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Erdogan corteja al “terrorista” Bashar Al-Assad entre presiones para resolver el “problema sirio” de Turquía

Melissa Velásquez Loaiza

(CNN) — Hace más de una década que millones de sirios inundaron Turquía en masa, buscando refugio de la guerra civil en su país. Pero hoy en día, hay cada vez más indicios de que los refugiados pueden haber agotado su acogida.

Este mes se han producido disturbios antisirios en varias ciudades de Turquía. En la capital, Ankara, los partidos de la oposición piden deportaciones masivas, y el gobierno pide al régimen sirio que una vez intentó derrocar que ayude a resolver el problema.

El presidente de Turqía, Recep Tayyip Erdogan, busca ahora públicamente una reunión con el presidente Bashar al-Assad, el hombre al que una vez tachó de terrorista, para restablecer las relaciones sirio-turcas. Antes de la guerra civil siria, los dos dirigentes pasaban vacaciones juntos, pero años más tarde, después de que el régimen sirio aplastara brutalmente una revuelta popular, Erdogan trató de sacarlo de su cargo y respaldó a las fuerzas locales que luchaban contra él.

“Creemos que es beneficioso abrir los puños cerrados”, declaró Erdogan este mes. “Queremos que las disputas se resuelvan mediante el diálogo mutuo en la mesa de negociaciones”.

Se calcula que Turquía acoge a 3,1 millones de refugiados sirios, más que ningún otro país. Las estimaciones no oficiales son mucho más altas, dado que no se contabilizan los refugiados indocumentados.

Pero superar una amarga enemistad personal de años y unas relaciones extremadamente complejas entre Ankara y Damasco no será tarea fácil. Las tropas turcas siguen controlando una franja de territorio sirio a lo largo de la frontera turca donde se refugian grupos de la oposición siria.

Una cuestión política para Erdogan

Para Erdogan, “la inmigración y los refugiados son la principal preocupación”, afirma Bilal Bagis, analista del centro de pensamiento de tendencia gubernamental SETA, en Ankara. “Se está convirtiendo en un argumento político contra el gobierno en funciones de Turquía… y definitivamente se ha convertido en algo que hay que resolver”.

Assad ha dejado claro desde hace tiempo que solo habrá una reunión cuando Turquía retire las tropas de Siria, aunque esta semana indicó que se reuniría si el tema figuraba al menos en el orden del día.

“Si la reunión conduce a resultados, o si hay un abrazo, una regañina o incluso un beso en la mejilla que sirva a los intereses del país, lo haré”, dijo Assad. “El problema no está en la reunión en sí, sino en el contenido de la misma”.

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Sirios asisten al cortejo fúnebre de un hombre muerto durante los enfrentamientos con las tropas turcas, en Afrin, en el norte de Siria, el 2 de julio. (Crédito: Aaref Watad/AFP/Getty Images)

Aunque no hay indicios de que Turquía vaya a retirarse de Siria o a abandonar su apoyo a la oposición siria, la rama de olivo de Ankara indica la presión a la que está sometido Erdogan para hacer frente al descontento en su país.

Este mes, la noticia de que un sirio abusaba sexualmente de su prima siria de siete años en Turquía desencadenó disturbios y violencia en la ciudad de Kayseri, en Anatolia central, y los turcos atacaron negocios y coches de propiedad siria.

El gobierno culpó a las redes sociales de alimentar los disturbios, que se extendieron rápidamente a otras ciudades. En Antalya, un adolescente fue asesinado y en Estambul, un árabe fue amenazado con un cuchillo en un restaurante de una zona exclusiva de la ciudad. El ministro del Interior, Ali Yerlikaya, declaró que cientos de personas habían sido detenidas.

Los disturbios pusieron de manifiesto las tensiones existentes desde hace tiempo entre sirios y turcos, agravadas por las presiones económicas derivadas de la altísima inflación de Turquía.

A diferencia de los países europeos, donde los refugiados sirios son reasentados de forma permanente, la mayoría de los sirios en Turquía son tratados como “invitados” con protección temporal y están sujetos a una serie de restricciones.

La mayoría de los sirios no pueden viajar libremente por el país. Menos del 10% de los adultos sirios tienen permiso de trabajo, y el resto se limita a empleos informales y clandestinos. Un número incalculable de niños sirios no están escolarizados, ya sea porque trabajan o porque tienen dificultades para matricularse debido a las normas que les obligan a asistir a las escuelas de las zonas en las que se inscribieron inicialmente. En este país de 85 millones de habitantes, sólo se ha concedido la ciudadanía a una pequeña proporción de sirios.

La sociedad turca no acepta a los sirios

Muchos turcos se quejan de que los sirios no se han integrado, pero los sirios argumentan que su país de acogida no se lo ha puesto fácil.

“La integración depende de dos cosas: del esfuerzo de los inmigrantes y de que los ciudadanos del país los acepten como parte de la sociedad… pero ahora mismo no hay aceptación de los sirios en Turquía”, afirma Ebubekir Hussamoglu, un sirio que llegó al país justo antes de que estallara la guerra en su país, lo que le obligó a quedarse. Ahora es asesor jurídico y ciudadano turco. Su biografía se parece poco a la del sirio medio en Turquía, que suele estar en la parte baja de la escala económica y social.

