Enfrentamientos entre Tailandia y Camboya dejan al borde del colapso el acuerdo de paz negociado por Trump. ¿Qué ocurrió?
Por Helen Regan y Kocha Olarn, CNN
Nuevos enfrentamientos armados entre Tailandia y Camboya entraron este martes en su segundo día, informaron ambas partes, desafiando los llamados de Estados Unidos para detener los combates y adherirse a un acuerdo de paz respaldado por Trump hace meses, que ahora parece al borde del colapso total.
Al menos ocho personas han muerto desde que comenzaron los últimos choques, según informes de ambos bandos.
El martes, los combates se habían extendido a más puntos de la frontera en disputa, con acusaciones de ataques con cohetes y drones en algunas zonas.
Unas 400.000 personas que viven a lo largo de la frontera que divide los países del sudeste asiático han sido evacuadas en el último brote.
El ministro de Asuntos Exteriores de Tailandia, Sihasak Phuangketkeow, insinuó que los enfrentamientos podrían intensificarse, y declaró a CNN en una entrevista que la acción militar continuaría “hasta que sintamos que la soberanía y la integridad territorial no sean desafiadas”.
Los combates, consecuencia de diferencias de décadas de antigüedad y que regulan reivindicaciones territoriales a lo largo de su frontera terrestre de 800 kilómetros, son los más intensos entre Tailandia y Camboya desde el mortal conflicto que duró cinco días en julio.
El ya precario acuerdo de paz, firmado en octubre en presencia del presidente de EE.UU., Donald Trump, quien lo saludó como una prueba de su capacidad para poner fin a las guerras, ahora parece estar en peligro de desintegrarse.
Esto es lo que debes saber.
No lo sabemos exactamente.
Ambas partes se acusan mutuamente de disparar primero, y CNN no puede verificar quién lo hizo.
Camboya había estado movilizando armas pesadas y reposicionando unidades de combate, dijo la fuerza aérea tailandesa.
El Ministerio de Defensa Nacional de Camboya negó las acusaciones. El ejército camboyano afirmó que las fuerzas tailandesas habían llevado a cabo numerosas acciones de provocación durante muchos días, sin dar más detalles.
El el ejército tailandés informó este martes de disparos en seis de las siete provincias del país que comparten frontera con Camboya.
La marina afirma que las tropas camboyanas dispararon armas pesadas, incluidos cohetes BM-21, hacia áreas civiles, y acusó a Camboya de desplegar unidades de operaciones especiales y francotiradores en la frontera, de cavar trincheras para fortificar posiciones y de invadir territorio tailandés en la provincia costera de Trat “en una amenaza directa y grave a la soberanía de Tailandia”.
El ejército de Camboya declaró el martes que el ejército tailandés había llevado a cabo “disparos ininterrumpidos durante toda la noche” en varias zonas fronterizas utilizando “drones de gran escala” y “humo venenoso”.
Siete civiles camboyanos murieron y unos 20 resultaron heridos, según el Ministerio del Interior. Tailandia afirmó que uno de sus soldados murió.
El ministro de Asuntos Exteriores de Tailandia advierte sobre la continuación de las acciones militares
El Secretario General de las Naciones Unidas y la Unión Europea han instado a ambas partes a la moderación.
Un alto funcionario de la administración estadounidense declaró a CNN el lunes que “el presidente Trump está comprometido con el cese continuo de la violencia y espera que los Gobiernos de Camboya y Tailandia cumplan plenamente sus compromisos para poner fin a este conflicto”.
Pero parece que ha habido poco en términos de desescalada sobre el terreno.
El ministro de Asuntos Exteriores de Tailandia, Sihasak, dijo a CNN que el país no descartaría más ataques y que la acción militar continuaría “hasta que sintamos que la soberanía y la integridad territorial no están siendo desafiadas”.
Y el lunes, el primer ministro de Tailandia, Anutin Charnvirakul, manifestó a los periodistas en Bangkok que “Camboya debe cumplir con (Tailandia) para detener los combates”.
Cuando se le preguntó sobre el acuerdo de paz respaldado por Trump y firmado en Malasia, expresó: “Ya no lo recuerdo”.
Hun Sen, el influyente exlíder de Camboya y actual presidente del Senado, comentó en una publicación de Facebook el martes: “nuestras fuerzas armadas de todo tipo deben contratacar en todos los puntos donde el enemigo ataque”.
La retórica encendida subraya la arraigada sospecha y desconfianza entre los dos vecinos que ha llegado a definir su relación desde el mortífero conflicto de julio que mató a docenas de personas y desplazó a unas 200.000 en ambos lados de la frontera.
Ese acuerdo se firmó en Malasia en octubre. Trump, quien presidió la ceremonia, contribuyó a su negociación, en parte amenazando con no firmar acuerdos comerciales con ninguno de los dos países si se negaban.
Pero las tensiones habían estado creciendo durante semanas, incluida una explosión de una mina terrestre que hirió a cuatro soldados tailandeses en noviembre.
Tras la explosión, Tailandia suspendió todos los trabajos relacionados con el acuerdo de paz y acusó a Camboya de violar la declaración conjunta al colocar nuevas minas terrestres, una acusación que Camboya niega rotundamente.
También se suspendió la liberación provisional de 18 prisioneros de guerra camboyanos capturados durante los combates de julio.
Trump había considerado el acuerdo de paz como una importante victoria diplomática y otro impulso a su muy publicitada –y a menudo exagerada– campaña para poner fin a varias guerras.
La disputa tiene su origen en el trazado de la frontera de Camboya por parte de Francia, su antiguo gobernante colonial, y los analistas habían advertido sobre el largo camino por recorrer antes de alcanzar un acuerdo de paz duradero. La declaración de paz no resolvió esa disputa territorial.
Cuando CNN le preguntó al ministro de Asuntos Exteriores de Tailandia, Sihasak, si el país planeaba discutir los últimos enfrentamientos fronterizos con Trump, indicó que dependía de Camboya y Tailandia “resolver las cosas”.
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