publicado el mes pasado, que modela los movimientos de refugiados según diferentes tipos de acción militar estadounidense, concluyó que eventuales ataques podrían empujar a entre 1,7 millones y 3 millones de personas adicionales a huir de Venezuela en pocos años si los ataques desencadenaran un conflicto interno breve.

Si los ataques provocaran un conflicto interno prolongado, el estudio proyecta que más de 4 millones de personas podrían ser desplazadas, lo que sobrecargaría aún más a vecinos ya tensionados como Colombia y Brasil.

“Cualquier tipo de ataque militar causaría pánico y alteraría las cadenas de suministro, y sería muy fácil que los rumores se propagaran y empujaran a la gente a huir, especialmente en un país donde casi todos ya tienen un familiar en el extranjero”, dijo Gil Guerra, analista de políticas migratorias en el Niskanen Center y uno de los autores del estudio.

Si Estados Unidos realizara ataques limitados que no tuvieran como objetivo derrocar al Gobierno de Maduro y se centraran principalmente en la infraestructura del narcotráfico, la cifra de refugiados podría limitarse a menos de 20.000 personas, según el estudio.

En el improbable caso de una intervención estadounidense a gran escala, el estudio advirtió de que el desplazamiento podría variar desde cientos de miles hasta más de 4 millones de personas, dependiendo de la rapidez con la que se restablezca la estabilidad.

“Solo se ve una gran crisis de refugiados en el escenario de una confrontación armada prolongada”, dijo Francisco Rodríguez, investigador principal del Center for Economic and Policy Research, a CNN. “Pero ese escenario es perfectamente plausible: partes de las fuerzas armadas podrían entrar en resistencia o unirse a grupos guerrilleros y criminales”.

Según los expertos, lo más probable es que la mayoría de esos refugiados terminen en países vecinos y no lleguen a Estados Unidos. Pero la última vez que Venezuela tuvo una gran crisis, miles de migrantes llegaron a Estados Unidos.

El número de migrantes nacidos en Venezuela que viven en Estados Unidos aumentó considerablemente durante el primer mandato de Trump: creció en aproximadamente 140.000 personas entre 2017 y 2021, según datos del censo.

Ese aumento de inmigrantes venezolanos a Estados Unidos fue impulsado por una convergencia de crisis: el colapso de los precios mundiales del petróleo, años de mala gestión y corrupción dentro de PDVSA —la empresa petrolera estatal de Venezuela y principal fuente de ingresos del Gobierno— y una rápida caída hacia la hiperinflación que eliminó los salarios y destruyó la capacidad del país para importar alimentos y medicinas.

Estados Unidos había comenzado a sancionar a entidades venezolanas vinculadas a PDVSA desde 2008, pero esas medidas se endurecieron significativamente en 2017, cuando Washington amplió las restricciones financieras al Gobierno de Maduro.

Investigaciones citadas por el Center for Economic and Policy Research encontraron que estas sanciones reforzadas agravaron aún más la economía colapsada de Venezuela y contribuyeron al empeoramiento de la escasez y las condiciones humanitarias.

A medida que las reservas extranjeras se evaporaban y la escasez se profundizaba, en 2017 el Gobierno de Maduro marginó a la Asamblea Nacional liderada por la oposición, lo que provocó protestas masivas en todo el país y una represión generalizada en la que las fuerzas de seguridad respondieron con mano dura, matando a numerosos manifestantes.

La ruptura política y la caída económica sentaron las bases para el éxodo masivo que siguió.

Henrique, quien pidió ser identificado solo por su primer nombre por temor a represalias, dejó Venezuela en agosto de 2017 y ahora vive en Estados Unidos.

Dijo que la decisión de irse fue impulsada por una combinación de represión política y un colapso económico que ya llevaba varios años en marcha.

