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ANÁLISIS | El demoledor relato del general McMaster sobre la Casa Blanca de Trump

urielblanco

(CNN) — Hasta ahora, el teniente general H.R. McMaster se había contenido sobre su paso por la Casa Blanca de Donald Trump. McMaster sirvió con distinción en conflictos estadounidenses clave de las últimas décadas: la Guerra del Golfo, la Guerra de Iraq y la Guerra de Afganistán. Pero, como McMaster relata en su nuevo libro “At War with Ourselves: My Tour of Duty in the Trump White House”, en cierto modo su servicio más desafiante como soldado fue el último: servir como asesor de seguridad nacional de un presidente notoriamente voluble.

En su contundente y perspicaz relato de su paso por la Casa Blanca de Trump, McMaster describe las reuniones en la Oficina Oval como “ejercicios de adulancia competitiva” durante los cuales los asesores de Trump halagaban al presidente diciéndole cosas como: “Sus instintos siempre son correctos” o “Nadie ha sido tratado tan mal por la prensa”. Mientras tanto, Trump decía cosas “extravagantes” como “¿Por qué no bombardeamos las drogas?” en México o “¿Por qué no eliminamos a todo el Ejército norcoreano durante uno de sus desfiles?”.

El libro de McMaster, que se enfoca en el mandato de Trump como comandante en jefe, llega en un momento especialmente oportuno, justo cuando muchos estadounidenses empiezan a plantearse realmente si Trump o la vicepresidenta Kamala Harris serían mejores comandantes en jefe.

Con las convenciones terminadas, Harris y Trump comienzan la recta final hacia el día de las elecciones

En su discurso de aceptación de su candidatura a la presidencia en la Convención Nacional Demócrata el jueves, Harris dedicó parte de su discurso a intentar demostrar sus credenciales en materia de seguridad nacional. Habló, por ejemplo, de la guerra en Gaza, diciendo que como presidenta se mantendría firme en la alianza de EE.UU. con Israel para “garantizar que Israel tenga la capacidad de defenderse”. Harris también dijo que los palestinos tienen “derecho a la dignidad, la seguridad, la libertad y la autodeterminación”. Con este discurso, Harris intentaba enhebrar una delicada aguja entre los estadounidenses que se oponen firmemente a la guerra —muchos de ellos de su propio partido— y los que respaldan sin reservas a Israel.

McMaster ofrece detalles únicos sobre el enfoque de Trump en política exterior y —al igual que su sucesor en el cargo de asesor de seguridad nacional, el exembajador ante Naciones Unidas John Bolton, quien escribió mordazmente sobre el expresidente en un libro publicado en 2020— es probable que su relato contribuya poco a tranquilizar a los aliados de EE.UU. sobre las perspectivas de un segundo mandato de Trump.

Además de ser un oficial altamente condecorado, McMaster también es doctor en Historia. Su primer libro, “Dereliction of Duty: Johnson, McNamara, the Joint Chiefs of Staff, and the Lies That Led to Vietnam”, relataba la triste historia de cómo los principales generales estadounidenses le dijeron al presidente Lyndon Johnson solo lo que pensaban que quería oír sobre la guerra de Vietnam, en lugar de darle sus mejores consejos militares sobre cómo iba el conflicto y toda la gama de opciones políticas que estaban abiertas a su comandante en jefe.

El entonces asesor de seguridad nacional, teniente general H.R. McMaster, en la Casa Blanca en 2017. (Foto: Yuri Gripas/Reuters)

“Decirle a Trump lo que no quería oír”

McMaster no iba a cometer el mismo error después de que Trump lo eligiera para ser su asesor de seguridad nacional en febrero de 2017. Escribe: “Sabía que, para cumplir con mi deber, tendría que decirle a Trump lo que no quería oír”. Esto ayuda a explicar por qué McMaster duró poco más de un año en el puesto. (Un dato: conozco profesionalmente a McMaster desde 2010, cuando dirigía un grupo de trabajo anticorrupción en Afganistán).

Un tema fue particularmente neurálgico para Trump: Rusia. McMaster observa astutamente: “Me hubiera gustado que Trump pudiera separar la cuestión de la intromisión rusa en las elecciones de la legitimidad de su presidencia. Podría haber dicho: ‘Sí, atacaron las elecciones. Pero a Rusia no le importa quién gane nuestras elecciones. Lo que quieren es enfrentar a los estadounidenses entre sí…”. McMaster escribe que la “fragilidad” del ego de Trump y “su profundo sentimiento de agravio” nunca le permitirían hacer este tipo de distinción.

McMaster sintió que era su “deber” señalar a Trump que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, “no era y nunca sería amigo de Trump”. McMaster advirtió a Trump que Putin es “el mejor mentiroso del mundo” e intentaría “jugar” con Trump para conseguir lo que quería y manipularle con “promesas ambiguas de una ‘mejor relación'”.

La gota que colmó el vaso y puso fin al cargo de McMaster en la Casa Blanca parece haber sido cuando el 17 de febrero de 2018 dijo públicamente en el Foro de Seguridad de Munich —la reunión anual de altos funcionarios de política exterior de Occidente— que la acusación contra un grupo de oficiales de inteligencia rusos por su interferencia en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 era una prueba “inconvertible” de la intromisión rusa en esas elecciones.

