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Sin manos ni hogar: artista mexicana se mantiene siempre positiva

Antonia Mufarech

(CNN Español) — Monserrat Morán observa su paleta de colores con inquietud, descifrando qué combinación usar para las cejas de Frida Kahlo. Su madre, Jovita Gutiérrez, le ayuda a abrir un tubo de pintura acrílica color rojo. Morán sostiene el pincel más delgado entre sus brazos y sumerge la punta en la paleta. Le agrega unas puntadas de pintura y, mirando fijamente a su lienzo, empieza a pintar.

Morán, como muchos artistas, tiene un ojo meticuloso cuando se trata de los colores. Pero, a diferencia de otros artistas, no tiene manos.

“Monse”, como la llama su madre, nació en Izúcar de Matamoros, Puebla, en México, con focomelia, una malformación congénita de las extremidades. En su caso, esta condición consiste en el acortamiento de brazos y piernas y en la ausencia de manos. “Pero no es una discapacidad, sino que es una habilidad diferente”, dice Morán.

Artista en California pinta al fallecido músico usando solo su pulgar y tinta para huellas digitales

Morán, hoy de 35 años, no pudo ir a la escuela en México porque la educación para necesidades especiales era muy costosa para su madre, quien también temía que le hicieran bullying. “Fui, hablé con los maestros y me dijeron que no querían que la metiera a la escuela porque me la iban a traumar los demás niños”, contó Gutiérrez. Pese a no ir a la escuela, Morán aprendió a leer y escribir en casa junto a sus hermanas y a su madre. “Tenía un sobrino que era casi de la misma edad que yo que sí iba a la escuela”, dijo Morán. “Yo agarraba sus libros y los leía”.

Monserrat Morán.

Cuando Morán tenía 14, emigró junto a su madre a Estados Unidos, en la búsqueda de mejores programas de educación y salud. Ambas se mudaron a La Villita en Chicago, donde se encontraba otro hijo de Gutiérrez. Ahí, Morán ingresó al octavo grado en Kanoon Elementary School, donde estudió por dos años. “Fue un poquito complicado llegar a un lugar donde el idioma era muy diferente”, dijo Morán.

“Lloraba. El idioma era algo muy difícil para mí”, recuerda.

Mientras estaba en la escuela, una de sus profesoras vio potencial en Morán al dibujar y ayudó con el papeleo para que entrara a Curie Metropolitan High School para expandir sus técnicas artísticas. “Me enseñó un mundo que yo no conocía, que era el mundo del arte”, dijo Morán. “Y me gustó. Porque me sentía útil, sentía que por primera vez servía para algo”.

Otras personas también reconocieron el talento de Morán. Entre ellas está Hilda Burgos, una activista comunitaria que en el 2015 leyó una entrevista sobre Morán y decidió comunicarse con ella. “Descubrimos que tenía muchos dibujos, mucho talento”, dijo Burgos. “Pero sus más de 100 dibujos todos guardaditos en lo oscuro, ahí en un rinconcito”. Morán dice que Burgos la motivó a mostrar su arte y participar en “mercaditos”. “Mi trabajo lo tenía solamente para mí – hasta que conocí a Hilda”, añadió Morán.

El 31 de diciembre de 2022, unos parientes llevaron a Morán y su madre a Houston para ayudar a mantenerlas, ya que Gutiérrez está desde entonces recibiendo tratamiento para cáncer de seno. Morán dijo que, a pesar de tener el apoyo de su madre, sus parientes no la dejaban seguir con su arte.

“Monse”, como la llama su madre, nació en Izúcar de Matamoros, Puebla, en México, con focomelia, una malformación congénita de las extremidades.

“Yo me sentía muy triste”, dijo Morán. “Sentía que si yo me seguía quedando allá me iba a morir de tristeza, porque se me estaba negando la misma oportunidad de seguir con mi trabajo de pintar, de tejer”. Gutiérrez dijo que ella fue la que decidió traer a su hija a Chicago. “Me dolía mucho que me la trataran así”, dijo Gutiérrez. “Por eso nos tuvimos que regresar – también por mi enfermedad, porque aquí tengo acceso a los doctores y medicamentos”. El 5 de marzo de este año, Morán y su madre regresaron a Chicago. Sin embargo, esta vez se encuentran sin un hogar en el cual poder vivir, tejer y pintar.

Morán reside en Estados Unidos bajo el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), que incluye un permiso de empleo. Como ese beneficio, que es renovable, vence en junio, la artista ha pasado los últimos años juntando dinero con la venta de su arte para poder pagar el costo de la renovación. Pero el no tener un hogar crea un nuevo obstáculo para el proceso de reanudación. “Si vas a aplicar a un trabajo te van a pedir una dirección – dirección con la que ahorita no cuento”, dijo Morán. “Si quiero aplicar para la renovación de DACA debo tener una dirección estable porque me tiene que llegar toda la documentación”.

Actualmente, Morán está en búsqueda de un hogar para poder seguir haciendo arte, renovar su DACA y apoyar a su madre con el tratamiento. Tanto amigos como activistas le han ayudado a conseguir una estancia temporal, publicar su arte en redes sociales y apoyarla en su campaña para obtener fondos. Al terminar de pintar las cejas de Frida Kahlo, Gutiérrez se acerca para ver el lienzo de su hija con más claridad. “Al fin tiene cejas”, dijo Gutiérrez. “¡Frida sin cejas no es Frida!”, Morán sonríe y mira a su madre. Las dos ríen.

Actualmente, Morán está en búsqueda de un hogar para poder seguir haciendo arte, renovar su DACA y apoyar a su madre con el tratamiento.

“Ahorita nos regresamos, estamos felices, aunque no tenemos a dónde vivir, pero tengo fe en que Dios nos va a preparar un lugar para que estemos – y las dos juntitas”, dijo Gutiérrez.

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