La metodología del “presidente troll“: así actúa Javier Milei en las redes sociales
Betiana Fernández Martino
(CNN Español) — No es una novedad el volumen de la actividad de Javier Milei en X, pero en la última semana de febrero el presidente de Argentina aprovechó las madrugadas para darle “me gusta” y republicar algunos mensajes en esa red social que, según expertos consultados por CNN, forma parte de un discurso cada vez más violento.
Por ejemplo, durante el conflicto con los gobernadores de la Patagonia tras el recorte de recursos anunciados por el Gobierno central, y la amenaza de estos de cortar temporalmente la producción de petróleo y gas, el presidente cargó contra Ignacio Torres, gobernador de Chubut.
En una de las publicaciones se puede ver al gobernador en una imagen editada, rodeado por periodistas de un medio argentino con la leyenda “se están c***endo al gobernador de Chubut, Torres”. Y esta misma semana también le dio “me gusta” a una imagen de Torres que lo compara con un joven con síndrome de Down.
“No son tuits, son RT, si no les gusta no es mi problema. Yo no escribí nada” se defendió en 2019 Milei cuando todavía no era presidente pero ya llamaba la atención su estilo agresivo de comunicación en redes sociales.
“Por un lado, hay una idea de que aquello que sucede en las redes tiene menor peso que lo que es dicho en un acto presidencial o incluso en los medios. Milei muestra una radicalización en el discurso, pero todo el tiempo le da estatuto secundario, lo minimiza, incluso el vocero dice: ‘no, no lo vi’”, dice Ana Slimovich, investigadora adjunta del Conicet en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires.
Javier Milei y las redes sociales (Crédito: Juan Mabromata/AFP via Getty Images)
“Pero, por otro lado, el tiempo dedicado a postear pareciera demostrar lo contrario: hay una frecuencia, una idea oficial de que las redes son el espacio del presidente para hablar con la ciudadanía, que en realidad refleja que ese espacio no es tan secundario como quieren hacerlo parecer”.
Ya lo advirtió más de una vez el mismo Milei. No solamente aseguró que es él, sin intermediarios, quien maneja sus cuentas de X y de Instagram, sino que utiliza las redes sociales “en el momento del desayuno, en el momento del almuerzo y a la noche”.
Cualquier usuario de la red social X puede comprobarlo: sus likes y RT se dan en cualquier momento del día, incluyendo altas horas de la madrugada.
Lo mismo pasa cuando está fuera del país: “Si estoy de viaje, es tiempo ocioso, así que en los viajes me pongo más intenso”, dijo en una entrevista con LN+ tras su discurso en la Conferencia de Acción Política Conservadora en Estados Unidos.
“Podemos llamar a Milei el presidente troll: el troll exitoso agita emociones”, analiza Silvio Waisbord, profesor en la Escuela de Medios y Asuntos Públicos de la Universidad George Washington. “Especialmente en un momento tan difícil económicamente para Argentina, un estilo de comunicación como el de Javier Milei te corre la conversación. Ciertos temas más sociales, culturales, motivan a la gente, le da rédito de que se hable de eso y no de temas económicos, porque eso genera un volumen de pasión y de ruido, motiva mucho más que la dolarización que inevitablemente es un debate técnico”, añade.
Waisbord hace una segunda lectura: “Milei encarna el perfil del troll influencer en sintonía con la cultura digital actual. Es un fenómeno muy de la cultura digital, en el sentido de una actitud pendenciera, provocadora, irónica, comentarios con sorna, con burla, es un bully digital”.
Micaela Cuesta, coordinadora del Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), analiza la responsabilidad de este tipo de discursos desde la investidura presidencial: “Mientras uno es candidato, circula por ciertos lugares por los que no circula siendo presidente. Siendo presidente el nivel de exposición es muchísimo mayor y por lo tanto la visibilidad cambia, el lugar de la palabra cambia y la responsabilidad y el peso de la palabra, también cambia”.
“En relación con las metáforas sexuales, también las podíamos ver (en Milei) durante el período en el que no era presidente. Y creo que eso no es azar. En general, los agitadores o líderes autoritarios apelan a ese tipo de metáfora, una especie de juego de seducción medio perverso en relación con la audiencia”, dice Cuesta. “Eso ha sido estudiado por, entre otros, los autores de la Escuela de Francfort, que analizaban el discurso de los incitadores fascistas en la década del 40, y ahí notaban que efectivamente se repetía esa especie de alusión a cuestiones lindantes con la pornografía, porque despiertan de alguna manera la curiosidad de la audiencia y también cierta morbosidad que resulta aglutinante”, agrega la analista de la UNSAM.
Javier Milei, presidente de Argentina. (Crédito: Anna Moneymaker/Getty Images)
Milei y la naturaleza de las redes
El presidente “se apoya en el estatuto dudoso de los contenidos propios de las redes y también en el anonimato. Muchos de esos contenidos con discriminación, no son producidos por personas reales. Ahí me parece que sí hay que marcar que esto es una estrategia, por un lado, de fomentar los conflictos, porque por algo existe ese ‘me gusta’, y, por otro, de apoyarse en el estatuto dudoso de los contenidos propios de las redes, un ‘me gusta’ incluso se puede falsificar fácilmente”, afirma Ana Slimovich.