“Estas personas llevan trabajando en Turquía unos diez años y reciben salarios más bajos y no tienen sus derechos sociales, la seguridad social. Esto no les hace sentirse seguros aquí a largo plazo”, dijo.

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Opositores sirios denuncian las declaraciones del presidente turco a favor de la normalización con el régimen del presidente sirio Bashar al Assad en la ciudad de Idlib, Siria, el 12 de julio. (Crédito: Anas Alkharboutli/picture-alliance/dpa/AP)

El recién deportado Mohammad Shbeeb asegura que su existencia en Turquía fue de todo menos segura. Llegó por primera vez a la frontera en 2018, y dice que fue rápidamente detenido y devuelto. Dice que lo amenazaron con una detención indefinida si no firmaba un documento en el que aceptaba regresar voluntariamente. Muchos otros sirios tienen historias similares.

Abdullah Resul Demir, presidente de la Asociación Internacional por los Derechos de los Refugiados, una ONG dirigida por voluntarios que ayuda a los sirios a desenvolverse en la legalidad de la inmigración, afirma que algunas personas han tenido que dejar atrás a sus familias en Turquía cuando han sido deportadas. “Nos hemos enfrentado a muchos ejemplos de este tipo”, afirma.

El Ministerio del Interior turco dijo que tales afirmaciones son infundadas e inaceptables.

“Los sirios bajo protección temporal en nuestro país solo regresan a su país de forma voluntaria, segura y con dignidad”, dijo el ministerio a CNN en un comunicado. “Los retornos voluntarios a zonas seguras en el norte de Siria continúan actualmente, y hasta la fecha, más de 678.000 sirios han regresado a su país de esta manera”.

En el caso de Shbeeb, dos semanas después de ser devuelto, volvió a Turquía de contrabando, pero nunca pudo conseguir papeles para quedarse oficialmente. A principios de este mes, las autoridades de inmigración lo detuvieron cuando volvía a casa del trabajo en la ciudad de Gaziantep y lo deportaron de nuevo. Todas sus pertenencias siguen en su apartamento turco. Ahora vive con un amigo en Azaz, al noroeste de Siria. Ankara dice que la ciudad está en una zona segura controlada por las tropas turcas. Pero Shbeeb dice que dista mucho de ser segura.

“Hay bombardeos, a veces de las fuerzas de la oposición siria (apoyadas por Estados Unidos) o incluso del régimen (de Assad) …., así que no, no es una zona segura en absoluto”, dijo.

Shbeeb afirma que no fue fácil integrarse en Turquía, pero lo intentó de todos modos. Tenía un trabajo bien pagado en Gaziantep (ahora trabaja a distancia para la misma empresa), aprendió turco e hizo amigos turcos.

“Los turcos no aceptaban la integración de los sirios en su sociedad. Creo que tienen miedo de los demás: árabes, europeos, cualquiera que no sea turco”, afirma. “En seis años, no sentí que esta sociedad pudiera aceptarme”.

El presidente sirio Bashar al-Assad (derecha) y el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan (izquierda) el 9 de mayo de 2010 antes de una reunión oficial en Estambul. (Crédito: Ibrahim Usta/AFP/Getty Images)

Vivir en “guetos”

La integración de los sirios ha sido un fracaso, según Cenk Ozatici, vicepresidente del partido laico y nacionalista de la oposición Iyi (Bueno). El partido aboga por la creación de condiciones dentro de Siria lo suficientemente seguras como para devolver a todos los solicitantes de asilo sirios. Ozatici afirma que el gobierno nunca planeó realmente que los sirios se quedaran a largo plazo, y que el gran volumen de personas hacía que la integración fuera siempre imposible.

“Es imposible por las diferencias culturales y las cuestiones históricas. A veces es incluso imposible, por la diferencia en la interpretación del Islam. Sé que muchas potencias occidentales a veces sólo piensan ‘tú eres musulmán, ellos son musulmanes, así que ¿cuál es el problema?’, pero no es así”, afirmó.

Ozatici cree que debido a que muchos sirios acaban viviendo en lo que él describe como “guetos”, y a que las tasas de natalidad turcas son tan bajas, y las de los solicitantes de asilo tan altas, “la estructura demográfica y la identidad de la sociedad turca están amenazadas”.

Critica un acuerdo que Turquía firmó en 2016 con la Unión Europea por el que Ankara se comprometía a devolver a los migrantes que cruzaran a Europa. No es el único. En mayor o menor medida, la mayoría de los partidos políticos mayoritarios de Turquía creen que la solución pasa por devolver a Siria a los solicitantes de asilo.

Uno de los rivales políticos más famosos y formidables de Erdogan es el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu. En una entrevista con CNN en abril, el alcalde dijo que cree que hay 2,5 millones de sirios sólo en Estambul -cinco veces la estimación oficial- y mucho más allá de lo manejable.

“La solución debe encontrarse en Siria, negociando con el régimen sirio”, afirmó. “Me preocupan las mujeres y los niños sirios aquí, porque en última instancia son seres humanos. Pero también me preocupan mi país y mi ciudad”.

— Guray Ervin y Tanem Zaman contribuyeron a este reportaje.

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