Los migrantes venezolanos aportan más de US$ 10.600 millones al año en América Latina y el Caribe, según la OIM
Por Rocío Muñoz-Ledo, CNN Español
Los hogares venezolanos aportan más de US$ 10.600 millones al año a las economías de América Latina y el Caribe, principalmente a través del consumo en vivienda, alimentos, educación y salud, de acuerdo con un nuevo informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El nuevo estudio publicado este jueves señala que la migración venezolana se ha convertido en un factor clave de crecimiento económico en la región. Las personas migrantes no solo consumen y pagan impuestos —aportan cerca del 1,2 % de la recaudación tributaria en los países analizados—, sino que también emprenden, crean empleo, fortalecen la economía local y sectores como la gastronomía, el turismo y la tecnología.
En San Pedro Sula, al norte de Honduras, ese impacto se puede observar en el sector gastronómico, como muestra uno de los casos incluidos en el estudio de la OIM. En la cocina del restaurante El Ávila, Andrea Fecarotta, una venezolana de 31 años, coordina a un equipo de 14 personas hondureñas. Llegó al país hace nueve años, tras salir de Caracas, sin una ruta clara. Hoy lidera un negocio que combina sabores venezolanos con ingredientes locales y que se ha consolidado como una fuente estable de empleo.
Según los OIM, Andrea no solo dirige un restaurante: genera empleo, transfiere técnicas, forma personal local y apuesta por la fusión cultural como modelo de negocio. “La cocina puede ser un lenguaje compartido”, dice. Su emprendimiento, según la organización, es un ejemplo de cómo la migración dinamiza economías locales y transforma la diversidad en valor agregado.
Casos como el suyo no son aislados. El informe de la OIM destaca que los emprendimientos liderados por personas venezolanas han generado unos 40.000 empleos en Panamá y movilizado más de US$ 1.100 millones en inversiones en Aruba, reforzando el tejido productivo de los países de acogida.
A más de 2.000 kilómetros de distancia, en las laderas de Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá, otro de los casos analizados por la OIM muestra cómo el aporte económico de la migración venezolana toma formas distintas. Allí vive Irvin Ibarra, venezolana de 59 años, quien llegó a Colombia hace una década tras perder su empleo en el estado Zulia. Docente y entrenadora deportiva en su país, comenzó vendiendo café en la calle para sostener a su familia. Hoy es una referente comunitaria, dice la OIM.
Irvin fundó The Royal Family, una escuela de danza que funciona desde hace cuatro años y que impacta la vida de 55 niños, niñas y adolescentes, muchos de ellos migrantes o desplazados internos, según el Aunque su trabajo es cultural y social, dice la OIM, su impacto económico es tangible: genera actividad local, moviliza recursos comunitarios, contribuye a prevenir la deserción escolar y la exclusión.
El estudio de la OIM —basado en investigaciones realizadas en Colombia, Panamá, Ecuador, Chile, Costa Rica, República Dominicana, Perú y Aruba— subraya que la población migrante venezolana es altamente productiva y cuenta con una sólida formación técnica y universitaria. Sin embargo, ese potencial sigue limitado: el 82 % trabaja en la informalidad y el 41 % no tiene acceso a crédito ni a servicios financieros formales, según el informe.
“Estas barreras restringen su autonomía económica, el crecimiento de sus negocios y su capacidad de contribuir aún más sustancialmente al desarrollo local”, señala la OIM.
Aun así, dice la organización, los avances en regularización han sido importantes. De los 6,9 millones de venezolanos que viven en América Latina y el Caribe, cerca del 70% cuenta con un estatus migratorio regular, de acuerdo con el informe.
“La regularización es, por tanto, una base necesaria para reducir la informalidad y maximizar los aportes económicos de las personas migrantes”, agrega.
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