“En 2017 ya vivíamos en una dictadura”, señaló, destacando que después de que la oposición ganara las elecciones parlamentarias en 2015, el Gobierno de Maduro procedió a desmantelar la Asamblea Nacional y despojarla de poder. “La economía estaba en ruinas desde 2014: hiperinflación, sin empleos, sin salarios decentes, y todo esto fue antes de las sanciones”.

Henrique dijo que para los estudiantes de su edad, quedarse ya no era una opción.

“Si tienes 17 o 18 años y ves la economía destruida y al régimen destruyendo las instituciones democráticas, realmente no tienes otra opción que mirar al exterior”, dijo. “Me fui, como el 90 % de mi clase de secundaria. Y como nosotros, 8 millones de personas”.

Según los expertos, la economía en crisis fue el principal motor del aumento de venezolanos que emigraron.

“La migración venezolana es fundamentalmente económica”, dijo Rodríguez.

Un estudio de 2022 que Rodríguez publicó con el Fourth Freedom Forum encontró que, aunque la crisis de Venezuela comenzó años antes del aumento de migrantes de 2017, las sanciones estadounidenses de 2019 —en particular las dirigidas al sector petrolero— aceleraron drásticamente el colapso económico del país al cortar su principal fuente de ingresos en divisas.

“El país perdió tres cuartas partes de su economía —una contracción del 71 %— y las sanciones empeoraron significativamente ese colapso”, afirmó.

Trump inicialmente apuntó con sanciones a funcionarios y a la deuda venezolana en 2017, pero las sanciones petroleras de 2019 marcaron un punto de inflexión, al cortar a PDVSA de sus principales mercados de exportación. Rodríguez dijo que esas sanciones asfixiaron efectivamente a la empresa, reduciendo drásticamente los ingresos en divisas y provocando un colapso aún mayor en la producción, hiperinflación y una escasez generalizada que profundizó una contracción económica ya histórica.

“Cuando cierras el sector que provee el 96 % de los ingresos del país, empeoras dramáticamente el colapso”, dijo.

La combinación de las crisis financieras iniciales agravadas por las sanciones llevó a un éxodo masivo. El número de refugiados y migrantes venezolanos aumentó drásticamente a partir de 2017, pasando de poco más de 1 millón de personas a más de 5 millones para 2021, según cifras recopiladas por la Plataforma de Coordinación R4V respaldada por la ONU, una de las mayores crisis de desplazamiento del mundo.

Si bien el flujo de quienes abandonan el país disminuyó en los años posteriores, el regreso de Trump al poder ha marcado una fuerte escalada en la retórica, incluidas amenazas militares hacia el país, lo que ha generado temores de más inestabilidad.

Trump no ha dicho cómo espera poner fin al enfrentamiento entre Venezuela y Estados Unidos, que ha llevado a más de 15.000 soldados estadounidenses y un grupo de ataque de portaaviones a la región. Aunque ha habido indicios de que la diplomacia aún podría ser posible, ya que Trump y Maduro hablaron por teléfono el mes pasado, no ha surgido una vía clara de solución.

Aunque un conflicto podría desencadenar otra migración masiva, el exembajador de Estados Unidos en Venezuela, James Story, dijo que no espera un desplazamiento a gran escala por ataques limitados y dirigidos, lo que algunos analistas consideran una de las acciones más probables que Trump podría tomar. Story dijo a CNN que las consecuencias humanitarias probablemente serían mucho más contenidas de lo que sugieren los modelos más amplios.

“Si Estados Unidos tomara una acción cinética, sería insignificante en comparación con los millones que ya han huido”, dijo a CNN. “No creo que veas a mucha gente huir”. Agregó que si los objetivos se limitaran a infraestructura vinculada a cárteles a lo largo de la frontera con Colombia —“una pista de aterrizaje clandestina, un laboratorio de drogas”— la migración probablemente seguiría siendo mínima.

“La única manera en que veo una crisis humanitaria es si hay un combate militar generalizado y sostenido”, dijo Story.

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