Jennifer Lawrence reinventa a la “chica cool” para una nueva generación
Por Rachel Tashjian, CNN
Jennifer Lawrence es una de las actrices más admiradas y galardonadas del planeta: fue la mujer mejor pagada de Hollywood en 2015 y tiene cuatro nominaciones al Oscar y una estatuilla (todo eso antes de los 26 años). Es una auténtica estrella de cine en una era en la que la viralidad en redes sociales parece eclipsar la permanencia generacional.
¿Pero un ícono de la moda? Eso es algo nuevo.
“Nunca he visto a J. Law y he pensado: ‘Es una chica de la moda’”, dijo Nikki Ogunnaike, editora en jefe de Marie Claire. “Nada de lo que ha usado en la alfombra roja me ha hecho decir: ‘Sí, a esta mujer le importa la moda. Le importa lo que lleva puesto’”.
Pero ahora, observa Ogunnaike, “de alguna manera, su estilo urbano la ha convertido en un ícono”.
En los últimos meses, mientras Lawrence promociona su película candidata al Oscar “Die, My Love”, sus atuendos de alfombra roja, y especialmente su estilo urbano captado por los paparazzi han inspirado innumerables guías de su guardarropa en Substack y en recopilaciones de compras de revistas. The Cut elogió sus looks posparto y Harper’s Bazaar celebró su “aparente naturalidad” al combinar prendas de sastrería extragrande con “accesorios peculiares”.
En Substack, donde hay guías de compras para mejorar el vestuario diario de forma artesanal, los escritores han destacado su capacidad de ser identificable: “Jennifer Lawrence se viste como creo que me visto yo”, escribió una usuaria de Substack, mientras que otra señaló que Lawrence está liderando el resurgimiento del atractivo improvisado de la moda de celebridades, que se ha perdido entre acuerdos con marcas y super estilistas. En el boletín de compras Magasin, donde la fundadora Laura Reilly orienta a los lectores hacia un minimalismo hiperrefinado, el estilo fue bautizado como “Coldwater Creek chic”.
Lawrence, quien trabaja con la estilista Jamie Mizrahi (que también asesora a su amiga Adele, además de Riley Keough, Jeremy Allen White y Pedro Pascal) desde 2023, no luce particularmente excepcional: usa pantalones deportivos con suéteres holgados, o un abrigo de leopardo sobre un conjunto deportivo, o una falda holgada bajo una camiseta grande con un bolso vintage de Fendi.
Pero esa es precisamente la razón por la que a tantas mujeres les gusta, dijo Erika Veurink, quien escribe en el Substack Long Live. Veurink escribió un ensayo sobre cómo lograr el look de Lawrence que ha sido ampliamente compartido, especialmente, según ella, por madres en posparto. (Lawrence dio a luz a su segundo hijo a principios de este año). Dijo que el estilo de Lawrence captura exactamente cómo muchas mujeres quieren verse en este momento. “No diría que es clásico o atemporal. Es muy ‘del ahora’”, comentó. Pero no parece difícil de lograr o imitar.
“Ella es una mujer muy delgada”, reconoció Veurink, “pero creo que hay mucho cansancio con los atuendos de celebridades que son como: ‘Felicidades, tomaste Ozempic y ahora eres talla cero, y puedes usar cualquier cosa de Tom Ford’. Hay una sensación de mujer común en estas prendas sueltas que son un poco indefinidas”.
“Es aspiracional, pero no está completamente fuera del alcance de cualquiera”, dijo Ogunnaike.
Por supuesto, la transformación discreta de Lawrence esconde más de lo que parece a simple vista.
