El primer problema de Trump respecto a la economía y la atención médica: admitir que tiene un problema
Análisis por Stephen Collinson, CNN
El presidente Donald Trump tiene esta semana una nueva oportunidad para actuar sobre una prioridad que los votantes dicen continuamente que quieren que se solucione, pero sobre la cual él está en negación.
Los altos y crecientes precios de la atención médica, los comestibles y la vivienda son un obstáculo principal en la vida de millones de estadounidenses. Pero Trump, como suele ocurrir con los presidentes, parece estar más interesado en sus propios objetivos y obsesiones políticas.
Los estadounidenses afectados por la inseguridad económica no pueden esperar. Tampoco los legisladores republicanos, que temen que la respuesta del presidente —que en gran medida consiste en culpar a su predecesor Joe Biden— condene sus posibilidades de reelección el próximo año.
“Cada proyecto de ley que llevemos al pleno debe centrarse en reducir el costo de vida para las personas que más lo necesitan”, dijo a “Inside Politics Sunday” de CNN el representante de Pensilvania Brian Fitzpatrick, uno de los republicanos más vulnerables en las elecciones de mitad de mandato de 2026.
Se espera que el Senado vote tan pronto como esta semana sobre si extender los subsidios que vencen para los programas de la Ley de Cuidado de Salud Asequible, como parte del acuerdo del mes pasado para poner fin al cierre del Gobierno. Si el Congreso no actúa, millones enfrentarán la elección entre pagar primas mucho más altas o simplemente quedarse sin cobertura.
Mientras tanto, se espera que Trump realice un evento en Pensilvania sobre cómo hacer que los precios sean más asequibles, ya que su administración enfrenta una presión creciente para demostrar que comprende un tema que fue fundamental en su elección el año pasado.
Sin embargo, las perspectivas de una acción decisiva esta semana en cualquiera de los dos frentes son bajas.
Aún no existe un plan para abordar las inquietudes de los republicanos mientras se extienden los subsidios mejorados sin reformas importantes a Obamacare. E incluso si el Senado logra un compromiso, hay poco interés entre los republicanos de la reducida mayoría de la Cámara liderada por el presidente Mike Johnson para salvar una ley que siempre han odiado.
Trump se enfurece incluso con la palabra “asequibilidad”, considerándola un “engaño” demócrata, y se encuentra sumido en la negación sobre una economía que él afirma ha entrado en una “edad dorada”, pero que está haciendo que muchos estadounidenses de clase trabajadora y media se sientan más pobres. Y aunque Trump ha tomado algunas medidas para tratar de reducir los costos —por ejemplo, de ciertos medicamentos recetados—, sus políticas más amplias podrían estar empeorando la situación.
La administración lo admitió tácitamente cuando recientemente redujo los aranceles de importación sobre el café, los plátanos y otros productos básicos para aliviar la carga de los consumidores.
“Como nación, tenemos mucho por lo que estar agradecidos en esta temporada navideña”, dijo Trump mientras encendía el Árbol Nacional de Navidad la semana pasada, proclamando grandes logros en la frontera, la seguridad nacional y el fin de guerras. También dijo: “Nuestra economía está prosperando, la inflación se ha detenido, nuestra nación es fuerte y Estados Unidos ha regresado más grande y mejor, más fuerte, mejor que nunca antes”. Este puede ser un tema en el que el talento del presidente para el marketing no pueda sacarlo de un problema político.
Una encuesta de CNN/SSRS del mes pasado encontró que el 61 % de los estadounidenses dijo que las políticas de Trump han “empeorado las condiciones económicas en este país”. Un sondeo reciente de CBS encontró que solo el 36 % aprobaba la gestión de Trump en la economía, que antes era uno de sus puntos fuertes.
La contradicción entre las afirmaciones de éxito del presidente y la experiencia vivida de muchos estadounidenses plantea la pregunta de si Trump, un multimillonario, y su gabinete adinerado han perdido el contacto con lo que siente el país.
La lucha por la atención médica es el enfrentamiento más urgente y visible en la crisis de asequibilidad.
Si los subsidios mejorados expiran a fin de año, los inscritos enfrentarán pagos que muchos no pueden costear: se duplicarían de US$ 888 a US$ 1.904 el próximo año en promedio, según una nueva encuesta de KFF, un grupo de políticas de salud no partidista.
La dura realidad política de este tema para los republicanos explica por qué los demócratas eligieron los subsidios como el detonante del cierre del Gobierno. No lograron su objetivo, pero destacaron el dilema de los legisladores republicanos que quieren eliminar Obamacare, pero cuyo éxito perjudicaría a millones de sus votantes que dependen del programa.
Algunos republicanos están presionando para extender los subsidios, para ganar tiempo y elaborar un plan de atención médica de reemplazo más permanente. Otros quieren reformas antes de aceptar una extensión.
Pero entonces surge la pregunta de cómo ayudar a los estadounidenses que de repente se encuentran con primas que no pueden pagar. El dilema fue resumido por el senador republicano de Utah John Curtis en “State of the Union” de CNN el domingo.
