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La comunidad judía de Australia vio venir un ataque, pero nadie esperaba el horror de Bondi Beach

Análisis por Hilary Whiteman, CNN

El tiroteo masivo más mortífero ocurrido en Australia en casi 30 años tuvo como objetivo familias judías en la playa Bondi de Sydney, uno de los lugares más emblemáticos del país, en uno de los días más festivos del calendario judío.

Multitudes de personas se habían reunido cerca de la playa para celebrar Janucá, la fiesta de las luces, en un evento ampliamente publicitado como un festival familiar de la comunidad judía que prometía donas y pintura facial gratis y llenar Bondi de “alegría y luz”.

Pero una hora antes del atardecer, dos hombres armados (los sospechosos revelados eran padre e hijo) abrieron fuego desde un puente cerca de Archer Park, una zona verde cerca de la famosa playa, mientras turistas y residentes paseaban por Campbell Parade, disfrutando de los minutos finales de lo que de otro modo habría sido un domingo glorioso.

Los testigos afirmaron haber oído lo que parecían fuegos artificiales, antes de darse cuenta, con horror, de que se trataba de disparos, un sonido poco común en Australia, donde las estrictas leyes sobre armas de fuego hacen que los tiroteos sean poco frecuentes. La última vez que tantas personas murieron fue en 1996, en la masacre de Port Arthur, cuando un hombre armado con múltiples armas abrió fuego en un sitio turístico de Tasmania.

Este ataque ocurrió mucho más cerca de casa. Ocurrió en Sydney, uno de los principales centros de la vida judía en Australia, hogar de una comunidad de unas 120.000 personas en una población de 27 millones.

La masacre indiscriminada se cobró la vida de varias generaciones, desde una niña de 10 años hasta un sobreviviente del Holocausto.

La famosa playa de arena blanca de Bondi se promociona como un lugar donde los visitantes pueden disfrutar del sol y desconectar del mundo exterior con amigos. Tras el ataque, los cochecitos de bebé quedaron abandonados en el césped, tirados mientras los padres agarraban a sus hijos y corrían, quitándose las chanclas, para huir de las balas y buscar refugio.

El domingo por la noche, ante la nación, el primer ministro Anthony Albanese calificó el ataque como “un acto de maldad”.

“No hay cabida para este odio, esta violencia y este terrorismo en nuestra nación. Seamos claros: lo erradicaremos”, afirmó.

Los líderes judíos de Australia han estado instando al Gobierno australiano durante años a hacer más para abordar el creciente antisemitismo en el país.

Australia ha sido testigo de enormes protestas públicas por la magnitud de la guerra de Israel en Gaza y, tras un aumento en los informes de ataques contra sitios y propiedades judías, Albanese nombró el año pasado un enviado especial para combatir el antisemitismo, entregando el cargo a Jillian Segal.

Se incrementaron las patrullas de seguridad en los lugares judíos de Sydney, pero el Consejo Ejecutivo del Judaísmo de Australia (ECAJ), que representa a 200 organizaciones judías, dijo que el ataque del domingo demostró que es necesario hacer más para garantizar la seguridad del pueblo judío.

“Ya se veía venir”, dijo Alex Ryvchin, coCEO de ECAJ, refiriéndose a las estadísticas que muestran que el año pasado se denunciaron 1.654 ataques antisemitas en Australia.

“Este tipo de cosas siempre han estado destinadas a ocurrir. Pero, al mismo tiempo, no somos un país con un alto índice de delitos con armas de fuego… Este tipo de cosas simplemente no ocurren aquí”, añadió.

El domingo le preguntaron directamente a Albanese si se había tomado el antisemitismo lo suficientemente en serio. “Sí, nos lo hemos tomado en serio y hemos seguido actuando”, respondió.

Este lunes, enumeró las medidas adoptadas con base en un informe presentado por Segal en julio. Estas incluyeron millones de dólares invertidos en proyectos de cohesión social y mejoras en museos y centros educativos judíos. También se están revisando los programas universitarios para promover la inclusión del alumnado y el personal judío, afirmó.

