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OPINIÓN | Bernie Sanders: Es hora de una semana laboral de 4 días

Luis Ernesto Quintana Barney

Nota del editor: el senador Bernie Sanders es el senador sénior de Vermont, así como el funcionario independiente de más larga trayectoria en el Congreso de Estados Unidos. Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente suyas. Mira más artículos de opinión en CNN.

(CNN) — Las personas más ricas de este país nunca lo habían pasado tan bien. Mientras la desigualdad de ingresos y riqueza en Estados Unidos aumenta, más del 60% de los estadounidenses viven de sueldo a sueldo, tenemos una de las tasas más altas de pobreza infantil entre los principales países de la Tierra y más de 650.000 personas están sin hogar.

Según un estudio de Rand Corporation, desde 1975 hubo una transferencia de riqueza de casi US$ 50 billones en Estados Unidos desde el 90% de abajo hacia los de arriba. Mientras tanto, desde 1973, los salarios semanales del trabajador estadounidense promedio han bajado después de ajustarlos por inflación.

Es hora de un cambio, un cambio real. A medida que más estadounidenses se alejan del gobierno y la democracia, ya es hora de que el Congreso defienda a las familias trabajadoras de nuestro país, que se encuentran en apuros. Y un paso importante en esa dirección sería implementar una semana laboral de 32 horas sin pérdida salarial.

Ya en 1866, uno de los pilares centrales del movimiento sindical en Estados Unidos era establecer una jornada laboral de ocho horas con una exigencia simple y directa: “Ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de lo que quieras”.

Los estadounidenses de esa época estaban hartos y cansados de trabajar jornadas de 12 horas durante seis o siete días a la semana con muy poco tiempo para descansar, relajarse o pasar tiempo de calidad con sus familias. Hicieron huelga, se organizaron, hicieron peticiones al Gobierno y a los líderes empresariales y lograron resultados reales después de décadas de lucha.

Sen. Bernie Sanders. Crédito: Drew Angerer/Getty Images

Finalmente, en 1916, el presidente Woodrow Wilson promulgó una ley para establecer una jornada laboral de ocho horas para los trabajadores ferroviarios. Diez años más tarde, Ford Motor Company se convirtió en uno de los primeros empleadores importantes de Estados Unidos en establecer una semana laboral de cinco días para los trabajadores automotrices.

En 1933, el Senado de Estados Unidos aprobó por abrumadora mayoría una legislación para establecer una semana laboral de 30 horas. Y, apenas unos años más tarde, el presidente Franklin Delano Roosevelt promulgó la Ley de Normas Laborales Justas y se creó la semana laboral estándar de 40 horas. Ésas son las buenas noticias.

La mala noticia es que, a pesar del enorme crecimiento de la tecnología y la creciente productividad de los trabajadores, millones de estadounidenses trabajan más horas por salarios más bajos. De hecho, casi el 40% de los empleados en Estados Unidos trabajan al menos 50 horas a la semana y el 18% trabajan al menos 60 horas.

Lo que esto significa es que el pueblo estadounidense tiene ahora la dudosa distinción de trabajar muchas más horas al año que la gente de la mayoría de las demás naciones ricas.

En promedio, los estadounidenses trabajan 470 horas más al año que las personas en Alemania, 300 horas más que las personas en Francia, 279 horas más que las personas en el Reino Unido, 204 horas más que las personas en Japón y 125 horas más que las personas en Canadá.

Probaron la semana laboral de cuatro días y tuvo tanto éxito que decidieron mantenerla

Como resultado de la extraordinaria revolución tecnológica que ha tenido lugar en los últimos años y décadas, los trabajadores estadounidenses son más de un 400% más productivos que en los años cuarenta. Y, sin embargo, casi todos los beneficios económicos derivados de estos logros tecnológicos han ido directamente a la cima.

Por ejemplo, en 1965, el director ejecutivo de una gran corporación en Estados Unidos ganaba aproximadamente 20 veces más que el trabajador promedio. Hoy en día, los directores ejecutivos de grandes corporaciones ganan casi 350 veces más que el trabajador promedio.

En un momento de la historia en el que la inteligencia artificial y la robótica transformarán radicalmente nuestra economía, es hora de asegurarnos de que los trabajadores se beneficien de este aumento de productividad, no sólo los directores ejecutivos corporativos y la clase multimillonaria.

Es hora de reducir el nivel de estrés en nuestro país y permitir que los estadounidenses disfruten de una mejor calidad de vida. Es hora de una semana laboral de 32 horas sin pérdida de salario.

No se trata de una idea radical.

De hecho, se han dado pasos en esa dirección en otros países desarrollados.

Francia, la séptima economía más grande del mundo, tiene una semana laboral de 35 horas y considera reducirla a 32. Como resultado de sindicatos fuertes, la semana laboral estándar para la mayoría de los empleados en Dinamarca es de aproximadamente 37 horas, y Bélgica adoptó una semana laboral de cuatro días.

En 2023, el movimiento sindical en Alemania ganó una semana laboral de 32 horas para los trabajadores metalúrgicos, mientras que los trabajadores automotrices de Volkswagen y Mercedes-Benz tienen semanas laborales de 35 horas. En diciembre, Lamborghini anunció que pasaría a una semana laboral de cuatro días después de que los trabajadores sindicalizados establecieran un principio rector: “Trabajar menos y trabajar mejor”.

Programas piloto en el Reino Unido y Sudáfrica descubrieron que la productividad de los trabajadores y los ingresos de las empresas aumentan con una semana laboral de cuatro días. En otras palabras, una semana laboral de 32 horas sin pérdida salarial es buena para los trabajadores y buena para las empresas.

Este país quería una semana laboral de 69 horas. Los millennials y la generación Z tenían otras ideas

En Estados Unidos y Canadá, más de dos tercios de los trabajadores mostraron menos agotamiento laboral; la ansiedad y la fatiga disminuyeron aproximadamente en un 40%; y el 60% informó más éxito en lograr un equilibrio entre el trabajo y la familia. Casi todos los participantes quisieron continuar con el programa, la facturación de la empresa cayó más de un 20% y el ausentismo un 39%. Y cuando Microsoft probó una semana laboral de cuatro días en Japón, informó un aumento del 40% en la productividad.

Bill Gates, fundador de Microsoft, y Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan Chase, dijeron el año pasado que los avances en tecnología llevarían a una semana laboral de tres o tres días y medio en los próximos años.

Por mucho que la tecnología y la productividad de los trabajadores se hayan disparado en los últimos años, no hay duda de que los nuevos avances en inteligencia artificial y robótica sólo acelerarán la transformación de nuestra economía. Grandes industrias, como las automotrices, experimentan transformaciones que ocurren una vez cada generación, y nuestros empleos cambian con ellas.

La pregunta es: ¿quién se beneficiará de esta transformación? ¿Será la clase multimillonaria o los trabajadores?

En mi opinión, la elección es obvia.

86 años después de que Roosevelt promulgó una semana laboral de 40 horas, es hora de que pasemos a una semana laboral de 32 horas sin pérdida de salario.

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