Ya tengo una “cuenta Trump”
Análisis por Elisabeth Buchwald, CNN
Los ciudadanos estadounidenses nacidos entre 2025 y 2028 pronto serán elegibles para recibir US$ 1.000 del Gobierno de Trump en una “cuenta Trump”, un nuevo vehículo de inversión con ventajas fiscales cuyos fondos estarán disponibles una vez que el menor cumpla 18 años.
Aunque algunos críticos dicen que estas cuentas son defectuosas, ya que no ayudan a los padres que necesitan apoyo económico inmediato para sus hijos, creo que los beneficios a largo plazo para menores de todos los ingresos superan ampliamente esas preocupaciones. Eso se debe a que yo tengo mi propia “cuenta Trump”, o más bien, una versión mucho más temprana de una.
A los 12 años, cuando mi abuelo me preguntó qué quería como regalo de bat mitzvá, tuve un pedido poco usual: acciones de General Electric.
En mis viajes en autobús durante la secundaria, leía reportes de calificación y revisaba el precio de la acción con la misma atención que un halcón, mucho más de lo que probablemente recomendaría cualquier asesor financiero. Pronto me di cuenta de que era demasiado arriesgado invertir solo en una compañía. Así que defendí por qué debía comprar acciones de diferentes empresas con el dinero que recibí por mi bat mitzvá. Mi padre me animó a presentarle mi razonamiento sobre las compañías en las que querría invertir.
En la preparatoria, tenía un trabajo secundario ayudando a amigos y familiares a limpiar sus armarios y, luego, subiendo sus pertenencias a eBay. Destinaba todas las ganancias directamente a mi cuenta de inversión. Cuando mis hermanos y yo peleábamos, solían bromear con que mis padres deberían simplemente dejarme en la sucursal local de la firma de corretaje que yo usaba. (A su juicio, un movimiento mutuamente beneficioso: yo estaría entre personas interesadas en inversiones y ellos no tendrían que soportar la molestia que yo —según ellos— había causado).
Pero el chiste se volvió en su contra: aquel portafolio pequeño, pero poderoso de acciones por US$ 1.300 ha crecido a US$ 4.200, un salto del 145 % en los 15 años que han pasado desde mi primera compra.
Los fondos de las “cuentas Trump” solo pueden invertirse en fondos indexados diversificados y de bajo costo del mercado accionario estadounidense, como los que siguen al S&P 500, según una ley aprobada este año.
Pero eso no es necesariamente malo. Por ejemplo, si hoy retiraras una inversión de US$ 1.000 que hiciste hace 18 años en un fondo que replica el S&P 500, registrarías una ganancia de más del 200 %, o alrededor de US$ 4.000, según el desempeño del índice entre 2007 y 2025. (Aunque el Servicio de Impuestos Internos también se quedaría con una parte de eso).
Si bien no hay garantía de que una inversión hecha hoy tenga los mismos retornos después de 18 años, tampoco es algo imposible. Eso gracias a un concepto financiero conocido como interés compuesto.
Funciona así: si inviertes, por ejemplo, en el S&P 500 —que ha subido un promedio de 10 % anual—, o en cualquier otro activo que aumente con el tiempo, terminas ganando intereses no solo sobre tu inversión inicial, sino también sobre las ganancias que se van acumulando.
Lo mejor: no se necesita mucho dinero para que crezca bastante. Se trata más bien del tiempo que mantengas la inversión, permitiendo que tu dinero tenga más oportunidad de generar ganancias que se acumulan unas sobre otras.
Aunque me consideraba bastante avanzada para una niña de 12 años, ese concepto no era algo que pudiera entender entonces: quería gratificación inmediata y poder presumir cuánto dinero había ganado.
Pero agradezco haber tenido la intuición de mantenerme firme y conservar casi todas las acciones que compré en secundaria y preparatoria, para seguir viendo el poder del interés compuesto.
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