ANÁLISIS | Por qué Occidente no ha apuntado contra la energía nuclear de Rusia
Alexandra Ferguson
Londres (CNN) — Gran parte de las exportaciones de energéticos de Rusia han recibido el golpe de las sanciones occidentales desde que el país lanzó su invasión a gran escala de Ucrania, con una notable excepción: la energía nuclear.
Rosatom, el monopolio estatal de energía nuclear de Rusia que exporta y enriquece uranio, y construye centrales nucleares en todo el mundo, controla la mayor central nuclear de Europa en la región de Zaporiyia, Ucrania, desde que las fuerzas rusas se apoderaron de ella hace un año.
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Kyiv ha acusado a las fuerzas rusas de convertir el complejo en una base militar y utilizarlo como escudo para lanzar ataques, a sabiendas de que Ucrania no puede devolver el fuego sin arriesgarse a alcanzar uno de los reactores de la central. Ucrania también ha culpado a Rusia de las explosiones que se produjeron en el complejo a finales del año pasado.
Petro Kotin, presidente interino de la empresa ucraniana de energía atómica, Energoatom, está preocupado por la militarización de la central, pero también por una reducción significativa del personal cualificado en las instalaciones. El servicio de prensa ruso de la central declaró a CNN que se están contratando nuevos empleados, “lo que garantiza [su] funcionamiento seguro”.
Si ocurre algo, Energoatom “no puede intervenir y mitigar realmente cualquier consecuencia o paliar cualquier emergencia” porque Rusia controla el territorio, dijo Kotin.
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A pesar de lo que Kotin describió como el creciente riesgo de un error o incumplimiento de los protocolos de seguridad en la central de Zaporiyia, y de los repetidos llamamientos de Kyiv para que se impongan sanciones a Rosatom, la empresa rusa se mantiene prácticamente indemne, aunque el Reino Unido sancionó a su cúpula directiva y a varias filiales el mes pasado, y Finlandia rescindió un acuerdo sobre una central eléctrica el pasado mayo.
Los expertos afirman que Rosatom sigue protegida por el papel vital que desempeña en la energía nuclear mundial y por el hecho de que no puede ser sustituida fácilmente.
El problema es una “muñeca rusa de dependencias entrelazadas”, afirma Paul Dorfman, presidente de Nuclear Consulting Group y asesor durante muchos años del gobierno del Reino Unido y de la industria nuclear.
Para empezar, Rosatom es un exportador clave de combustible nuclear. En 2021, Estados Unidos dependía del monopolio nuclear ruso para el 14% del uranio que alimentaba sus reactores nucleares. Las empresas de servicios públicos europeas compraron casi una quinta parte de su combustible nuclear a Rosatom. Según Dorfman, la Unión Europea ha avanzado poco desde que se desvinculó de la industria nuclear rusa.
Rosatom también proporciona servicios de enriquecimiento, que representan el 28% de lo que Estados Unidos necesitó en 2021. Ha construido numerosas centrales nucleares en todo el mundo y, en algunos casos, financiado su construcción. A finales de 2021, casi una de cada cinco centrales nucleares del mundo estaban en Rusia o eran de construcción rusa, y Rosatom está construyendo 15 más fuera de Rusia, según el Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia.
Kacper Szulecki, profesor de investigación del Instituto Noruego de Asuntos Internacionales, afirma que el costo de construcción de una central nuclear es tan elevado que solo puede ser financiado por los gobiernos, y en algunos casos ni siquiera éstos pueden costearlo. En esos casos, Rosatom ha intervenido a menudo, ofreciendo líneas de crédito garantizadas por el gobierno de Rusia y, en algunos casos, contratos a largo plazo para suministrar combustible o incluso hacer funcionar la central.
Szulecki, coautor de un reciente estudio sobre la industria nuclear rusa, afirma que el más extremo de estos tipos de acuerdos es el modelo de construcción-explotación. Rosatom lo utilizó por primera vez con la central turca de Akkuyu, que la corporación está construyendo y financiando en su totalidad y se ha comprometido a explotar durante toda su vida útil.
La central nuclear de Akkuyu continúa su construcción en noviembre de 2022. Crédito: Serkan Avci/Anadolu Agency/Getty Images
Esta dependencia puede prevalecer sobre otras consideraciones. Por ejemplo, Hungría ha sido el país de la Unión Europea que más se ha opuesto a las sanciones contra Rosatom. También es uno de los pocos países de la UE que dependen de la energía nuclear para más del 40% de su electricidad y tiene un acuerdo de financiación a largo plazo con Rosatom para construir una central nuclear.
Según los expertos, encontrar nuevos proveedores que sustituyan a Rosatom en la industria nuclear mundial llevaría años.
Quizá por eso, lejos de disuadir a futuros clientes, la ocupación de la central de Zaporiyia por Rosatom ha coincidido con un crecimiento de los ingresos de la empresa en el extranjero. Su director general, Aleksey Likhachev, declaró al periódico ruso Izvestiya en diciembre que los ingresos en el extranjero iban camino de aumentar en torno a un 15% en 2022 en comparación con 2021.
Por su parte, Kotin, de Energoatom, cree que Rosatom está manteniendo tan mal los equipos de la central que la ocupación rusa puede causar daños irreversibles.
Si continúa un año más, “entonces estoy seguro de que no podremos volver a poner en marcha esta planta”, dijo.
Los esfuerzos diplomáticos para devolver el control de la planta a Ucrania se han estancado, según declaró el fin de semana el ministro de Energía de Ucrania, Herman Halushchenko.
Rusia ha acusado repetidamente a la propia Ucrania de bombardear la central de Zaporiyia y, en un correo electrónico enviado a CNN, el servicio de prensa de Rosatom para la central negó que hubiera equipo militar pesado en el sitio.
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