Jean-Pierre Adams: cuando 33 años en coma no pueden agotar el amor verdadero
Rodrigo Aguiar
(CNN) — ¿Qué regalo le compras a un hombre que ha estado en coma durante más de 30 años?
Esa es la pregunta que la familia que el exjugador francés Jean-Pierre Adams, cuya vida dio un vuelco brutal en 1982, se hace todos los años en aniversarios clave.
Hace treinta y tres años, el fornido futbolista, quien en aquel entonces tenía 34 años, ingresó a un hospital de Lyon para que le practicaran una cirugía de rutina a fin de corregir una rodilla que le estaba dando problemas.
Para cuando salió de ahí, nunca más hablaría, caminaría o movería sus extremidades.
Su esposa Bernadette lo ha atendido desde entonces, y apenas ha faltado a un día de cuidados en el transcurso de los últimos treinta años.
“Nunca nadie olvida darle a Jean-Pierre regalos, ya sea en su cumpleaños, Navidad o el Día del Padre”, le dijo Bernadette a CNN.
El hombre de 67 años puede respirar por sí mismo, sin la ayuda de una máquina, y tiene su propia habitación, donde pasa la mayor parte del día en lo que es un tipo de cama modificada como las que normalmente ves en un hospital.
“Le compramos regalos como una camiseta o un suéter porque lo visto en su cama; él se cambia de ropa todos los días”, explica su esposa en la casa de su familia cerca de Nimes, al sur de Francia, donde Bernadette cuida de Jean-Pierre.
“Le compro cosas para que pueda tener una habitación agradable, como bonitas sábanas o algún perfume. Solía usar Paco Rabanne, pero ya no hacen su fragancia favorita, así que ahora le compro Sauvage by Dior”.
La desastrosa cirugía de Jean-Pierre redujo a un personaje extravagante, quien se había levantado de un origen humilde en Senegal, a alguien que ha estado en un constante estado vegetal desde entonces.
Jean-Pierre, quien solía ser un jugador de la selección de Francia en los años setenta, ahora es incapaz de realizar movimientos voluntarios, pero puede digerir la comida, al igual que abrir y cerrar sus ojos.
Bernadette cuida a su esposo con un amor constante: lo viste, lo alimenta, lo baña, le da vuelta en la cama para evitar las llagas y a menudo deja de dormir para que él logre hacerlo.
Una muestra del vínculo que existe entre ambos es el hecho de que en las raras ocasiones en las que Bernadette pasa un día lejos de casa, los cuidadores de Jean-Pierre notan que su estado de ánimo parece cambiar.
“Él siente que no soy yo quien le da de comer y lo cuida”, dice su esposa de 46 años. “Son las enfermeras las que me dicen que él no es el mismo”.
“Pienso que él siente cosas. También debe reconocer el sonido de mi voz”.
El periodo de entendimiento
Jean-Pierre y Bernadette pudieron haber nacido en Senegal y Francia respectivamente, pero sus vidas empezaron a converger a mediados de la década de 1950.
A pesar de que desde hace 33 años Jean-Pierre Adams se encuentra en coma, su esposa no lo ha abandonado.
Fue entonces cuando la abuela de Jean-Pierre lo llevó a Europa en una peregrinación religiosa, e inscribió al niño de 10 años de edad en una escuela en Francia.
Cuando poco después fue adoptado por una pareja francesa, su vida africana rápidamente empezó a desaparecer detrás de él.
Fue a finales de la década de 1960 cuando Jean-Pierre, quien en aquel momento era un futbolista aficionado, conoció a Bernadette en un baile.
Era una época de cambio, cuando el levantamiento de mayo de 1968 anunció una nueva era a medida que los estudiantes y trabajadores alteraron la perspectiva cultural de Francia mientras desafiaron la naturaleza conservadora del gobierno del general de Gaulle.
“No puedo ocultar el hecho de que fue muy difícil para mi familia al principio”, recuerda Bernadette, al reflexionar sobre los desafíos que enfrentaron como una pareja de raza mixta.
“En aquella época no era bien visto que un hombre negro y una mujer blanca estuvieran juntos”.
“Pero empezamos a vivir juntos y después decidimos casarnos. Les escribí a mis padres para darles la noticia, la fecha de la boda y una invitación, y mi madre nos invitó a cenar”.
