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Rusia y China contraatacan a un G7 que los considera una amenaza

Ángela Reyes Haczek

(CNN) — Moscú y Beijing arremetieron contra la cumbre del G7 en Hiroshima, en la que los líderes de las principales democracias prometieron nuevas medidas contra Rusia y hablaron sobre su creciente preocupación por China.

El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, criticó el sábado al G7 por entregarse a su “propia grandeza” con una agenda que pretendía “disuadir” a Rusia y China.

Mientras tanto, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino acusó a los líderes del G7 de “obstaculizar la paz internacional” y dijo que el grupo debía “reflexionar sobre su comportamiento y cambiar de rumbo”.

Beijing había hecho “serias gestiones” ante el país anfitrión, Japón, y “otras partes” por su decisión de “desprestigiar y atacar” a China, dijo.

Tanto el brutal ataque de Rusia a Ucrania como la forma de tratar a un Beijing cada vez más asertivo han estado presentes en la reunión de tres días de las principales democracias industrializadas del mundo que se celebra en Japón, donde el dirigente ucraniano Volodymyr Zelensky hizo una aparición sorpresa en persona.

(Crédito: Susan Walsh/Pool/Reuters)

En un histórico comunicado conjunto, los países miembros del G7 expresaron la postura más detallada del grupo sobre China hasta la fecha, subrayando la necesidad de cooperar con la segunda mayor economía del mundo, pero también de combatir sus “prácticas malignas” y su “coerción”.

Los líderes también se comprometieron a tomar nuevas medidas para frenar la capacidad de Rusia de financiar y alimentar su guerra, y a intensificar la coordinación en materia de seguridad económica, una advertencia apenas velada contra lo que consideran la militarización del comercio por parte de China, y también de Rusia.

Los acuerdos del G7 siguen a un endurecimiento de las actitudes sobre China en algunas capitales europeas, a pesar de las diferentes opiniones sobre cómo manejar las relaciones con el socio económico clave, considerado por EE.UU. como “el desafío más serio a largo plazo para el orden internacional”.

Contrarrestar la “coerción” de China

La réplica de Beijing, que se conoció el sábado más tarde, instó al G7 a “no convertirse en cómplice” de la “coerción económica” estadounidense.

“Las sanciones unilaterales masivas y los actos de ‘desacoplamiento’ e interrupción de las cadenas industriales y de suministro convierten a EE.UU. en el verdadero coaccionador que politiza y arma las relaciones económicas y comerciales”, afirmó el Ministerio de Asuntos Exteriores en un comunicado.

“La comunidad internacional no acepta ni aceptará las reglas occidentales dominadas por el G7 que pretenden dividir el mundo basándose en ideologías y valores”, prosiguió.

Los países miembros del G7 son Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. La Unión Europea como tal también participa.

Varios líderes no pertenecientes al G7 también asistieron a la cumbre, entre ellos el primer ministro indio, Narendra Modi, el presidente indonesio, Joko Widodo, y el primer ministro australiano, Anthony Albanese.

Albanese declaró el domingo que lleva “algún tiempo” preocupado por la actividad de China, incluidas sus actividades militares en el mar de China Meridional, y pidió “transparencia” a Beijing por la detención del periodista australiano Cheng Lei.

El primer ministro británico, Rishi Sunak, también afirmó el domingo que China “presenta el mayor riesgo para la seguridad y la prosperidad”, y añadió que su comportamiento es “cada vez más autoritario en casa y asertivo en el exterior”.

La imagen de China en Europa ha sufrido un duro golpe en los últimos 15 meses, en los que los líderes han visto cómo Xi Jinping estrechaba lazos con el también autoritario presidente Vladimir Putin, incluso cuando la invasión de Moscú provocó una crisis humanitaria enorme y el líder ruso fue acusado de crímenes de guerra por un tribunal internacional.

La creciente agresión militar de Beijing hacia Taiwán —la democracia autogobernada que el Partido Comunista Chino reclama como su territorio pero que nunca ha gobernado— y las sanciones económicas contra Lituania a raíz de un desacuerdo sobre Taiwán también han influido en el cambio de opinión.

La preocupación por este tipo de incidentes se reflejó en la declaración del G7 sobre cómo garantizar la seguridad económica y contrarrestar la coerción económica, que no mencionaba explícitamente a China.

La capacidad de los líderes del G7 para firmar una declaración “tan específicamente dirigida a Beijing” habría sido “difícil de creer” hace dos años, según Josh Lipsky, director del Centro de Geoeconomía del think tank Atlantic Council, con sede en Washington.

“La conclusión es que el G7 ha demostrado que se centrará cada vez más en China e intentará mantener un enfoque político coordinado. Se trata de un avance importante”, afirmó.

Guerra en Ucrania

Los acuerdos del G7 llegan en un momento en el que China ha estado reuniendo a sus diplomáticos en un intento concertado de reparar los lazos con Europa, en gran medida presentándose como un posible agente de paz en la guerra de Ucrania, incluso si esa afirmación ha sido recibida con un escepticismo generalizado entre las naciones occidentales.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, y el presidente de EE.UU., Joe Biden, participan en una reunión bilateral durante la Cumbre de Líderes del G7 en Hiroshima, el 21 de mayo de 2023. (Foto de Brendan Smialowski / AFP /Getty Images)

La semana pasada, mientras los líderes europeos se dirigían a Asia, el enviado especial chino Li Hui inició su propia gira europea, anunciada por Beijing como un medio para promover las conversaciones de paz.

Li, que fue enviado después de que Xi hiciera a finales del mes pasado su primera llamada a Zelensky desde la invasión rusa, visitó Ucrania el martes y el miércoles, donde defendió la visión china de un “acuerdo político”.

Esto exige un alto el fuego, pero no la retirada previa de las tropas rusas del territorio ucraniano, un escenario que, según los críticos, podría servir para consolidar el acaparamiento ilegal de tierras por parte de Rusia en el país y va en contra del propio plan de paz de Ucrania.

El viaje de Zelensky al G7 asiático también es “una forma de presionar a China”, según Jean-Pierre Cabestan, profesor emérito de Ciencias Políticas de la Universidad Baptista de Hong Kong.

El mensaje a China es que “apoye más abiertamente una solución” que se ajuste a los intereses de Kyiv en cuanto a su integridad territorial y la retirada de las tropas rusas de Ucrania, afirmó.

Al ser consultado por la posibilidad de que China desempeñe un papel en el fin de la guerra de Rusia, un funcionario de alto rango de la Casa Blanca dijo el sábado que EE.UU. espera que Xi vea la cumbre de esta semana como una señal de “resolución”.

“Esperaríamos que lo que el presidente Xi y la (República Popular China) extraigan de lo que han estado viendo aquí (…) es que hay mucha resolución para seguir apoyando a Ucrania (…) y que China podría tener un papel significativo para ayudar a poner fin a esta guerra”, dijo el funcionario.

Colaboraron en este reporte Sugam Pokharel y Darya Tarasova en Londres, Shawn Deng en Toronto, Alex Stambaugh en Hong Kong, Angus Watson en Sydney y Betsy Klein en Washington.

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