Trump no tardó en tuitear: “Al general McMaster se le olvidó decir que los resultados de las elecciones de 2016 no se vieron afectados ni cambiados por los rusos…”. Una vez que el comandante en jefe comenzó a castigarlo públicamente en Twitter, era obvio que McMaster no estaría mucho tiempo en la Casa Blanca.

El relato de McMaster sobre el equipo de Trump no es agradable. Steve Bannon, el “estratega jefe” de Trump al principio de la presidencia, es retratado como un “bufón de la corte adulador” que jugaba “con la ansiedad y la sensación de desconcierto de Trump… con historias, principalmente sobre quién iba tras él y qué podía hacer para ‘contraatacar'”.

Mientras tanto, el secretario de Estado, Rex Tillerson, y el secretario de Defensa, James Mattis, a menudo estaban en desacuerdo con Trump, dice McMaster. Tillerson, que anteriormente había dirigido Exxon, es retratado como inaccesible para los altos funcionarios del Gobierno de Trump, mientras que Mattis es descrito como un obstruccionista. McMaster escribe que Tillerson y Mattis veían a Trump como “peligroso” y parecían interpretar sus funciones como si “Trump fuera una emergencia y que cualquiera que le apoyara fuera un adversario”. El propio Trump también contribuyó a la disfunción: “Disfrutó y contribuyó al drama interpersonal en la Casa Blanca y en todo el gobierno”.

Además, McMaster no estaba en la misma página que su jefe en algunas cuestiones clave de política exterior. McMaster enumera esos temas como “aliados, autoritarios y Afganistán”. Trump denigraba a los aliados estadounidenses a los que veía como “aprovechados”; abrazaba a gobernantes autoritarios que McMaster despreciaba; y mientras Trump creía en gran medida que Afganistán era una causa perdida, McMaster pensaba que había un camino a seguir para el país, y presionó para un compromiso más significativo de EE.UU. allí, al tiempo que bloqueaba una idea disparatada de Bannon de entregar la conducción de la guerra afgana a contratistas militares privados estadounidenses.

McMaster reconoce el mérito de Trump en Siria y China

McMaster reconoce a Trump algunas decisiones acertadas en política exterior. A diferencia del presidente Barack Obama, que titubeó sobre su propia “línea roja” cuando el dictador sirio Bashar al Assad utilizó armas químicas contra civiles, Trump actuó con decisión cuando Assad utilizó armas químicas a principios de abril de 2017, matando a decenas de civiles. Trump respondió ordenando ataques aéreos contra la base aérea siria desde donde se lanzó el ataque con armas químicas.

Y en la cuestión más importante de política exterior, China, McMaster concluyó que Trump tomó las decisiones correctas. McMaster supervisó el documento de estrategia de seguridad nacional de Trump de 2017, que adoptó una postura pública más dura con China que las administraciones anteriores, llamando a los chinos por robar propiedad intelectual estadounidense cada año valorada en “cientos de miles de millones de dólares”, al tiempo que señalaba que China “está construyendo el ejército más capaz y mejor financiado del mundo, después del nuestro”. Informado por McMaster sobre la nueva estrategia de seguridad nacional, Trump respondió: “Esto es fantástico”, y pidió un lenguaje similar en sus próximos discursos.

El asalto al Capitolio estadounidense el 6 de enero de 2021 parece haber marcado una ruptura decisiva con Trump para McMaster, quien, en un libro anterior publicado en 2020, “Battlegrounds: The Fight to Defend the Free World”, había evitado las críticas directas a su antiguo comandante en jefe.

Por el contrario, en su nuevo libro, McMaster escribe que tras su derrota electoral de 2020, el “ego y el amor propio de Trump… le llevaron a abandonar su juramento de ‘apoyar y defender la Constitución’, la más alta obligación de un presidente”. McMaster añade: “El ataque al Capitolio de EE.UU. manchó nuestra imagen, y hará falta un esfuerzo a largo plazo para restaurar lo que Donald Trump, sus facilitadores y aquellos a los que alentaron nos arrebataron ese día”.

Entonces, ¿qué podría significar todo esto para un segundo mandato de Trump, si es que lo hay? El Proyecto 2025 de la Fundación Heritage esboza planes para que leales a Trump reemplacen a numerosos funcionarios de carrera del servicio exterior y de inteligencia. Es probable que esos leales le digan a Trump precisamente lo que quiere oír, en lugar de darle al presidente sus evaluaciones sin ambages de los retos de seguridad nacional a los que se enfrenta Estados Unidos, que es el papel que corresponde a los profesionales de la seguridad nacional estadounidense.

Trump ha intentado distanciarse del Proyecto 2025, pero el hecho de que CNN descubriera que al menos 140 personas que trabajaron para Trump están implicadas en el proyecto habla por sí solo. Y en un segundo mandato de Trump, probablemente no habrá ningún McMasters que le diga a Trump lo que no quiere oír; de hecho, ese es más o menos el objetivo del Proyecto 2025, que reemplazaría hasta 50.000 trabajadores del Gobierno federal por leales a Trump.

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