Algunas de las recomendaciones de Segal habían sido criticadas anteriormente por ser demasiado amplias y constituir una violación del derecho a la libertad de expresión.

El Gobierno de Albanese ha procurado mantener una línea muy fina para evitar que las tensiones internacionales se trasladen a Australia. Además del enviado para el antisemitismo, nombró a un enviado contra la islamofobia para abordar las represalias contra la comunidad palestina y sus partidarios.

En agosto, el Gobierno tomó la medida extraordinaria de expulsar al embajador iraní en Australia después de que la agencia de seguridad del país vinculó al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (CGRI) con dos ataques incendiarios contra propiedades judías en 2024. Fue la primera vez que Australia expulsó a un embajador extranjero desde la Segunda Guerra Mundial.

“Han buscado dañar y aterrorizar a los judíos australianos y sembrar el odio y la división en nuestra comunidad”, declaró Albanese en aquel momento. Sin embargo, en la misma rueda de prensa, el director general de la Organización Australiana de Inteligencia de Seguridad, Mike Burgess, afirmó que Irán no podía ser considerado responsable de todos los ataques antisemitas en suelo australiano.

La masacre en Bondi Beach marca una escalada inimaginable de violencia para un país con una de las tasas de homicidios con armas de fuego más bajas del mundo, donde los tiroteos masivos son algo que sucede en otros lugares.

Las estrictas leyes sobre armas dificultan el acceso legal a ellas, pero parece que estas normas se endurecerán aún más, con las promesas de Albanese de acelerar la creación de un Registro Nacional de Armas de Fuego e implementar plazos para las licencias de armas. El primer ministro de Nueva Gales del Sur, Chris Minns, anunció este lunes que las leyes estatales también cambiarían.

El mayor de los dos sospechosos, un hombre de 50 años, era miembro de un club de tiro y tenía una licencia de caza recreativa que le daba derecho a poseer las armas largas utilizadas en el ataque, dijo el comisionado de Policía de Nueva Gales del Sur, Mal Lanyon.

“El padre tiene licencia de armas desde 2015. Estamos investigando a fondo los antecedentes de ambas personas. En este momento, sabemos muy poco sobre ellas”, dijo Lanyon.

El hombre fue asesinado por la Policía en el lugar, mientras que su hijo de 24 años permanece en el hospital y es probable que enfrente cargos, dijo la Policía.

Los investigadores allanaron una vivienda en Bonnyrigg, un suburbio al oeste de Sydney, la cual se cree está relacionada con el ataque de Bondi. Este lunes se vio llegar a un equipo de media decena de expertos forenses con equipo de protección completo, mientras la propiedad estaba rodeada por una cinta policial.

Los lugareños dijeron a CNN que estaban conmocionados porque los sospechosos podrían haber estado viviendo cerca.

El vecino Renato Padilla dijo que estaba viendo por televisión los sucesos posteriores a la tragedia de Bondi, cuando de repente su calle se llenó de autos de Policía.

“Estábamos muy preocupados anoche por si había un tiroteo o algo así. O porque dijeron que en Bondi había explosivos en el coche”, dijo Padilla, refiriéndose a un vehículo encontrado estacionado en la cercana Campbell Parade de Bondi, que estaba equipado con varios artefactos explosivos improvisados.

Lanyon, el comisionado de Policía de Nueva Gales del Sur, instó a la cautela ante cualquier miembro de la comunidad que intente perturbar aún más una ciudad sacudida con actos para vengar el tiroteo del domingo.

“Este es un momento de calma. No se aceptarán represalias ni actos contra ningún sector de la comunidad”, dijo.

Pero el temor ahora es que las tensiones que el Gobierno australiano había estado tratando de mantener fuera de las fronteras del país broten más agresivamente que nunca, mientras las comunidades buscan respuestas sobre qué motivó a dos hombres a cometer un acto tan atroz y qué hicieron las autoridades, o no hicieron, para detenerlo.

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Con información de Rhea Mogul, de CNN.

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