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Los problemas con el sueño podrían aumentar cinco veces el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular, revela estudio

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(CNN) — Roncar, dar vueltas en la cama, dormir la siesta durante mucho tiempo, despertarse en la noche y dormir poco o dormir demasiado contribuyen a tener un descanso de mala calidad y pueden aumentar el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular (ACV), descubrió un estudio reciente.

De hecho, investigadores han descubierto que entre más problemas de sueño tenga una persona, mayor es el riesgo de sufrir un derrame.

“Tener más de cinco de estos síntomas puede suponer un riesgo mayor de sufrir un ACV en comparación con quienes no tienen ningún problema de sueño”, afirma en un comunicado Christine McCarthy, autora del estudio y miembro de la Universidad de Galway, Irlanda.

“Los hallazgos coinciden con investigaciones anteriores que relacionan un sueño poco saludable con la hipertensión y con alteraciones de los vasos sanguíneos, que son factores de riesgo de accidente cerebrovascular”, afirma Kristen Knutson, especialista del sueño y profesora asociada de neurología y medicina preventiva de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern de Chicago. Knutson no participó en el estudio.

Una razón puede ser el impacto que tiene el sueño corto o interrumpido y los trastornos del sueño, como la apnea del sueño, en la capacidad del cuerpo para regular el metabolismo, la presión arterial y la inflamación. Todos estos son factores de riesgo ante un accidente cerebrovascular, según la Dra. Phyllis Zee, directora del Centro de Medicina Circadiana y del Sueño de la Facultad de Medicina de Northwestern, quien tampoco participó en el estudio.

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“Dormir mal puede perjudicar el descenso natural de la presión arterial que se produce durante el sueño nocturno y contribuir a la hipertensión, un factor de riesgo importante para sufrir un accidente cerebrovascular y otras enfermedades cardiovasculares”, explica Zee por correo electrónico. “En otra investigación basada en la población, se han reportado relaciones similares entre la mala salud del sueño y trastornos como la diabetes, las enfermedades cardíacas y la demencia”.

Trastornos del sueño y riesgo de accidente cerebrovascular

El estudio, publicado este miércoles en la revista Neurology, analizó los datos de más de 4.500 personas participantes en INTERSTROKE, un gran estudio internacional de casos y controles de pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular.

Casi 1.800 participantes en el estudio sufrieron un ACV isquémico, el tipo más común, en el que un coágulo de sangre bloquea una arteria que va al cerebro. Otras 439 personas sufrieron una hemorragia intracerebral, en la que se rompen arterias o venas del cerebro, lo que produce una hemorragia en el tejido cerebral.

Los participantes en el estudio fueron agrupados por edad y sexo junto a personas sin antecedentes de ACV. Ambos grupos respondieron a preguntas sobre su calidad del sueño y su comportamiento, y fueron comparadas entre sí.

Los resultados mostraron que las personas que dormían menos de cinco horas por noche en promedio tenían tres veces más probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular que las que dormían siete horas, el mínimo recomendado para adultos.

Por otro lado, dormir más de nueve horas de media por noche se asociaba a un riesgo dos veces mayor de ACV, según un comunicado sobre el estudio.

Según el estudio, los resultados se mantuvieron incluso después de realizar ajustes para eliminar otros problemas que pueden provocar un ACV, como la depresión, el abuso del alcohol, el tabaquismo y la falta de actividad física.

Padecer apnea del sueño —una afección en la que las personas dejan de respirar varias veces por hora— se asoció a un riesgo tres veces mayor de accidente cerebrovascular, según el comunicado.

“La apnea del sueño puede alterar las vías implicadas en la regulación de los factores de coagulación, lo que puede aumentar el riesgo de ACV”, señaló Zee.

Ronquidos o resoplidos, que pueden ser signos de apnea del sueño no tratada, también suponen un riesgo. Las personas que roncan tenían un 91% más de probabilidades de haber sufrido un ACV, mientras que las que resoplaban tenían casi tres veces más probabilidades de haber sufrido un ACV que las que no lo hacían.

La siesta también era un factor de riesgo, según la investigación. Las personas que dormían una siesta promedio de más de una hora tenían un 88% más de probabilidades de sufrir un ACV que las que no lo hacían. Sin embargo, tomar una siesta planeada de menos de una hora no se asoció con un mayor riesgo, según el estudio.

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Es importante señalar que la investigación solo pudo demostrar una asociación entre los problemas de sueño y el ACV, no una causalidad, señaló el Dr. Andrew Freeman, director de prevención cardiovascular y bienestar del National Jewish Health de Denver.

“La pregunta sigue siendo: ¿Es la mala calidad del sueño la causa? ¿O simplemente está asociada a un conjunto de malos hábitos de salud que podrían llevar a alguien a tener un mayor riesgo de ACV?”, se preguntó Freeman, quien no participó de la investigación.

“¿Están sometidos a mucho estrés? ¿Toman grandes cantidades de cafeína y no duermen? Tal vez no hagan mucho ejercicio, y sabemos que el ejercicio favorece a un sueño de calidad”, afirma Freeman. “Es difícil determinar todos los factores que podrían contribuir”.

Hábitos que pueden ayudar

Practicar una buena higiene del sueño, seguir una dieta sana y hacer ejercicio con regularidad son formas clave de reducir el impacto negativo de los trastornos del sueño y disminuir el riesgo de sufrir un accidente o riesgo cerebrovascular, según Freeman.

“Lo que siempre le digo a la gente es que dormir unas siete horas ininterrumpidas cada noche se asocia con un menor número de enfermedades cardiovasculares”, afirma.

Es importante priorizar la obtención de esas siete u ocho horas de sueño sin interrupciones cada noche de forma regular, dijo Zee. Para ello, hay que acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana.

Dormir bien también puede ayudar a reducir el riesgo de asma, según el estudio. (Crédito: Konstantin Postumitenko/Adobe Stock)

“La exposición regular a la luz por la mañana y por la tarde también puede mejorar la calidad del sueño”, dijo, y añadió que cualquier persona que sufra de ronquidos, insomnio o somnolencia excesiva durante el día debería hablar con un especialista del sueño.

El dormitorio debe utilizarse solo para dormir y para la intimidad, añadió Freeman.

“No te quedes ahí viendo la tele, leyendo libros o trabajando”, dijo. “Ten un cuaderno al lado de la cama para que, si te despiertas en mitad de la noche, puedas anotar lo que te venga a la mente. Difumina cualquier preocupación que tengas meditando sobre ella y haz todo lo posible por dejar que las cosas pasen”.

No bebas alcohol ni comas al menos tres horas antes de acostarte para evitar molestias gástricas que podrían despertarte, sugirió Zee.

“También es importante hacer ejercicio, preferiblemente por la mañana”, añadió Freeman. “La única medicina verdadera que funciona siempre es mejorar el estilo de vida para incluir comportamientos saludables”.

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