Hace más de una década, Lawrence se consolidó como la máxima “chica cool” de Hollywood: su capacidad de ser identificable, sus meteduras de pata embarazosas y su humildad percibida la convirtieron en la favorita de la cultura pop. En una serie de ensayos, la escritora Anne Helen Petersen comparó a Lawrence con la antiheroína de la novela “Gone Girl” de Gillian Flynn, definida en un pasaje que se ha vuelto icónico:
“Ser la ‘chica cool’ significa que soy una mujer sexy, brillante y divertida que adora el fútbol, el póker, los chistes subidos de tono y eructar, que juega videojuegos, bebe cerveza barata, ama los tríos y el sexo anal, y se mete perritos calientes y hamburguesas en la boca como si estuviera organizando la mayor orgía culinaria del mundo, mientras de alguna manera mantiene una talla 2, porque las ‘chicas cool’, ante todo, son sexys”.
Lawrence se convirtió en embajadora de Dior en 2012, justo cuando el diseñador Raf Simons asumió la dirección de la línea femenina de la marca, lo que reforzó esa reputación de chica cool: se tropezó con los dobladillos de sus vestidos —¡dos veces!— y bromeó en las alfombras rojas con los diseños extraños pero puros de Simons. Soy solo la chica sexy y torpe con el vestido de alta costura de millones de dólares, parecía decir su estilo.
Al regresar al centro de atención, Lawrence ha hablado extensamente sobre cómo abandonar esa personalidad o al menos restarle importancia. Sigue siendo crítica de sí misma y relajada —le contó al New Yorker sobre un aumento de busto que se hizo, y luego dijo que no se ha hecho el lifting facial profundo popular entre las celebridades, pero añadió: “¡Créeme, lo haré!”—. Sin embargo, ahora suele ir a las entrevistas acompañada de una publicista, en lugar de sentarse con un periodista y pedir una cerveza y papas fritas. Describe sus entrevistas anteriores como “vergonzosas” y a la persona que ve en esas entrevistas de hace una década como “irritante”.
Pareciera que Lawrence se ha transformado en otra versión de la chica cool. En las redes sociales, la chica cool de esta era no está definida por los hombres, sino por las mujeres: una figura esquiva impregnada de la mitología minimalista de Carolyn Bessette Kennedy y referentes como Lauren Santo Domingo, atraída por suéteres de cachemira, joyas de Elsa Peretti y grandes abrigos beige tipo bata. Por cierto, la chica cool de hoy no es necesariamente conocida por hablar; apenas existen entrevistas con Bessette Kennedy. En Substack abundan las guías de la chica cool: para San Valentín, para el estilo sin esfuerzo, para los broches, para el otoño, para el agotamiento y el estrés. (¡Qué bueno saber que hay una forma chic de colapsar!).
Lawrence ha usado varias prendas codiciadas por este tipo de mujeres: pantalones de High Sport, bufandas de Yaser Shaw, abrigos exclusivos de The Row, zuecos de Rothys y pantalones-falda de Paloma Wool. “Su ropa es muy parecida a la que ya usan todas estas mujeres”, dijo Ogunnaike. “Es como: ‘Tú, la celebridad, estás confirmando que mi estilo es bueno’”.
¿Es una trampa o una liberación? Ogunnaike lo ve como lo segundo. “Ella ha pasado por el ciclo de Hollywood donde, tal vez, ya no puede mostrar su verdadera personalidad como lo hacía cuando era más joven, cuando tropezaba en las escaleras y ese tipo de cosas. Parece que su estilo ahora refleja un poco más su lado divertido y excéntrico”, comentó. En otras palabras, como la princesa Diana o Bessette Kennedy, la ropa muestra una personalidad que Lawrence ahora prefiere reservar más para sí misma.
Y este cambio también puede reflejar sus prioridades. Ella habla de sí misma como artista, no como celebridad. En los años desde el apogeo de su fama, se casó con un galerista y tuvo dos hijos, lo que también le ha ayudado a forjar una vida y una reputación más privadas. “Es un estilo muy adulto. Son atuendos que usarías para una reunión de padres y maestros o para tomar algo con una amiga a las 5:30 p.m.”, dijo Veurink. “No es el estilo de estrella pop tipo Sabrina Carpenter”.
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