OPINIÓN | Cómo el mundo puede hacer que Putin pague por invadir Ucrania
Luis Ernesto Quintana Barney
Nota del editor: Mary Ellen O’Connell es profesora de derecho de la cátedra Robert and Marion Short y profesora investigadora de resolución de disputas internacionales en la Universidad de Notre Dame. Es autora de “La crisis en Ucrania”, editora del libro “¿Qué es la guerra?” y anteriormente se desempeñó como educadora militar profesional para el Departamento de Defensa de EE.UU. Las opiniones expresadas en este comentario son propias. Ver más opinión en CNN.
(CNN) — La invasión a gran escala de Ucrania por parte del presidente de Rusia Vladimir Putin en las horas previas al amanecer del jueves es la violación más grave del derecho internacional desde que Iraq invadió Kuwait en 1990. También es la violación más grave en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Estos son los únicos casos en los que un estado ha intentado absorber y, por lo tanto, eliminar a un estado totalmente soberano miembro de las Naciones Unidas desde que se fundó la organización en 1945.
Alemania quebrantó entonces la regla más básica del derecho internacional. Rusia ahora infringe la misma ley: la prohibición del uso de la fuerza codificada en el Artículo 2(4) de la Carta de las Naciones Unidas.
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La carta establece solo dos excepciones: la fuerza autorizada por el Consejo de Seguridad de la ONU y la fuerza en defensa propia si ocurre un ataque armado.
Rusia no tiene justificación bajo ninguna de estas excepciones para el uso legal de la fuerza contra otra nación; su reconocimiento de dos regiones ucranianas, Donetsk y Lugansk, como estados independientes no cambia este hecho. En 2014, Rusia intentó la misma excusa. Reconoció a Crimea como independiente justo antes de pretender “anexionar” la península de Ucrania. La anexión no fue más que un acto de agresión, y la agresión no cambia las fronteras; lo único que cambia es el consentimiento voluntario del estado que está dispuesto a perder territorio.
Ucrania tiene derecho a luchar y otros estados pueden unirse a ella en autodefensa colectiva. Estados Unidos ha descartado tal asistencia militar como ahora. Solo está obligado a luchar para defender a los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en virtud del artículo 5 del tratado de la OTAN. Si Putin fuera tan temerario como para ir más allá con su agresión, un ataque a un miembro de la OTAN sería tratado como un ataque a todos.
Infortunadamente para Ucrania, el tratado de la OTAN no se aplica a Ucrania, ya que no es un estado miembro. Y aunque el Consejo de Seguridad de la ONU podría ordenar luchar por Ucrania, eso probablemente no sucederá. El Consejo de Seguridad de la ONU de 15 miembros se estableció para hacer cumplir el Artículo 2(4). Operó según lo diseñado cuando Iraq invadió Kuwait. El Consejo ordenó sanciones globales. Cuando eso no funcionó, autorizó una fuerza de contrainvasión bajo el liderazgo de EE.UU. que derrotó rápidamente a las fuerzas armadas iraquíes. La Unión Soviética se sumó a una serie de resoluciones unánimes del Consejo de Seguridad defendiendo la independencia de Kuwait y la grave violación de la Carta que constituye una invasión transfronteriza con fines de conquista.
El Consejo ahora debería hacer lo mismo con Ucrania, pero Rusia ha reemplazado a la Unión Soviética como miembro permanente del Consejo. Puede vetar resoluciones que exigen el fin de su agresión contra Ucrania. Si Rusia hiciera esto, la Asamblea General de la ONU, el organismo que incluye a los 193 estados miembros, podría activar la Resolución Unidos por la Paz y reunirse en una Sesión Especial de Emergencia para coordinar sanciones mundiales y otras medidas para hacer cumplir la Carta.
La Asamblea General actuó por primera vez bajo Unidos por la Paz en 1956, enviando una fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU al Medio Oriente para poner fin a la Crisis del Canal de Suez. La crisis estalló cuando Gran Bretaña, Francia e Israel intervinieron violentamente contra Egipto.
La Asamblea General puede demostrar a Rusia en la crisis actual lo aislada que está y lanzar una campaña mundial de sanciones. Pero esto puede no ser suficiente; Ucrania también necesita apoyo, fondos y refugio para su población que está huyendo. A su gobierno se le debe ofrecer un refugio seguro para continuar operando en oposición a la agresión de Rusia.
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Incluso si la ONU no actúa, los estados tienen el claro deber legal de apoyar a Ucrania y el orden basado en reglas fundado en la prohibición de la fuerza. Es hora de cortar los lazos financieros y comerciales con Rusia; es hora de reducir las compras de petróleo y gas. Si bien Alemania ya ha dado un paso adelante al posponer el gasoducto Nord Stream 2, todos los estados deben hacer más. Recortar las compras de combustibles fósiles ni siquiera ha estado sobre la mesa. El New York Times informó el miércoles que “ningún funcionario occidental ha propuesto sofocar el alma de la economía de Rusia cortando sus lucrativas exportaciones de energía. Los expertos dicen que un movimiento contra los ingresos de energía de Rusia tendría el mayor impacto, pero que también conduciría a una situación política precaria para el Sr. Biden y otros líderes mundiales…”
Ha llegado el momento de que los líderes mundiales lideren. Deben explicar a sus ciudadanos que pagar más por el combustible o incluso renunciar a las compras es un pequeño precio a pagar en apoyo de Ucrania y el estado de derecho, por no mencionar el clima. Hicimos mucho más por Kuwait.
Sin embargo, se requiere precaución. Algunas sanciones podrían causar más daño que bien y, por lo tanto, son ilegales. Los ciberataques son un ejemplo de ello. Los ataques dirigidos a las comunicaciones militares en respuesta a la invasión de Rusia son acciones ofensivas aceptables en el ciberespacio durante un conflicto armado. Otras conductas cibernéticas maliciosas podrían resultar en interrupciones ilegales más allá del control de los operadores.
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Ahora y hasta que termine la crisis, los negociadores internacionales deben enfatizar la ventaja de un mundo unido que impone dificultades financieras a Rusia. Existe una base para un acuerdo de paz a largo plazo en el acuerdo de Minsk II de 2015, que incluía disposiciones para un alto el fuego, el desarme y, finalmente, la autonomía de Luhansk y Donetsk bajo la soberanía ucraniana. Francia, Alemania y China vienen presionando para que se renueve el proceso que condujo a Minsk.
Eso es lo correcto, pero ahora el objetivo de ese proceso debe ser más generoso para Ucrania. Si bien Rusia tiene preocupaciones legítimas por su seguridad, debe respetar todo el territorio y la independencia de Ucrania. Tiene que salir de Ucrania. Las fuerzas de paz de la ONU pueden reemplazar a las tropas rusas en el este de Ucrania para apoyar un alto el fuego y el desarme con la asistencia de monitores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Se pueden encontrar reparaciones por tratados incumplidos relevantes para la seguridad de Rusia.
El camino a seguir para Ucrania y la comunidad internacional comienza con el cumplimiento por parte de Rusia de la prohibición de la fuerza, una norma imperativa que vincula a todos los estados.
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