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La izquierda perdió las últimas tres elecciones en América Latina: ¿cómo queda el balance con la derecha y qué anticipa 2026?

Por Gonzalo Zegarra, CNN en Español

La derecha de América Latina consiguió este domingo un nuevo triunfo electoral en Chile, con lo que cierra un año invicta en votaciones presidenciales en la región y aumenta las expectativas de cara a 2026, que pone en disputa naciones clave del continente.

La cómoda victoria del ultraderechista José Antonio Kast sobre Jeannette Jara tuvo como base la promesa de orden y seguridad por encima del debate económico. La candidata del oficialismo no logró despegar su imagen de la baja popularidad del Gobierno de Gabriel Boric, que no cumplió las altas expectativas de cambio con las que asumió.

Distinto fue el caso de Honduras, que ya lleva dos semanas sin que se conozca oficialmente al ganador, pero con un conteo que dejó muy relegada a Rixi Moncada, candidata apoyada por la presidenta izquierdista Xiomara Castro. Allí jugó un rol mucho más determinante el presidente de EE.UU., Donald Trump, quien apoyó al derechista Nasry Asfura, cuya estrecha ventaja sobre el también derechista Salvador Nasralla todavía está siendo revisada. Ambos compitieron con discursos contra Venezuela y destacaban la falta de promesas cumplidas del oficialismo.

Bolivia también giró a la derecha en agosto cuando pasaron a segunda vuelta Rodrigo Paz (elegido luego presidente) y Jorge “Tuto” Quiroga, mientras el Movimiento al Socialismo (MAS) se desangraba en disputas internas y el candidato mejor ubicado de la izquierda, Andrónico Rodríguez, no llegó al 9 % de votos. Con una crisis económica, financiera y de escasez de combustible, los bolivianos pusieron fin a un ciclo de casi 20 años desde el primer gobierno de Evo Morales.

Son tres casos en los que el oficialismo de izquierda perdió abultadamente, con demandas ciudadanas insatisfechas y sin encontrar una renovación. La derecha no gana únicamente por sus propuestas, sino por un fuerte rechazo a los gobernantes de turno.

Con los últimos comicios, la derecha, con diversos matices, gobernará 11 países: Argentina, Bolivia, Chile (a partir de marzo), Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras (una vez que se resuelva la disputa electoral) Panamá, Paraguay, Perú y República Dominicana. Por su parte, la izquierda, también en distintos grados, mantiene ocho: Brasil, Colombia, Cuba, Guatemala, México, Nicaragua, Uruguay y Venezuela.

La expectativa conservadora apunta a consolidar un nuevo ciclo que termine de reemplazar a lo que fue la marea rosa de la primera década y media del siglo en América latina. Pero si lo que se produce, en cambio, es un período de ciclos cortos, el péndulo podría tocar un punto y volver de la derecha a la izquierda. En ese sentido, uno de los primeros mensajes de Kast como presidente electo fue un llamado a la calma. Manejar las expectativas para mostrar resultados a corto plazo puede ser acaso su mayor desafío.

La impaciencia del electorado “es un fenómeno que afecta a ambos lados del espectro” político, afirmó la politóloga Florencia Rubiolo, directora de Insight 21, think tank de la Universidad Siglo 21. Para la investigadora, la izquierda ha tenido dificultad para cumplir con promesas de ampliación y garantía de derechos. En el caso de Boric, afirmó que “la transición en su agenda terminó llevándolo a concentrarse en cuestiones más vinculadas a cuestiones externas, a crisis regionales de inseguridad que se trasladaron al interior del país”, por lo que necesitó virar el foco a políticas de seguridad antes que a reformas sociales.

El único caso en el que el oficialismo se revalidó fue en Ecuador. En el primer semestre, el país volvió polarizar entre correísmo y anticorreísmo, pero el presidente Daniel Noboa ganó con una ventaja clara en segunda vuelta sobre Luisa González, con la promesa de combatir al crimen organizado en medio de una crisis de seguridad.

Son escenarios en los que se entremezclaron temas de seguridad frente al avance del crimen organizado y la (in)capacidad de responder a demandas socioeconómicas. En un mundo cada vez más inestable y en una región que podría dejar de ser llamada una “zona de paz” (un concepto que deja fuera los altos niveles de violencia interna), la promesa de orden y la visión nacionalista acaso termina pesando más que las plataformas de justicia social.

