La decisión de Netanyahu de cancelar las reuniones en Washington sobre Rafah genera una nueva ruptura con Biden
Belén Liotti
(CNN) — La decisión que este lunes tomó Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, de cancelar la visita planeada de una delegación a Washington ––un viaje que el presidente Joe Biden solicitó personalmente hace una semana con la esperanza de ofrecer un enfoque constructivo–– representa otro punto bajo en la brecha cada vez más profunda que aleja a las dos figuras.
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Netanyahu amenazó con suspender el viaje de la delegación si Estados Unidos no vetaba una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía un alto el fuego inmediato en Gaza el lunes. Cuando EE.UU. se abstuvo de votar, y por ende permitió que la medida se aprobara, el primer ministro israelí tomó acción y canceló las reuniones que ya representaban un riesgo político para Biden.
Los funcionarios estadounidenses tenían planeado ofrecerle a la delegación de Israel un conjunto de opciones alternativas para perseguir a Hamas en la ciudad de Rafah, en el sur de Gaza, con la esperanza de prevenir lo que EE.UU. cree que equivaldría a una catástrofe humanitaria si Israel lanza una invasión terrestre a gran escala.
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Esas alternativas seguirán siendo compartidas, dijeron funcionarios estadounidenses, incluso en las conversaciones de principios de esta semana entre los principales asesores de Biden y del ministro de Defensa de Israel. Pero la suspensión pública de las conversaciones cara a cara fue un claro ejemplo de lo que se ha convertido en una dinámica cada vez más tensa entre Israel y su principal aliado.
Benjamin Netanyahu pronuncia un discurso en Jerusalén, el 17 de marzo. Leo Correa/AP
Funcionarios de EE.UU. dijeron que están perplejos por la decisión de Netanyahu de cancelar el viaje de delegación, después de que Estados Unidos permitiera que se aprobara la resolución en el Consejo de Seguridad que pedía un alto el fuego inmediato en Gaza. Dentro de la Casa Blanca, la medida se consideró una reacción exagerada que muy probablemente reflejaba las propias preocupaciones políticas internas de Netanyahu, según un funcionario estadounidense. Horas después de que se cancelara la visita de la delegación, el ministro israelí Gideon Sa’ar presentó su dimisión del actual gobierno tras no ser incluido en el gabinete de guerra.
Netanyahu no se comunicó directamente con Biden con respecto a su decisión, mientras que Biden no tiene planes de llamar a Netanyahu para discutir el asunto, dijo el funcionario.
Se esperaba que las conversaciones en Washington ocurrieran en un momento crucial, no solo por la trayectoria del conflicto sino también para medir la influencia de Washington sobre su aliado. La paciencia de Biden con Netanyahu se ha ido agotando y su capacidad para doblegar la toma de decisiones de Israel parece disminuir, incluso cuando Estados Unidos continúa proporcionando un respaldo militar y diplomático crítico.
En Estados Unidos, los llamados a poner fin a los combates han traspasado las fronteras políticas. Incluso el expresidente Donald Trump, rival de Biden en la contienda por la presidencia, dijo en una entrevista durante el fin de semana que era hora de que Israel “termine su guerra” y “llegue a la paz”.
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Ahora, Biden se encuentra en una posición delicada. Si el primer ministro de Israel rechaza las alternativas de su equipo ––como Netanyahu dio muestras de que lo haría, incluso antes de que fracasaran las reuniones de esta semana––, el presidente podría verse obligado a decidir si hace aún más públicas sus frustraciones y potencialmente reduce lo que ha sido el incondicional apoyo estadounidense.
Una división sobre Rafah
Durante el fin de semana, Estados Unidos mantuvo un contacto constante con Israel para discutir la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pide un alto el fuego, y dejó claro en esas conversaciones que la postura de Washington no había cambiado: un alto el fuego debe ir acompañado de una liberación de rehenes.
Eso llevó a los funcionarios estadounidenses a considerar las declaraciones de este lunes de Netanyahu sobre que Estados Unidos había cambiado su posición como peculiares y extrañas, dijo el funcionario. Los asistentes de Biden consideraron que el primer ministro había elegido innecesariamente crear una percepción de acuerdo entre Estados Unidos e Israel.
El presidente Joe Biden en Las Vegas el 19 de marzo de 2024. Kevin Lamarque/Reuters
Durante más de un mes, los funcionarios de la Casa Blanca han observado con creciente preocupación cómo los líderes de Israel, incluido Netanyahu, dan señalesde su intención de lanzar una importante ofensiva terrestre en Rafah que, según dicen, es el último bastión importante de Hamas.
Una campaña así resultaría en un desastre humanitario, han advertido funcionarios estadounidenses, y han insistido en que Israel produzca un plan creíble para proteger a los 1,4 millones de civiles palestinos que se refugian allí, muchos de los cuales huyeron de otras partes de Gaza bajo la dirección del ejército israelí.
Aún así, a pesar de advertencias tan firmes de los funcionarios israelíes, en EE.UU. han creído durante semanas que, en realidad, Israel no estaba ni cerca de estar a punto de expandir su operación militar hacia el sur de Gaza. El comienzo del Ramadán –la fecha límite que algunos miembros del Gobierno de Netanyahu habían advertido que desencadenaría la siguiente fase de la guerra– llegó y pasó sin que se modificara el conflicto.