“Después de eso, todo estuvo bien, y él fue visto bajo una mejor luz que yo: ‘Jean-Pierre, Jean-Pierre’; solo hablaban de Jean-Pierre”.
La pareja inicialmente vivió al sur de París -en Fontainbleu- donde Adams estaba ayudando al equipo local a ganar su campeonato amateur, pero poco después de casarse en 1969, ellos se trasladaron a Nimes, cuando Jean-Pierre fue fichado para el que entonces era el equipo de primera división de la ciudad.
En cuestión de dos años, no solo había quedado Nimes como finalista, sino que Jean-Pierre estaba jugando para Francia… fue uno de los primeros jugadores negros en hacerlo.
“Él era una fuerza de la naturaleza, era muy fuerte físicamente y tenía una gran determinación y disposición”, le dijo a CNN Henri Michel, quien jugó en el primer partido competitivo de Adams con la selección de Francia en 1972.
“Él era formidable, muy patriótico y un verdadero placer para trabajar”, añadió un hombre que entrenó a Francia en la Copa del Mundo de 1986. “Él empezó como delantero, pero luego jugó de defensa”.
Ahí, Adams formó una asociación central defensiva conocida como “Garde Noire” -“Guardia negra”- junto a Marius Trésor, un jugador a quien el brasileño Pelé nombró, en 2004, como uno de sus 125 mejores jugadores de fútbol.
“Adams y Trésor han formado una de las mejores parejas defensivas en toda Europa”, según dijo nada menos que el ganador alemán de la Copa del Mundo, Franz Beckenbauer, a la revista francesa de fútbol “Onze” en aquel momento.
Podría decirse que, junto a los futbolistas negros como Larbi Ben Barek y Lucien Cossou, la “Garde Noire” ayudó a preparar el camino para la victoria de Francia en la Copa del Mundo de 1998. Los jugadores claves como Patrick Vieira, Marcel Desaily y Lilian Thuram, nacieron en Senegal, Ghana y Guadalupe, respectivamente.
En total, Jean-Pierre partició en 22 partidos con la selección y también jugó para el Paris Saint-Germain y Nice; estuvo a punto de ganar el título francés con este último (de nuevo), mientras también sacó al Barcelona de la Copa de la UEFA 1973-4.
La vida era igual de buena fuera del campo.
Con un amor por la música —particularmente de Brasil— y un gusto por los cigarros, la ropa y las joyas costosas, Jean-Pierre disfrutó plenamente la década de 1970 junto a Bernadette.
“Él era la alegría de vivir encarnada en cuerpo humano… una persona alegre y bromista a quien le gustaba salir”, dice Bernadette, quien llevaba puesta una blusa a la moda de Desigual e impecables pantalones blancos cuando nos conocimos. “De verdad, siempre estaba sonriendo. Le encantaba la buena vida y era querido por todos”.
A medida que su carrera se desvanecía, al bajar en las divisiones, Adams decidió que quería entrenar jóvenes, y un día en marzo de 1982, se dirigió a Dijon durante tres días para estudiar y capacitarse.
Se dañó un tendón de la pierna cuando estuvo ahí; esta fue una lesión inofensiva que a la larga arrojaría una sombra sobre la familia Adams.
La ‘tormenta perfecta’
Jean-Pierre viajó al Hospital de Édouard Herriot en Lyon para hacerse una radiografía.
“Desde allí, él iba a volver a casa,” recuerda Bernadette. “Pero estaba caminando por un corredor en el hospital —donde no conocía a nadie— cuando un doctor que sabía de fútbol, debido a que atendía al equipo de Lyon, pasó a su lado”.
El doctor se detuvo para hablar con él, e inmediatamente le ofreció ayudarlo y después de una consulta, se decidió por operarlo y le hizo una cita a Jean-Pierre: miércoles 17 de marzo de 1982.
Cuando llegó el día, había un problema, ya que el personal del hospital estaba en huelga.
El caso de Jean-Pierre no era nada urgente —hubiera podido esperar un poco más— pero llevaron a cabo la cirugía a pesar de todo.
