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ANÁLISIS | Los líderes del G7 se reúnen a las puertas de China para buscar una respuesta unificada a la amenaza de Beijing

Juan Pablo Elverdin

Hong Kong (CNN) — Cuando los líderes de siete de las democracias más poderosas del mundo se reúnan en Japón este viernes, serán las potencias autoritarias de China y Rusia las que dominen la agenda.

La cumbre anual del Grupo de los Siete (G7), que se reúne este año en Hiroshima, tratará de proyectar una respuesta unificada a una China cada vez más asertiva y a la amenaza que supone para la estabilidad y la seguridad económica de un mundo ya sacudido por la actual guerra de Rusia contra Ucrania.

Aunque gran parte de la atención se centrará en Ucrania -incluida la forma de apretar aún más las tuercas a Rusia y desactivar las crecientes tensiones nucleares-, la cumbre de tres días también ofrece a los líderes del G7 la oportunidad de recalibrar y coordinar su enfoque hacia China, que se ha negado a condenar la invasión y, en su lugar, ha reforzado los lazos con Moscú.

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“Básicamente, será una reunión para hablar de cómo tratar con China y Rusia”, afirmó Yasuhiro Matsuda, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Tokio.

Pero acordar un enfoque común respecto a la segunda mayor economía del mundo no será tarea fácil.

China, centro mundial de fabricación y enorme mercado de consumo, es un importante socio comercial de los países del G7, formado por Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Canadá e Italia.

“Es difícil tener una postura única sobre China en siete países, teniendo en cuenta sus diferentes preocupaciones y relaciones con Beijing”, dijo Sun Yun, director del Programa de China en el centro de estudios Stimson Center, con sede en Washington.

“Pero en la medida en que se pueda desarrollar una posición con el mayor denominador común, el G7 ofrece una gran oportunidad”.

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Seguridad en Asia

Proyectar unidad sobre China llega en un momento crucial para Estados Unidos y sus aliados, ya que Beijing intensifica sus esfuerzos diplomáticos para reparar los lazos con Europa y abrir una brecha en la alianza transatlántica.

El mes pasado, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, causó consternación en las capitales occidentales tras afirmar, tras una cálida visita a Beijing, que Europa no debe convertirse en “meros seguidores de Estados Unidos” y quedar “atrapada en crisis que no son nuestras” cuando se le preguntó por la perspectiva de que China invadiera Taiwán.

Días después, en un esfuerzo por presentar un frente unido respecto a Taiwán, los ministros de Asuntos Exteriores del G7 afirmaron en una reunión preparatoria de la cumbre que no había “ningún cambio” en la postura del bloque sobre la isla democrática autogobernada, cuya soberanía reclama el Partido Comunista Chino a pesar de no haberla controlado nunca.

Los altos diplomáticos pidieron a China que “se abstenga de amenazas, coerción, intimidación o uso de la fuerza” y “reafirmaron” la importancia de “la paz y la estabilidad” a través del estrecho de Taiwán como “elemento indispensable para la seguridad y la prosperidad en la comunidad internacional”.

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Japón, anfitrión de la cumbre del G7 de este año y su único miembro asiático, situará la seguridad regional en la agenda principal de la cumbre, afirmó Matsuda en la Universidad de Tokio.

Profundamente preocupado por las posturas militares de Beijing en la región, el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, advirtió públicamente que “Ucrania hoy puede ser Asia Oriental mañana”.

En respuesta a las crecientes amenazas de China, Japón decidió duplicar su gasto militar y está en conversaciones para abrir una oficina de enlace de la OTAN, la primera de este tipo en Asia y una señal de la profundización de los lazos entre las democracias occidentales y asiáticas.

En un gesto que puso de manifiesto la preocupación de Tokio, China envió una flota naval —encabezada por uno de sus destructores más potentes— para circunnavegar durante 12 días las principales islas japonesas, en una exhibición de poderío militar en vísperas de la cumbre del G7.

Coacción económica

Otro tema importante de la cumbre será la seguridad económica, incluida la forma de contrarrestar las tácticas de presión económica de China.