“El problema de la izquierda no es la derecha, es ella misma. No ha tenido capacidad de ser pertinente con el mundo que está viviendo. Hace denuncias y cuando le dan el poder, no tiene la capacidad de gestionar una construcción de una realidad viable”, dijo el sociólogo Alberto Mayol, académico de la Universidad de Santiago (Chile).

“La derecha tiene la suerte de que el rival no es competitivo. Las sociedades van quedando con menos recursos políticos para afrontar su propio desafío. El gran perjudicado son las sociedades que no tienen oferta política adecuada a los tiempos”, agregó.

Los ganadores de los recientes comicios, representantes de distintos tipos de derecha, se unen a la lista que asoma como mayoría y no solo por la estridencia de otros líderes como el presidente de Argentina, Javier Milei, y el de El Salvador, Nayib Bukele.

Eso no significa que la izquierda tenga poca representación en América Latina. De hecho, los tres países más poblados, Brasil, México y Colombia, están gobernados por presidentes progresistas: Lula da Silva, Claudia Sheinbaum y Gustavo Petro, respectivamente. Sin embargo, dos de ellos irán a las urnas en 2026, lo que podría dejar movimientos incluso más grandes.

En Colombia, Petro ha reiterado que no planea postular a las elecciones de marzo y las candidaturas están en plena etapa de conformación de alianzas. El oficialista Pacto Histórico recibió este mes la personería jurídica para participar en las elecciones de mayo, con el senador Iván Cepeda como precandidato. La votación interna del movimiento, en un despliegue de fuerza electoral, convocó a un número récord de votantes.

A su vez, el uribista Centro Democrático, todavía afectado por el asesinato del senador Miguel Uribe Turbay, prolongó las conversaciones para definir entre tres senadoras, que aparecen relegadas ante el crecimiento del abogado de extrema derecha Abelardo de la Espriella, precandidato del movimiento Firme por la Patria.

En el caso colombiano, Rubiolo considera que un factor fundamental será el desarrollo de la crisis en Venezuela y la presión de Estados Unidos al presidente Nicolás Maduro. “Será un elemento determinante. El impacto directo es más fuerte que en Brasil, vinculado a la inseguridad, la militarización y la porosidad de las fronteras”.

En clave electoral, aunque son varios factores que pueden pesar, la analista señala que el costo frecuentemente lo paga el oficialismo de turno. “Las crisis suelen llevar al cambio” y puede producirse “una búsqueda de soluciones excepcionales en una oposición bien fundamentada”, agregó.

En Brasil, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) lidera con cierta comodidad las encuestas contra todos los potenciales candidatos de la derecha, desde Flavio Bolsonaro hasta el gobernador de San Pablo, Tarcisio de Freitas, pero sin el apoyo suficiente para ganar en primera vuelta.

Mientras tanto, la derecha se reorganiza tras la condena al expresidente Jair Bolsonaro y todavía no definió a sus principales candidatos, por lo que el escenario tiene todavía muchas interrogantes de cara a octubre próximo.

Colombia y Brasil son dos de los países que han tenido una relación tensa con Estados Unidos en los últimos meses. El presidente Donald Trump, además de su apoyo a Asfura en Honduras, también respaldó a Milei en las legislativas de octubre en Argentina y se atribuyó el resultado favorable.

La estrategia de seguridad nacional de EE.UU. publicada este mes habla, de hecho, de “alistar a amigos” en el hemisferio y expandirse “fortaleciendo nuevos socios”, por lo que es esperable que Trump se muestre activo en ambos procesos electorales.

Para Mayol, si el malestar social continúa, el péndulo seguirá yendo de un lado a otro, pero con más impulso. “Aparecen opciones radicales con soluciones simplistas, cada vez peor”, comentó.

En febrero próximo, también Costa Rica irá a las urnas, actualmente gobernada por Rodrigo Chaves, de ideología socialdemócrata, quien venció a la centroizquierda en 2022. El mandatario, afín a Trump, es señalado por la Casa Blanca como uno de sus aliados. Los sondeos ponen como favorita a la derechista Laura Fernández, quien integró el gabinete de Chaves, aunque hay un alto número de indecisos.

Perú, que lleva un largo ciclo de inestabilidad política, votará en abril con un escenario muy disperso, similar al de 2021. Keiko Fujimori volverá a buscar la presidencia, entre otros candidatos conservadores, como el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, mientras todavía no emerge una figura de izquierda con proyección nacional. Con ello, el país mantendrá el promedio de casi un presidente por año: quien gane los comicios será el noveno mandatario desde 2016.

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