“Faltan semanas para estar listos”, dijo un alto funcionario estadounidense en vísperas del mes sagrado musulmán.
Aumenta la presión sobre Estados Unidos e Israel
Dado que el Ramadán finalizará en unas dos semanas, la presión está aumentando. Pero incluso mientras los funcionarios estadounidenses siguen insistiendo en que Washington debe primero ver un plan que garantice la seguridad de los civiles, también ponen cada vez más en duda si tal plan es siquiera factible.
Han señalado sin rodeos la realidad de que simplemente no hay ningún lugar al que puedan ir tantos civiles del enclave, ya que gran parte de Gaza ha sido destruida –y transformada en inhabitable– por los bombardeos israelíes. Y si existe ese plan tan poco probable, ningún funcionario de la Casa Blanca lo ha visto todavía.
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“He mirado los mapas, he estudiado los mapas, no hay ningún lugar al que pueda ir esa gente”, dijo la vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris a finales de la semana pasada.
Más tarde, en una entrevista, Harris se negó a descartar consecuencias para Israel si sigue adelante con sus planes en Rafah.
“No descarto nada”, dijo a ABC.
De hecho, los asesores de Biden han estado evaluando varias opciones sobre cómo responder en caso de que la operación de Rafah ocurra. Los funcionarios se negaron a ofrecer detalles, pero el presidente ha estado bajo una presión cada vez mayor por parte de los legisladores demócratas para comenzar a condicionar la asistencia militar a Israel en función de sus esfuerzos humanitarios, y para tomar medidas diplomáticas que señalarían la desaprobación estadounidense.
En sus reuniones de esta semana, los funcionarios estadounidenses habían planeado presionar a la delegación israelí para que adoptara una operación militar más selectiva centrada en objetivos de alto valor de Hamas que podrían estar escondidos en Rafah, según indicaron personas familiarizadas con el asunto.
El enfoque más específico podría combinarse con esfuerzos para asegurar mejor la frontera entre Egipto y Gaza ––donde se encuentra Rafah–– para frenar la capacidad de Hamas de contrabandear armas al enclave.
Aparte de los más de un millón de civiles que se refugian allí, los funcionarios estadounidenses también han expresado temores de que una invasión de Rafah pueda impedir que la tan necesaria ayuda humanitaria entre en Gaza. La ciudad ha sido el principal cruce terrestre para los camiones que transportan ayuda desde Egipto. También existe la preocupación de que una operación en Rafah pueda romper las relaciones de Israel con Egipto.
Estados Unidos envía advertencias a Netanyahu
Los funcionarios del Gobierno de Biden le han advertido a Israel que corre el riesgo de convertirse en un paria internacional si la crisis humanitaria en Gaza empeora o persiste durante un período prolongado.
Cuando Biden propuso las reuniones de esta semana durante una llamada telefónica con Netanyahu el lunes pasado, la idea fue una sorpresa para los israelíes, dijeron personas familiarizadas con el asunto.
“Se necesita una estrategia que funcione”, le dijo Biden a Netanyahu en su primera conversación en más de un mes. “Y esa estrategia no debería implicar una operación militar de gran envergadura que ponga en riesgo miles y miles de vidas (civiles, vidas inocentes) en Rafah”.
“Envía tu equipo a Washington. Hablemos de eso”, le dijo Biden a Netanyahu, según el principal asesor de seguridad nacional de Biden. “Le mostraremos lo que creemos que es una mejor manera”.
Dentro de la Casa Blanca, la medida fue vista como una forma de mostrar la intención de Washington de encontrar un enfoque constructivo para dar forma a los planes de guerra de Israel.
Sin embargo, antes de la reunión, Netanyahu puso en duda aquellas alternativas que no lleguen a una invasión terrestre total, e insistió en que esa es la única manera de librar al enclave de los agentes de Hamas.
“No tenemos forma de derrotar a Hamas sin entrar en Rafah”, dijo Netanyahu tras reunirse a finales de la semana pasada con el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken. “Le dije que espero que podamos hacer esto con el apoyo de Estados Unidos, pero que si es necesario lo haremos solos”.
Blinken abandonó Medio Oriente el viernes sin ningún tipo de compromiso de aumentar la cantidad de ayuda humanitaria a Gaza o de reducir los planes para una ofensiva en Rafah.
Al mismo tiempo, Netanyahu ha señalado que no es probable que una operación de este tipo comience en el corto plazo, lo que da a Estados Unidos una ventana para intervenir y continuar las conversaciones para garantizar una pausa en los combates a cambio de la liberación de los rehenes.
Esas negociaciones parecían estar avanzando, mientras Israel y Hamas luchan con diferencias importantes, como la proporción de rehenes y prisioneros palestinos que serían liberados como parte del acuerdo.
Los funcionarios estadounidenses creen que las conversaciones sobre rehenes se frustrarían si Israel comenzara su ofensiva en Rafah, lo que daría aún más urgencia a su lista de alternativas.
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