Lo que debes saber de la “opción nuclear” del Senado sobre la legislación del derecho al voto en EE.UU.
Melissa Velásquez Loaiza
(CNN) — El Senado de Estados Unidos debatirá este martes una legislación sobre el derecho al voto, a pesar de los grandes obstáculos que parecen haber cerrado el camino a los demócratas para lograr los cambios que impulsan.
En el marco de esta discusión, se ha hablado de usar un proceso conocido como la “opción nuclear”.
Es una frase que se reduce a cambiar las reglas del Senado para aprobar leyes con una mayoría simple.
Los senadores necesitan 60 votos para hacer cualquier cosa en el Senado, excepto cambiar las reglas: eso requiere solo 51 votos.
¿Nuclear? Eso suena muy grave para algo tan simple como un cambio de reglas.
Los senadores se consideran sí mismos como parte del “mayor cuerpo de deliberación del mundo”. Es un punto discutible, pero para proteger al partido minoritario y asegurarse de que nadie haga nada sin un debate completo, las reglas del Senado exigen que 60 de 100 senadores acepten votar para avanzar hacia la fase de aprobación de la legislación. En el lenguaje elegante que hablan en el Capitolio, limitar el debate y proseguir con una votación se llama “invocar la clausura”.
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En realidad, para aprobar una legislación solo se necesitan 51 votos. Pero, debido a las reglas de procedimiento, se exigen 60 para invocar la clausura y llegar a la votación real. Al requerir solo 51 votos para limitar el debate, esto cambiaría todo el carácter de la cámara. En lugar de estar obligado a obtener la participación del partido minoritario ––los republicanos en este momento––, el partido mayoritario podría aprobar cualquier cosa para la que pudiera conseguir una mayoría simple.
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La idea es que en sentido figurado esto “explotaría” el Senado. Por ahora, un Senado de mayoría simple entusiasma a muchos demócratas que quieren aprobar más legislaciones. También asusta a los republicanos, cuya estrategia es hacer que todo se estanque en el Capitolio.
El simbolismo de una “opción nuclear” presagia una especie de destrucción mutua asegurada en el futuro, tomando prestado otro término de la Guerra Fría. Los demócratas no siempre controlarán el Senado. Y cuando los republicanos estén a cargo, puede apostar a que les pagarán con la misma moneda.
¿Se ha tomado alguna vez la “opción nuclear” para cambiar las reglas?
Sí. Ya vivimos en un mundo de opciones posnucleares en lo que respecta a los nombramientos presidenciales.
La mayoría de los designados por el presidente para el poder judicial y el ejecutivo solían necesitar 60 votos para que se invocara la clausura en sus casos. Los demócratas cambiaron las reglas durante la administración de Obama y ahora solo se requiere una mayoría simple para obtener votos sobre la mayoría de los nombramientos. Por su parte, republicanos cambiaron las normas para los candidatos a la Corte Suprema durante la administración Trump.
¿Es todo esto constitucional?
Claro que sí. La Constitución no dice nada sobre las reglas del Senado. Pone ese poder en manos de los senadores.
“Cada Cámara puede determinar las reglas de sus procedimientos”, de acuerdo con el Artículo 1, Sección 5.
Los senadores tienen la tarea de firmar a los candidatos en el Artículo 2, Sección 2. Pero no dice cómo exactamente, lo que ha llevado a un debate de siglos sobre el asunto.
Esto es lo que dice la Constitución sobre el poder del presidente para nombrar funcionarios: “Él tendrá poder… con el consejo y consentimiento del Senado, nombrará embajadores, otros ministros públicos y cónsules, jueces de la Corte Suprema y todos los demás funcionarios de Estados Unidos, cuyos nombramientos no se dispongan de otro modo en el presente, y que serán establecidos por ley; pero el Congreso podrá, por ley, conferir el nombramiento de los funcionarios inferiores que considere apropiados al presidente únicamente, en los Tribunales de Derecho, o en los Jefes de Departamento”.
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¿De dónde viene el umbral de 60 votos?
Está en las reglas del Senado. Lee el capítulo sobre la clausura.
Pero las reglas han cambiado con el tiempo. Hasta 1949, por ejemplo, según el Servicio de Investigación del Congreso, los senadores ni siquiera podían moverse para limitar el debate (invocar la clausura) sobre los nombramientos.
Según el sitio web del Senado, Henry Clay fue el primer senador que amenazó con adoptar una legislación nuclear, allá en 1841. Hasta 1975, en realidad se necesitaban 67 votos para superar una maniobra obstruccionista.
Los ejemplos más famosos ocurrieron durante la era de los derechos civiles, cuando los sureños de ambos partidos bloquearon la legislación sobre igualdad de derechos. Fueron necesarios 60 días de maniobras obstruccionistas para encontrar los votos para la Ley de Derechos Civiles de 1964.
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¿Qué papel desempeña el obstruccionismo en todo esto?
Todo el mundo parece tener una definición diferente de lo que es un obstruccionista. En la cultura pop, el filibusterismo recuerda a Jimmy Stewart en “Mr. Smith Goes to Washington”, quien habla durante horas para bloquear la legislación con la que no está de acuerdo.
En estos días, el obstruccionismo es algo implícito. Cuando todos se dan cuenta de que no hay 60 votos para limitar el debate, los senadores por lo general no dedican mucho tiempo a debatir. Simplemente continúan. Cuando un senador monta un discurso de toda la noche, el resultado suele estar predeterminado.
Si se cambian las reglas y solo se requiere una mayoría simple para limitar el debate, los republicanos aún tendrán otras tácticas dilatorias para emplear. Simplemente no podrían bloquear la mayoría de los votos por completo.
¿Por qué todo esto llega a un punto crítico ahora?
Cada vez más demócratas apoyan la eliminación del obstruccionismo, al menos en algunas circunstancias. La mayoría de las leyes importantes ––reducción de impuestos durante la administración de Trump y atención médica durante el gobierno de Obama–– requerían encontrar una forma de eludir las reglas obstruccionistas. En esos dos casos, los líderes del partido explotaron las reglas presupuestarias.
Pero esa es una solución imperfecta y no funcionaría para los derechos sobre el voto, el tema acerca del cual la mayoría de los demócratas argumentan que vale la pena cambiar las reglas.
Los demócratas quieren imponer nuevas reglas nacionales para proteger los derechos de los votantes, mientras los republicanos en estados clave se esfuerzan por limitar el acceso a la votación por correo y, de lo contrario, dificultar la emisión de un voto.
Pero las consecuencias de la opción nuclear se extenderían más allá de los derechos de voto. No se puede volver atrás de esta medida. Es por eso que los demócratas más moderados, como los senadores Joe Manchin, de Virginia Occidental, y Kyrsten Sinema, de Arizona, aún no están de acuerdo con presionar el botón nuclear.
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