“Simplemente extender por tres años algo que no ha estado funcionando y que desde el principio se suponía que era temporal no es una buena votación”, dijo Curtis a Dana Bash.
“Necesitamos una prima mínima para las personas, aunque sea de unos pocos dólares. Sabemos que necesitamos un tope de ingresos”, dijo. “¿Cómo bajamos realmente el costo, no solo del seguro, sino de la atención médica? ¿Y qué hacemos mientras tanto, mientras esperamos lograrlo?”
Como insinuó Curtis, las posibilidades de una reforma viable a Obamacare en los pocos días que el Congreso estará en sesión antes de las fiestas parecen remotas.
Mientras tanto, la mayoría de las personas ya se ha visto obligada a tomar decisiones sobre su presupuesto de atención médica para el próximo año. Por eso algunos republicanos dicen que votar para extender los subsidios es la única respuesta. “Si no tienes un plan mejor, entonces apóyanos con el nuestro”, dijo Fitzpatrick a Manu Raju de CNN en “Inside Politics Sunday.”
Trump apenas ha ayudado a la situación. Ha fallado repetidamente en presentar un plan o en tomarse en serio las complejidades del mercado de seguros de salud durante dos mandatos presidenciales. Sugirió vagamente que el Congreso debería crear cuentas de ahorro para la salud, pero no ha puesto ningún peso político detrás de la idea. La Casa Blanca también retiró recientemente un plan para extender los subsidios ante la oposición republicana. Mientras tanto, los demócratas se relamen ante la posibilidad de destacar los costos de la atención médica en anuncios de campaña dirigidos a votantes de distritos disputados el próximo año.
Se espera que el presidente viaje a Pensilvania, un estado que ganó en 2024, esta semana para mostrar solidaridad con los votantes cansados de los altos precios. Pero parece poco probable que alivie su situación política, o el bienestar económico de los estadounidenses trabajadores, simplemente hablando del tema. Se resiste a aceptar la fuerza política del problema. Y en el pasado, le ha costado ceñirse a un guion y se ha burlado de los asesores que le sugieren que debe mostrar empatía económica.
“Querían que diera un discurso sobre la economía, así que lo estamos haciendo como un discurso intelectual. Hoy todos ustedes son intelectuales”, dijo a una multitud en Carolina del Norte en 2024.
Trump siempre ha sido más un animador que un presidente empático. Sin embargo, su transformación del Partido Republicano en un movimiento populista se basó en su conexión íntima con muchos votantes blancos de clase trabajadora que se sentían abandonados —tanto cultural como económicamente— por los demócratas. Pero Trump no parece estar listo para comprometerse con una estrategia que acepte que su segundo mandato no es un triunfo rotundo.
“Nuestro país es rico de nuevo y seguro de nuevo”, dijo durante una reunión de gabinete la semana pasada. “Existe esta narrativa falsa de que los demócratas hablan de asequibilidad. Solo dicen la palabra, no significa nada para nadie, solo dicen ‘asequibilidad’”. Trump puede tener razón en esto, aunque el próximo año, los gobernadores demócratas recién electos en Nueva Jersey y Virginia deberán cumplir las promesas de campaña de reducir los precios, similares a las que hizo el presidente en 2024.
Trump también tiene razón al decir que la inflación se disparó bajo Biden. Pero sus afirmaciones de que ha detenido la tasa de inflación no son ciertas. Recientemente subió a 2,8 %, lo que significa que la tasa a la que suben los precios sigue aumentando. Y una administración que se esfuerza por cortejar a las corporaciones y a los oligarcas de la industria tecnológica aún no ha logrado convencer a los estadounidenses trabajadores de que se preocupa tanto por ellos.
Los frecuentes anuncios de Trump sobre miles de millones de dólares en inversiones en Estados Unidos por parte de empresas y estados extranjeros se ven bien, aunque no siempre cumplen con lo que promete. Y aunque tales proyectos se concreten, serán una apuesta a largo plazo y no aliviarán los precios rápidamente. La promesa de Trump de nombrar a un nuevo presidente de la Reserva Federal que reduzca las tasas de interés más rápido podría bajar las tasas hipotecarias y estimular el mercado de la vivienda. Pero también podría desatar una nueva crisis de inflación.
Mientras Trump insiste en que todo está bien ahora, algunos subordinados, incluido el vicepresidente J. D. Vance, quien como posible futuro candidato presidencial republicano no debe alienar a los votantes, son más matizados al reconocer que algunos estadounidenses están sufriendo. Pero el secretario del Tesoro, Scott Bessent, hizo una predicción optimista el domingo. “La economía ha estado mejor de lo que pensábamos”, dijo en “Face the Nation” de CBS. Arremetiendo contra la “inflación incrustada” heredada de la administración Biden, dijo: “Creo que el próximo año avanzaremos hacia la prosperidad”.
Pero los votantes ya han escuchado antes culpas y optimismo. Elecciones sucesivas no han logrado cambios tangibles. La asequibilidad es un tema definitorio, que sí existe, sin importar lo que diga Trump, y se ha convertido en una maldición para los mandatarios en funciones.
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