En una reunión de ministros de Finanzas del G7 celebrada en Japón la semana pasada, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, pidió una “acción coordinada” de las naciones del G7 contra el uso de la “coerción económica” por parte de Beijing.

De esta dura retórica se hizo eco esta semana la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, antes de partir hacia Hiroshima.

“Hemos visto intentos de coerción económica, por ejemplo de China hacia Lituania; hemos visto prácticas similares frente a Japón y Australia”, dijo von der Leyen en Bruselas este lunes, citando el reciente castigo de Beijing al estado báltico por abrir una nueva oficina comercial con Taiwán.

“En general, somos más vulnerables a la coerción allí donde se han creado dependencias”, afirmó, pidiendo que se “desvinculen” las relaciones económicas con China.

La cumbre tratará de diversificar las cadenas de suministro y reducir la fuerte dependencia de China.

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Al frente de la ofensiva para reducir los riesgos económicos se encuentra Estados Unidos, que ha restringido el acceso de Beijing a los semiconductores avanzados y a los equipos utilizados para fabricarlos. También está intentando imponer nuevas restricciones a la inversión extranjera en China.

Pero está la cuestión de hasta qué punto otros países están dispuestos a seguir su ejemplo.

Japón y los Países Bajos se unieron a Estados Unidos en las restricciones a los chips, pero la mayoría de los países se muestran escépticos sobre los controles a la inversión.

El problema es que todos los países compiten entre sí por el mercado chino, por lo que la estrategia de Beijing de “divide y vencerás” ha funcionado muy bien”, afirmó Matsuda.

“El G7 está intentando facilitar primero algunas normas y reglas entre ellos, que luego puedan ampliarse a otros países afines de Europa y más allá”, añadió.

China vigila de cerca

En un esfuerzo por ampliar la influencia del G7 más allá del club de las democracias ricas, Japón invitó a los líderes de una larga lista de países en desarrollo, como India, Brasil, Vietnam e Indonesia, a asistir a la cumbre en calidad de observadores.

El presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, también participará en la reunión. Tras años de disputas y una larga historia de acritud con Japón, los dos vecinos están ahora recomponiendo sus lazos debido a las crecientes amenazas de Corea del Norte y a la mayor preocupación por China.

En una señal de la creciente alianza trilateral, EE.UU., Japón y Corea del Sur se reunirán al margen de la cumbre para debatir planes de intercambio de inteligencia en tiempo real, lo que acentuará el temor de China a verse cercada por EE.UU. y sus aliados.

Vista general del Centro Internacional de Medios de Comunicación (IMC) el 19 de mayo de 2023 en Hiroshima, Japón. La cumbre del G7 se celebrará en Hiroshima del 19 al 22 de mayo. (Foto de Takashi Aoyama/Getty Images)

Y dado que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, suspendió su viaje a Asia para ocuparse de la crisis del límite de la deuda, podría celebrarse en Hiroshima una cumbre de líderes Quad de Estados Unidos, India, Australia y Japón. El diálogo informal sobre seguridad se considera una forma de contrarrestar la postura agresiva de China en la región.

Mientras la cumbre del G7 se pone en marcha, los funcionarios chinos estarán muy atentos desde Beijing y no ocultarán su descontento, afirman los expertos.

“A los chinos no les gustará y criticarán la ‘mentalidad de guerra fría’ y la ‘política de bloques’ que practica Occidente”, afirmó Sun, experto del Centro Stimson.

En los prolegómenos de la cumbre, Beijing ya criticó una declaración de los ministros de Asuntos Exteriores del G7.

“Estaba llena de arrogancia y prejuicios contra China, y hemos hecho una enérgica gestión ante el anfitrión, Japón”, declaró el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin.

Del mismo modo, Beijing también arremetió contra las acusaciones de su “coerción económica”, afirmando que es la “víctima de la coerción económica de Estados Unidos” y no un perpetrador.

Y aunque China no está invitada a Hiroshima, organiza su propia cumbre con países de Asia Central, señalaron los expertos.

“Aunque el calendario no se haya coordinado, sí presenta al mundo el esfuerzo de China por construir una coalición con sus propios países afines”, afirmó Sun.

“China sigue teniendo mucha influencia”.

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