“La anestesióloga tenía a ocho pacientes, uno detrás del otro, como si fuera una línea de producción”, dice Bernadette.
“Dejaron a Jean-Pierre al cuidado de un aprendiz, quien estaba repitiendo el año, y más adelante admitió lo siguiente en el tribunal: ‘No estaba capacitado para la tarea que me asignaron'”.
“Debido a que esta no era una operación vital, a que el hospital estaba en huelga, a que no habían suficientes doctores y esta mujer estaba atendiendo a ocho pacientes en dos habitaciones distintas, alguien tendría que haberme llamado para decirme que iban a retrasar la operación”.
Nunca lo hicieron… y entre la anestesióloga y el aprendiz cometieron varios errores.
A Jean-Pierre no lo intubaron bien, ya que uno de los tubos bloqueó el trayecto a sus pulmones en lugar de ventilarlos, lo que significó que le faltó oxígeno, por lo que sufrió un paro cardíaco.
“Lo encontré en cama, con tubos por todas partes,” recuerda después de apresurarse al hospital. No salí hospital por cinco días. Pensaba que se iba a despertar y que yo necesitaba estar ahí”.
Cuando sintió el aire fresco de nuevo, el mundo se había convertido en un lugar muy distinto.
La vida ahora
Luego de estar 15 meses en el hospital, las autoridades locales le sugirieron a Bernadette que el mejor lugar para su esposo sería un asilo de ancianos que se encontraba cerca.
“No pensaba que supieran cómo cuidar de él, así que me dije a mí misma ‘Él regresará a casa’ y lo he cuidado desde entonces”, dice Bernadette.
Todos los días, se despierta un poco antes de las siete y desayuna —momentos preciosos que pasa sola— mientras se prepara para cuidar a su esposo.
Es una mezcla de cambiarle la ropa, afeitarlo, prepararle la comida —toda licuada— y dársela, lo cual puede tomar una hora, ayudar a Jean-Pierre a ir al baño, mientras también ayuda al kinesiólogo a asegurarse de que sus pulmones estén limpios y sus músculos ejercitados para evitar que se paralicen y atrofien.
Si tiene suerte, su día termina a las ocho, cuando Jean-Pierre podría ir a dormir.
“A veces cuando la noche sale mal, permanezco despierta”.
Esta atención de todo el día deja poco tiempo para trabajar, pero afortunadamente para la estoica Bernadette, ella recibe una anualidad luego de que un tribunal emitiera un fallo a su favor, aunque después de una batalla legal de diez años.
“El proceso duró casi 12 años. Creo que está diseñado para desanimar a las personas”, se aventura a decir. “Si no tuviera el apoyo del fútbol, estaría completamente en la quiebra”.
La liga francesa, la federación de fútbol y el Variétés Club de France —un club para exjugadores franceses— se unieron para ayudar con los honorarios legales.
Aunque el accidente ocurrió en 1982, no fue sino hasta 1989 que el personal médico fue encontrado culpable de ‘lesión involuntaria’, e incluso entonces, debieron pasar cinco años más antes de que se decidieran las cuotas de la familia.
“Hemos jugado cinco o seis partidos a lo largo de los años porque sabíamos que Bernadette estaba en problemas financieros y psicológicos”, dijo a CNN Jacques Vendroux, el gerente general del Variétés Club de France
“Jean-Pierre era alguien muy querido y merecía ayuda. Él sigue con vida y eso es increíble”.
También intentan que se sienta parte de la familia tanto como sea posible; su habitación está al lado del punto focal de la casa: la cocina – sala”.
“Le hablo todo el tiempo… sobre la televisión, lo que llegó en el correo, cualquier cosa…”, dice Bernadette. “Siempre hay movimiento a su alrededor. Siempre está al lado de nosotros”.
Cuando le pregunto si alguna vez piensa en las conversaciones que la pareja podría haber tenido, Bernadette, de 72 años de edad, momentáneamente se queda sin palabras… esta es una breve muestra del verdadero costo del accidente en una mujer orgullosa y serena.
“No lo sé”, respondió. “Es difícil decirlo. Sé que no entiende mis palabras, pero podría haber momentos en los que tiene un destello. Quizá por un instante, solo un instante, entiende algo”.
Sin embargo, es poco probable.
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