ANÁLISIS | El destino de Prigozhin sigue sin estar claro y augura más problemas en Rusia
Ángela Reyes Haczek
(CNN) — La extraña historia de Yevgeny Prigozhin —el antiguo amigo del presidente Vladimir Putin que luego se amotinó contra el Kremlin— acaba de ponerse mucho más rara.
El malhablado exjefe de la empresa militar privada Wagner —que dirigía un imperio que incluía una granja de trolls, una empresa multimillonaria de catering y un grupo de medios de comunicación— tuvo la temeridad de iniciar un motín el 23 de junio contra los altos mandos militares de Putin.
La rebelión fue sofocada por un “acuerdo” supuestamente negociado por otro amigo de Putin (algunos le llaman “vasallo”), el líder de Belarús, Alexander Lukashenko. El acuerdo exigía que Prigozhin abandonara Rusia y se trasladara a Belarús. Sus hombres tenían tres opciones: seguir a Prigozhin a Belarús, unirse al ejército ruso regular o dejar de luchar y volver a casa.
Una vez finalizado el motín, Lukashenko afirmó que Prigozhin había llegado a Belarús. Pero durante semanas nadie pudo confirmarlo. El jueves, Lukashenko dio marcha atrás y dijo a CNN que Prigozhin estaba en San Petersburgo y que podría viajar “a Moscú o a otro lugar”.
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En cualquier caso, dijo, Prigozhin no estaba donde se suponía que debía estar. Tampoco estaban los combatientes de Wagner en los campamentos que el gobierno de Lukashenko aparentemente había reservado para ellos en Belarús, lo que planteaba interrogantes sobre el destino del jefe de Wagner.
El ejército ruso estableció barricadas alrededor del perímetro de Moscú mientras las tropas de Wagner se dirigían a la ciudad a finales de junio. (Crédito: Vlad Karkov/SOPA Images/Sipa/AP)
De repente, la televisión rusa controlada por el Estado empezó a emitir videos de las fuerzas de seguridad allanando la oficina y la residencia de Prigozhin en San Petersburgo. Su “mansión” o “palacio” tenía una piscina, un quirófano privado e incluso una “sala de oración”, como la describió el sitio web de propaganda rusa RT, junto con unos cuantos mazos, una herramienta que se acusa a Wagner de utilizar para asesinar a desertores. Al parecer, los agentes de seguridad encontraron 10 millones de rublos (unos US$ 110.000) en efectivo, además de oro, armas y pelucas, presumiblemente para que Prigozhin se disfrazara.
Sin embargo, pocas horas después se informó que se le había devuelto parte de su dinero y posesiones. Esto añade otra capa al misterio de por qué Putin ha permitido hasta ahora que Prigozhin siga libre aunque no cumpla el acuerdo con Lukashenko.
El destino incierto de Prigozhin
Antes de caer en desgracia, Prigozhin era una estrella de las redes sociales. Era un tipo duro que se pavoneaba vestido con camuflaje, cuyos combatientes podían ganar batallas en Ucrania que los militares rusos del ejército regular no podían manejar. Criticó a líderes militares y a otros funcionarios gubernamentales de élite, pero cruzó una línea roja cuando los acusó de llenarse los bolsillos y de engañar a Putin para que lanzara una invasión de Ucrania cuando no existía una amenaza real.
La subsiguiente marcha de Prigozhin hacia Moscú —en la que sus tropas tomaron la ciudad de Rostov del Don, derribaron aviones rusos y mataron a varios militares— enfureció a Putin, que le acusó de “apuñalar a Rusia por la espalda”.
Es bien sabido que Putin no soporta a los traidores, pero Lukashenko, utilizando una palabra rusa de tipo gangsteril que Putin utilizó famosamente para referirse a los terroristas chechenos, aseguró a periodistas que Putin no es tan “malicioso y vengativo” como para hacer “desaparecer” a Prigozhin.
El propio Putin, hace varios días, insinuó otra forma de tratar con Prigozhin, admitiendo que el gobierno le había pagado miles de millones de dólares, añadiendo que esperaba que “nadie robara nada”, pero que el Kremlin se encargaría de ello.
Una imagen de las redadas en el domicilio y la oficina de Prigozhin. (Crédito: Vesti/Telegrama)
El destino final de Prigozhin sigue sin estar claro, pero es solo uno de los problemas de Putin. Lo que haga con las valiosas empresas de Prigozhin es otro: actualmente, el Kremlin parece estar diseccionando su imperio, poniendo el control de las empresas más valiosas en manos más “fiables”.
¿Acabará en la cárcel? ¿O en un ataúd? Lo único que parece remotamente claro es que Putin tendrá que resolver esta “razborka”, una palabra que los mafiosos rusos utilizan para describir sus disputas internas. Y eso augura más represión, más “ajustes de cuentas” y más luchas entre bastidores en la Rusia de Putin.
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