A esta idea apeló el vocero presidencial Manuel Adorni cuando se le preguntó específicamente por la publicación de Torres comparado con un joven con síndrome de Down: “El presidente no fue partícipe de semejante aberración. Nos duele que se haya provocado semejante dolor entre personas que nosotros respetamos. Entiendo que esa publicación luego desapareció”.
La respuesta oficial llegó casi 48 horas después de darse a conocer la publicación y tras hacerse público el repudio de distintos sectores de la sociedad argentina, incluyendo a la Asociación Síndrome de Down, que exigió disculpas públicas del presidente y remarcó que “se trató de un acto de discriminación”.
Ya durante la campaña presidencial se había difundido un video del entonces candidato presidencial insultando a una persona con los adjetivos “mog***co, imbécil y tarado”. La misma asociación había repudiado estos dichos del economista en ese entonces.
“Hay un riesgo, una alarma, una alerta que hay que prender para la toda la sociedad y para la política, muy especialmente en torno a los efectos nocivos que tiene la normalización de este tipo de discurso para las prácticas sociales, porque efectivamente se pueden traducir en un crecimiento de la forma de la discriminación y la violencia que pueden ser muy difíciles de contrarrestar”, alerta Cuesta.
En la misma línea opina Slimovich: “Los discursos de odio pueden tener un anclaje en el espacio urbano. Y generar también estas oleadas de acoso que pueden empezar con un acoso digital, pero que tampoco quiere decir que sea menor”.
Los especialistas consultados por CNN están de acuerdo con que las prácticas de Milei en redes sociales terminan funcionando como una forma de aleccionar a aquellos ciudadanos que quisieran pronunciarse púbicamente en contra de sus políticas.
“Efectivamente, esta forma de manejarse en redes sociales es una manera de disciplinar y silenciar al otro. Una de las maneras o mecanismos a través los cuales lo hace es generando cierto temor en el otro ante lo que pueda decir por el miedo a ser hostigado a través de las redes”, afirma Cueva.
Waisbord refuerza esta idea: “Hay estudios que demuestran el silenciamiento o la autocensura de gente que no quiere estar en la mira de los demás. Esto pasa en el caso de periodistas, mujeres o personas que son agredidas y que sienten que lo mejor es reducir su presencia en medios sociales. Digamos, tener un perfil mucho más bajo”.
¿Un ciudadano común?
Javier Milei (@JMilei en su cuenta de X) se describe como economista en la biografía de esa red social. No modificó el perfil cuando ganó las elecciones ni cuando asumió la presidencia. Esta es, quizás, una muestra de cómo maneja sus redes sociales personales. De igual forma ocurre con su perfil en Instagram.
Slimovich reflexiona respecto de esta idea del presidente de utilizar las redes sociales como si fuera un ciudadano común. Sin embargo, hace una distinción: “Cuando una figura de la responsabilidad de Javier Milei le da me gusta o reproduce mensajes de odio, amplía el campo de lo decible, porque no es lo mismo lo que hace un presidente en sus cuentas que lo que hace cualquier usuario. No solo me parece que tenga impacto en sus propios seguidores, sino también en los opositores replicando estas olas de violencia que se generan. Como que, de alguna manera, se corre el estatuto o el margen de lo que es posible decir, de lo que es posible de hacer”.
“Está comprobado que este tipo de discursos genera más interacciones en la red y, por tanto, más atención del usuario, y que, además, tiende a la radicalización de estos sujetos en lugar de conducirlos a formas críticas o reflexivas emancipatorias. Lo que preocupa es que este tipo de discursos empieza a permear la esfera pública tradicional”, analiza Cuesta.
¿Puede un presidente gobernar como un troll?
“Hasta el momento podemos ver que ese estilo comunicacional no le está generando muchos amigos, incluso dentro de los que podrían ser potencialmente aliados. Es diferente del caso de Trump, que conquistó al Partido Republicano y tenía una base electoral y de apoyo con influencia en el Congreso. Él no tiene eso. Entonces, esa cosa de ser auténtico te puede funcionar con el 30%, 35% de la gente que hoy te sigue votando. Pero a la hora de sumar voluntades políticas donde se toman decisiones, no estoy convencido de eso. Y si lo que está pasando en este conflicto con el gobernador de Chubut es una indicación de lo que se viene, más allá de lo que se complica el país, se le complica la agenda a él”, dice Waisbord, autor de libros como The Communication Manifesto y Communication: A Post-Discipline.
“Tendría que pasar algo para que cambiara su estilo y creo que su percepción y la percepción de los que están al lado, es que no hay necesidad de cambiarlo porque funciona”, asegura Waisbord.
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